Por Daniel Wagensberg
Bajo por la Séptima. Me dirijo a Midtown. Voy a recoger a mi amante y prometida a la Penn Station. Me doy cuenta que ya es primavera en Nueva York. Paso frente a un inmueble de oficinas ordinario si no fuera porque en la tercera planta se exhiben objetos personales de Houdini. La entrada es gratuita y además voy media hora adelantado. Saludo al portero y me cuelo en el ascensor.
En nuestra confesión judía han transcurrido muchos héroes, es un hecho destacado y de valor singularmente intenso. Algunos se preguntarán por qué ellos, los héroes, campan a sus anchas a través de nuestra mitología, nuestra literatura e incluso de nuestra historia más moderna. La respuesta resulta bien sencilla; en el judaísmo no caben santos (están todos vetados) ni otra clase de ídolos que puedan salvarnos de la tragedia en un momento dado.
Ante semejante carencia, en nuestra cultura fueron brotando otro tipo de entes indestructibles. Los héroes de carne y hueso. Desde Moisés, pasaron por ella el gran Houdini, Amy Winehouse o Gilat Shalit. Encajaban mejor.
Fueron saliendo al rescate y con sus hazañas fueron desenbridando nuestro destino como pueblo. En todos ellos se albergaron virtudes avanzadas y poderes muy variados. Unos obtenidos por designio divino, otros por efecto de la cocaína y en el caso del soldado Shalit fue simple mala pata.
Yo quisiera apuntar mi predilección por Harry Houdini, el ilusionista judío de origen húngaro. Súper héroe y premutante. Más avanzado que el Príncipe Enmascarado (Ikhnaton) o la diva Amy Winehouse, siempre afeada por la supremacía helénica de Lady Gaga.
Muchos fueron los que al ver u oír hablar de Houdini y sus ejercicios extremos de escapismo, no dudaron en otorgarle poderes sobrenaturales. A partir de los años veinte y para sorpresa de todos, Houdini aprovechó su imagen de ídolo mundial en la incipiente industria del entretenimiento, para combatir y desenmascarar a médiums, espiritistas y parapsicólogos. Nadie mejor que él para destapar los mecanismos del fraude.
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De MOZAIKA, Revista cultural, 26/04/2013
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