MIREYA HERNÁNDEZ
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YA es
demasiado tarde para salvar mi alma", le dijo Laura a los testigos de
Jehová que fueron a su casa. Y en ese momento recordé a la mujer que había
visto en el Metro de Madrid justo antes de mudarme a Sevilla.
Negra,
enjuta, con unos pantalones raídos y la cara llena de costras. La mirada
perdida, una colilla en la boca. Lentamente se acerca el mechero a los labios.
"¡No se puede fumar, pues yo fumo!", grita con acento cubano. Lo
enciende. "No fumar, no beber, yo hago lo que quiero. Soy imparable. SOY
EL DIABLO". La gente se empieza a alejar de ella, que hace un ruido
gutural y se levanta tambaleándose. Le da una calada al cigarro. "¿Sabes
por qué los españoles están jodidos?", le dice a un hombre que está
sentado en un banco. "¡Por maricones! Porque no valen para nada. Hay que
luchar por España, no por los maricones".
De eso me
acordé mientras entraba en un bar de san Lorenzo que tenía todas las paredes
llenas de imágenes de vírgenes y Cristos sobre azulejos verdes y marrones y un
cartel de "Faltan para la Gloria, 326 días". Me llevó Mateo la tarde
que se saltó la dieta y en la barra me confesó que había sido niño Seise y
había bailado una danza sagrada delante del Santísimo de la catedral de Sevilla
en la Octava del Corpus, en la Inmaculada Concepción y en el Triduo de
Carnaval. Entre tapa y tapa le conté que un día vi a un niño en lo alto de un
paso con siete u ocho costaleros de un metro de altura a su alrededor.
"Estarían ensayando para alguna procesión", me dijo sin inmutarse. Y
entonces entendí los letreros que había visto nada más llegar a la ciudad en un
escaparate del centro. En uno decía: "Aquí siempre es Semana Santa" y
en el otro: "Aquí siempre es Navidad".
Y lo cierto
es que después de ver las palmas del Domingo de Ramos en los hierros de los
balcones, una copistería que se llama Amor de Dios y la papelería Pichardo,
donde en lugar de cuadernos y sacapuntas puedes comprar belenes y estampas de
primera comunión, no resulta extraño cruzarse con una procesión en medio de una
ola de calor, ni pasar por la calle del Santísimo Cristo de las Tres Caídas o la
de Nuestro Padre Jesús de las Penas, ni ver comercios como Triana Cofrade, una
tienda de artículos y souvenirs religiosos que vende túnicas
de nazareno, equipos de costaleros, escudos bordados, cíngulos, capirotes,
tazas con la cara de los apóstoles, estatuas de vírgenes, incensarios y jarras
con la estrella de una Hermandad; o como Casa Fernández, que asegura vender
lámparas, cristalerías y juguetes pero que desde fuera sólo parece tener
láminas de santas, posters con la cara de Jesucristo, capotes
de torero, banderas de España, láminas de monumentos sevillanos, medallas de
vírgenes y fuentes de plata.
Así que la
segunda vez que fui al bar de san Lorenzo en plena Cruz de Mayo no me
sorprendió que la Virgen engalanada en su castillo de flores y velas me cortara
el paso y me limité a hacer lo mismo que los que la rodeaban: sacar el móvil y
empezar a grabar. Incluso pude fijarme en detalles en los que antes no habría
reparado, como que todos los costaleros llevaran zapatillas blancas o que un
músico de la banda tuviera una brecha en la cabeza.
*
Durante
estos meses me he acostumbrado a ver retablos por la calle y gracias a ellos he
sabido que el 21 de octubre de 1704 hubo un incendio en el convento de los
Mínimos de Triana y que a la Virgen del Rocío se la conoce también como la
Blanca Paloma y La Reina de las Marismas. Lo que me sigue llamando la atención
es una furgoneta Renault color verde botella que circula por el barrio y lleva
una pegatina en la ventana de atrás donde pone:
Menos
televisión / Más oración / Más vida de familia / Y la Madre feliz / Nos hace
dichosos
Debajo hay
una paloma blanca dibujada y al lado una lámina de Jesús con el texto: "YO
SOY AQUÉL que puede consolarte y pronto detiene tus lágrimas", que no está
muy lejos de otra donde dice: "Vengo a tu casa a pasar este día
contigo". En las puertas hay estampas de vírgenes, carteles que anuncian
"Buenas noticias", "Jesucristo vive" y "Dios es
amor" y pegatinas de VIDA SÍ, ABORTO NO con el teléfono de la Fundación
Provida.
*
El puente
está adornado con farolillos blancos y verdes que se iluminan al anochecer. Han
empezado las fiestas de Triana y la calle Betis se ha llenado de casetas donde
venden espetos de sardinas y copas a dos euros y medio. Hoy la Virgen del
Carmen ha pasado por debajo de mi balcón. He visto cómo llegaba desde el final
del paseo y cómo se alejaba luego por el río en una plataforma de terciopelo
rojo. "¡Guapa!", gritaba el gentío agolpado frente al Guadalquivir,
que hoy olía a incienso y a flores. Docenas de mujeres le han cantado el
Avemaría desde un barco, y cuando la orquesta ha parado de tocar, un hombre ha
exclamado: "¡Viva la Virgen del Carmen!", y la procesión entera ha
respondido: "¡Viva!"
Y mientras la patrona de los marineros desaparecía río arriba alumbrada por los farolillos del puente y los fieles se dispersaban y corrían hacia la calle Betis, me he acordado del palíndromo latino "Damos vueltas en la noche y somos consumidos por el fuego", que para algunos es una adivinanza cuya solución es "antorcha" y para otros una descripción de los demonios o del vuelo de las polillas.
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De DIARIO
DE SEVILLA, 26/08/2018
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