No nos resulta
extraño que este nuestro país, donde todo pasa y no pasa nada, sea hasta
divertido para el que sabe mirar las cosas con buen humor, para aquel que
aprendió a reírse de sí mismo. Para el tonto grave, el tipo muy serio que se
toma las cosas muy a pecho, puede resultar peligroso, pues puede sufrir un
síncope en cualquier momento, gracias a los colerones que le puede ocasionar
nuestra particular idiosincrasia.
Confundiendo
aquello de que el deporte es salud, el “insustituible número 10” y su equipo de
inútiles lambiscones, gastaron tres veces más, de nuestro dinero, en campos
deportivos que en hospitales, la mayoría de ellos, canchas de fútbol.
Cualquiera diría que somos unos consumados futbolistas, cuando en realidad no
damos pie con bola, pero todos muy ufanos y contentos…
Los estadios y
coliseos han surgido por doquier, allí donde antes no había nada. El mismísimo
“líder supremo” manifestó en una entrevista que la gente prefería coliseos
antes que agua potable y alcantarillado, total, un pueblo de saludables
deportistas, puede cagar en cualquier lado y beber cualquier porquería
insalubre.
En la mayoría de
las provincias se les ha metido en la cabeza que tener un estadio es sinónimo
de progreso, aunque nadie juegue en ellos, eso sí, sirven para las
multitudinarias manifestaciones de apoyo, y para que las inaugure el “divino
protector”. Estos actos políticos, invariablemente, terminan en monumentales
borracheras, donde la basura y el olor a orines se tornan parte del paisaje.
Estos mismos
compatriotas, cuando su salud se ve afectada, deben peregrinar, en un
interminable vía crucis, hasta la capital del departamento, para ser mal
tratados en algún hospital atestado de enfermos, con poco personal y escasos
medios. ¡Digan si no es una joda! en Bolivia hacer deporte es dañino para la
salud.
Nos preciamos de
ser modernos, y aún mantenemos una mentalidad de aldea. No hay fiesta patronal,
aniversario cívico o entrada folclórica que no convirtamos en una joda
completa. Nos encanta desfilar, bailar y chupar en media calle, avenida o
carretera, no importa, de lo que se trata es de joder al prójimo, y festejar
por lo alto nuestras bellas tradiciones y costumbres.
En las ciudades
la cosa se pone realmente buena, los choferes y comerciantes se han tomado las
calles, no hay espacio que no sea de su propiedad, el ciudadano de a pie es un
pobre ser indefenso, a merced de unos criminales motorizados, y ¡guay! de aquel
que les diga algo, se expone a ser azotado en plena vía pública.
¡Qué joder!
Nuestro servicio exterior es una alegre comparsa carnavalera al mando de
Fumanchú. La ministra de salud atiende su salud y su belleza integral, la de su
jefe y todos sus compinches, en algún spa cubano. El ministro de gobierno anda
cazando asaltantes, y no agarra ni un mosquito. El Banco Central anda prestando
nuestra plata a empresas, dizque, públicas de las que nunca más veremos un
mango. Y así, cosas por el estilo, mientras nosotros muy tranquilos esperando
el Gran Poder…
Parece que ya nos
acostumbramos o tenemos el cuero muy duro. ¡Meta bloqueo nomas! Que la
constitución te ampara. ¡Zafarrancho de combate, al asalto del estado! ¡Vivan
los movimientos sociales! ¡Viva el jefazo! ¡Qué joder…!
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De ADELANTE
BOLIVIA, Diario digital, 27/04/2017
Imagen: Caricatura de Pancho Cajas
Imagen: Caricatura de Pancho Cajas
Le diste en El clavo papacho!!
ReplyDeleteQue buen artículo!!!! no hay que agregar ni quitar nada. Es la radiografía de nuestra triste mediocridad!!!
ReplyDelete¿Y si reaccionáramos...? Lo muy bien escrito viene dándose desde tiempos inmemoriales. Pedimos cambio, pero ¿será para hacer exactamente lo mismo con la única diferencia de ser nosotros quienes mandamos...?
ReplyDeleteEs la triste realidad. Ojalá aprendamos de esta situación y cambiemos con convicción de hacer mejor las cosas
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