JORGE CARRIÓN
“Cada época
debe reinventar para sí misma su proyecto de ‘espiritualidad’”, leemos en la
primera línea del primer ensayo de Estilos radicales, la continuación lógica de Contra la interpretación y una de las estrellas más
brillantes de la constelación textual de Susan Sontag.
La crítica
cultural, narradora, dramaturga, activista política y directora de cine reunió
en Styles of Radical Will —publicado hace exactamente cuarenta
años— algunos de sus textos icónicos de los años 60 y 70. En él conviven
reflexiones y análisis sobre la pornografía, las relaciones entre el teatro y
el cine, la obra de Cioran, Bergman o Godard; y Viaje a Hanói, una
las crónicas más desafiantes de la historia de la literatura de viajes, porque
en ella la autora constata que es incapaz de entender Vietnam del Norte,
mientras que los miles de escritores viajeros que la precedieron alimentaron la
ilusión de que comprendían las realidades que visitaban.
A los
quince años de su muerte y tras la publicación de sus diarios íntimos, tiene todo el sentido preguntarse por el
legado de Susan Sontag, por sus herederos: ¿qué escritores están en estos
momentos siguiendo ese camino ecléctico, combinando la obra creativa con la
reflexiva y analítica? ¿Quién cree como ella en la literatura y las artes
visuales como vasos comunicantes? ¿Quién investiga, como lo hizo la autora
de Sobre la fotografía, tanto en el arte más hermético y
sofisticado como en el más transparente y popular?
Muchos, por
suerte. Hace diez años todavía resultaba extraño que un escritor publicara
reseñas de series de televisión o analizara videoclips, pero en un tiempo
récord se ha normalizado el análisis crítico de cualquier parcela mediática y
cultural.
No hay más
que abrir cualquier libro de Eloy Fernández Porta —quien ha ganado el premio
Anagrama de Ensayo y el Ciudad de Barcelona— para constatar que, a la hora de
pensar un fenómeno sociológico, se ha vuelto indispensable la lectura comparada
del mayor número posible de textos producidos en lenguajes distintos.
Así, Emociónese así. Anatomía de la
alegría (con publicidad encubierta) o En la confidencia. Tratado de la
verdad musitada alternan
la exégesis de campañas publicitarias, obras de arte contemporáneo, cómics,
teleseries, películas, obras de teatro o novelas, para entender el mercado de
las emociones en el siglo XXI.
Como los de
Sontag, los libros de Fernández Porta son laboratorios en que se suceden los
experimentos hipnóticos. Pero si en la autora de En América todavía
se conserva un cierto respeto por los géneros, en los del autor de Afterpop los
límites han dejado de estar claros. La poesía, la crónica autobiográfica o
incluso la ficción especulativa ocupan espacios significativos de unos libros
de ensayo que a menudo parten de Ovidio o de Shakespeare para acabar en la
filosofía política o en la sociología de las emociones, tras atravesar el
pornoterrorismo, la cocina étnica o el canal FOX.
La pasión
cinematográfica de Sontag no pudo conocer el cortocircuito digital; pero en sus
últimos años de vida se enamoró de internet, hasta el punto de disponer
diversos ordenadores con conexión telefónica en su casa de Nueva York, para
poder consultarlos en cualquier momento. Otro de los grandes escritores de
nuestra época, Teju Cole —en cambio— se ha formado como fotógrafo en plena
transición entre el arte de la luz y el de las imágenes digitales, entre la
fotografía y la posfotografía. Y, como Sontag, ha tendido puentes
entre la crítica cultural, la creación literaria y las artes visuales.
Sobre todo
en sus dos últimos libros. Blind Spot pone en diálogo sus propias
fotografías con textos breves que participan del ensayo, la crónica y la
poesía. Y en varios de los textos reunidos en Cosas conocidas y extrañas analiza brillantemente cómo
Google ha cambiado nuestra relación cotidiana con las imágenes y cómo una zona
interesantísima del arte y de la fotografía actuales trabaja precisamente con
las herramientas que proporciona el buscador.
Esa
investigación la comparte Cole con Alessandro Baricco, autor de un libro
fundamental para introducirse en las metamorfosis de nuestra época, Los bárbaros. Ensayo sobre la
mutación, quien
acaba de publicar en Italia The Game, su posible segunda parte
(doce años más tarde).
Se trata de
una inteligente reconstrucción de la digitalización del mundo desde el
videojuego Space Invaders (1978) hasta Amazon: cómo a través
de estrategias informáticas y lúdicas se ha ido construyendo una nueva
estructura ontológica y mitológica, que Baricco explica tanto en su ensayo
creativo como con mapas conceptuales (firmados por 100Km
Studio).
Entre la
generación de Sontag (que nació en 1933) y la de Cole (1975) se encuentra la de
Siri Hustvedt —quien no por casualidad escribe el prólogo de Blind Spot—
y Chris Kraus (ambas de 1955). Novelistas y críticas culturales, pensadoras
narrativas y anfibias, Husvedt es también una gran ensayista sobre ciencia,
mientras que Kraus ha dirigido varias películas y es una reconocida crítica de
arte contemporáneo.
Sus novelas
—como Amo a Dick o Sopor— y sus libros de no ficción —como Video Green— comparten una galaxia de personajes
desorientados en un horizonte de instituciones artísticas a la deriva.
Instrumentalizado por el mercado y por los programas de posgrado de las
universidades, tras la caída del Muro de Berlín de la que habla Sopor,
el arte ha perdido la fuerza política que tanto defendió Sontag, quien sí se
sentía cómoda en el incómodo rol de “intelectual”.
Tal vez sea
ésa la diferencia principal entre la autora de La enfermedad y sus
metáforas y los escritores que han seguido —consciente o
inconscientemente— su camino transgenérico, su fe en el ensayismo creativo y en
las narrativas que piensan, su apertura a todas las expresiones artísticas
contemporáneas. En el siglo XXI el compromiso político de los escritores
difícilmente sale fuera de los límites de sus textos.
Hace pocos
meses se cumplió el vigésimo quinto aniversario de la representación, dirigida
por Sontag, de Esperando a Godot en un Sarajevo asediado por francotiradores. También estaba allí Juan
Goytisolo, otro maestro de la literatura experimental, otro intelectual
comprometido. Aunque sus gestos —para bien o para mal— tuvieran fecha de
caducidad, sus obras abiertas y estimulantes siguen generando el futuro en que
leemos y vivimos.
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De THE NEW
YORK TIMES en español, 13/01/2019
Imagen: Susan Sontag/Chester Higgins Jr./The New York Times
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