ALEJANDRO SUSTI
Medio siglo ha
transcurrido ya desde la primera edición de Lima la horrible de
Sebastián Salazar Bondy y, aún, el brillante ensayo que nos legara su pluma
sigue siendo uno de aquellos libros cuya lectura resulta esencial en la
formación de nuevas generaciones de lectores. En tal sentido, el paso del
tiempo ha contribuido a objetivar aportes y limitaciones, reafirmar aciertos y
vaticinios, y hoy puede decirse que la distancia temporal, a la manera del
barniz que tamiza toda obra valiosa sin borrar ni ocultar sus formas, nos
brinda una perspectiva privilegiada de lo que realmente significó su
publicación en la literatura y cultura peruanas.
Una de las
primeras constataciones del lector de Lima la horrible reside
en el carácter múltiple y heterogéneo del texto, expresado a través de un
conjunto muy diverso de referentes a lo largo de sus once capítulos, y
vinculado siempre al estudio de la construcción y perpetuación del llamado mito
de la Arcadia Colonial y sus diversas formaciones ideológicas: las Grandes
Familias, el criollismo, el perricholismo, la articulación del poder político
con el poder religioso, las clases sociales y sus interrelaciones, el papel de
la mujer como «bastión del conservadurismo», la configuración urbanística de la
ciudad y el gusto limeño por el pastiche, la literatura festiva y satírica
expresada a través del lenguaje cotidiano y sus modalidades (la sátira, la
lisura y la huachafería), el culto a los muertos, la relación entre el vals
criollo y la necrofilia, la pintura colonial como arte dirigido y, por último,
el enfrentamiento entre la literatura pasatista de la Arcadia Colonial (entre
cuyos exponentes se ubican Palma, Santos Chocano, Riva Agüero) y aquella otra
de carácter renovador (González Prada, Eguren, Mariátegui).
Este amplio
repertorio temático exige la construcción de un discurso dúctil y ágil, y un
estilo que se nutre de textos y voces cuya procedencia se sitúa tanto en el
ámbito de la cultura letrada como en el de la popular, todo lo cual resulta en
un fiel reflejo de la amplia gama de preocupaciones que Salazar Bondy
desarrolló a lo largo de su intensa labor como escritor, periodista y promotor
cultural durante un periodo que abarcó poco más de dos décadas e involucró la producción
no solo de un corpus literario, sino también cultural y político. Fuere como
crítico de arte, teatro o literatura, cronista urbano o columnista político,
Salazar Bondy acumuló y depuró a lo largo de esa intensa actividad una visión
sumamente compleja de lo que significaba ser peruano y, sobre todo, limeño.
El texto, por lo
tanto, propone un diálogo entre diversos niveles de discurso que incluyen
modalidades textuales (epígrafes, citas, consejas, dichos populares, letras de
canciones), registros de escritura (uno culto, identificado con el del autor;
otro de origen popular, producto de la asimilación de voces de la calle),
géneros literarios (el ensayo, la narración, la crónica e incluso la poesía),
imágenes y textos (incorporación de reproducciones grabados, pinturas y
fotografías que se distribuyen armónicamente a lo largo del ensayo) y, por
último, temas desarrollados en artículos periodísticos anteriores a la
publicación de Lima la horrible. Este complejo entramado se
estructura armónicamente y crea en el lector un efecto unitario gracias a una
estricta organización temática que no obstaculiza la autonomía de cada una de
sus partes. Si bien el carácter polifacético de los múltiples temas tratados
acarreó el riesgo de perder cierta sistematicidad –lo cual fue observado por
ciertos críticos–, lo cierto es que, cincuenta años después de su publicación, Lima
la horrible ofrece al lector una visión de las transformaciones y
conflictos de una sociedad en pleno proceso de modernización, así como una lectura
crítica e ideológica del mito de la Arcadia Colonial, todo ello desde una
perspectiva interdisciplinaria que, en el momento de su aparición, resultó ser
absolutamente inédita en las letras peruanas.
El epígrafe
como umbral del texto
Como bien se sabe, el título del ensayo fue extraído del encabezamiento de un poema de César Moro incluido, entre otros, como adenda en la edición de La tortuga ecuestre y otros poemas; 1924-1949 (1958), encabezamiento que, siguiendo una convención propia del discurso epistolar, precisa el espacio y tiempo desde los cuales se genera la escritura del poema aludido: «Lima la horrible, 24 de julio o agosto de 1949». A la frase, Salazar Bondy le añade, precediéndola, los tres versos finales del poema «Viaje hacia la noche» que, en realidad, se sitúan inmediatamente antes en el libro de Moro («…para decirme que aún vivo/ respondiendo por cada poro de mi cuerpo/ al poderío de tu nombre oh Poesía»). La cita completa, por lo tanto, se construye a partir de la articulación y manipulación de dos fragmentos elegidos por el ensayista cuya función es no solamente reconocer el origen del título del volumen sino, sobre todo, generar un nuevo sentido según el cual la afirmación vital y la importancia de la visión poética se aúnan a la conciencia crítica expresada en la frase que califica a la ciudad. Así, el epígrafe anuncia el carácter dialogante e intertextual del ensayo: insertados en un nuevo corpus, los versos y el encabezamiento no solo dialogan entre sí, sino con el texto que anteceden, e ilustran una confianza plena en el poder purificador de la palabra poética, instrumento idóneo para someter a crítica a aquellas representaciones vinculadas a la ciudad que acusan una falta de autenticidad y pecan de indolentes ante la «dramática» realidad del país:
Como bien se sabe, el título del ensayo fue extraído del encabezamiento de un poema de César Moro incluido, entre otros, como adenda en la edición de La tortuga ecuestre y otros poemas; 1924-1949 (1958), encabezamiento que, siguiendo una convención propia del discurso epistolar, precisa el espacio y tiempo desde los cuales se genera la escritura del poema aludido: «Lima la horrible, 24 de julio o agosto de 1949». A la frase, Salazar Bondy le añade, precediéndola, los tres versos finales del poema «Viaje hacia la noche» que, en realidad, se sitúan inmediatamente antes en el libro de Moro («…para decirme que aún vivo/ respondiendo por cada poro de mi cuerpo/ al poderío de tu nombre oh Poesía»). La cita completa, por lo tanto, se construye a partir de la articulación y manipulación de dos fragmentos elegidos por el ensayista cuya función es no solamente reconocer el origen del título del volumen sino, sobre todo, generar un nuevo sentido según el cual la afirmación vital y la importancia de la visión poética se aúnan a la conciencia crítica expresada en la frase que califica a la ciudad. Así, el epígrafe anuncia el carácter dialogante e intertextual del ensayo: insertados en un nuevo corpus, los versos y el encabezamiento no solo dialogan entre sí, sino con el texto que anteceden, e ilustran una confianza plena en el poder purificador de la palabra poética, instrumento idóneo para someter a crítica a aquellas representaciones vinculadas a la ciudad que acusan una falta de autenticidad y pecan de indolentes ante la «dramática» realidad del país:
A Lima le ha
sido prodigada toda clase de elogios. Insoportables adjetivos de encomio han
autorizado aun sus defectos, inventándosele así un reverberante abolengo que
obceca la indiferencia con que tantas veces rehuyó la cita con el dramático país
que fue incapaz de presidir con justicia (Salazar Bondy 2008: 32).
Frente a la
concepción de que la palabra ha contribuido sistemáticamente a ocultar la
«verdadera» faz de la ciudad y el país; frente a la complicidad entre los
«insoportables adjetivos de encomio» y el vacío de las formas y relaciones que
gobiernan la vida social, el epígrafe anuncia el poder de la Poesía como
instrumento destinado no simplemente a postular un canon de belleza ideal sino,
por sobre todo, un nuevo orden social y moral. Por otra parte, la estrecha
identificación entre la poesía y la vida así como la plena confianza en el
«implacable deseo (…) por el conocimiento desnudo y esencial» se convierten en
instrumentos indispensables para la búsqueda de la verdad:
Este libro se
debe a Lima. Lima hizo a su autor e hizo su aflicción por ella. Ninguna otra
razón que la intensa pertenencia del texto a su tema determina que estas
páginas no transen en rectificar el mito mediante la más honda realidad, cotejo
inclemente de la premonición y la nostalgia en la tierra árida del presente. Y
como solo el implacable deseo de posesión clama por el conocimiento desnudo y
esencial, debe ser por sobre todo considerado obra del amor que es poesía y
vida. No soporta, por eso, ninguna simulación y más bien lo anima el coraje de
la clarividencia, aquel que permite mirar cara a cara el horror y denunciarlo
(32-33).
De esta manera,
las dimensiones de lo estético y lo ético aparecen estrechamente vinculadas ya
en el plan de la obra. De allí que su concepción se realiza en virtud de una
relación de amor y aflicción con la ciudad: solo ella valida el poder de la
palabra y posibilita la obtención de un conocimiento más profundo y auténtico
sobre Lima. Así, el desmantelamiento de los mitos y representaciones «reverberantes»
de la ciudad se basa en el reconocimiento de la complementariedad entre el amor
y el dolor originados por la pertenencia a ese mundo «horrible» con el cual el
ensayista ha de enfrentarse.
Alejandro
Susti (Lima, 1959).
Poeta, músico y profesor universitario. Ha publicado los poemarios Corte de
Amarras, Casa de citas, El río imaginado y el ensayo Seré millones. Eva
Perón: Melodrama, cuerpo y simulacro.
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De BUEN SALVAJE
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