MAURIZIO BAGATIN
Si George
Best metía gol era porque algunas horas antes se había inspirado entre las sábanas
y las piernas de una mujer. Toda su genialidad llegaba al cenit si a Cupido se
le obedecía, y también Eros agradecía. Para los fans era una fiesta. No
siempre, cuando el sexo venía acompañado del alcohol todo se derrumbaba y para
Best era una pesadilla. Mejor hubiera sido quedarse entre sabanas húmedas,
acariciando piernas hermosas.
La
ontología del sexo, fútbol y rock & roll fue The Best. La
pelota tomaba la forma femínea y sus movimientos eran preámbulos, caricias,
besos. El dribling era la apoteosis de la seducción y el caño un mensaje
subliminal. Siguen las irlandesas soñando el rock, adentro y afuera de las
canchas.
Con la
Holanda de Rinus Michel y de Cruyff se revoluciona también la relación
entrenadores-futbolistas, el fútbol total inicia con un nuevo tipo de
relaciones entre el tiempo futbolístico y el tiempo privado de los futbolistas.
Las mujeres vienen admitidas en los retiros de los jugadores y pueden acostarse
con ellos. No se trata del amor libre de Woodstock, ningún flower power, sino
de unas bofetadas a los mojigatos y a los enclaustrados lugares comunes. Hacer
sexo antes de un partido elimina toda tensión acumulada y te hace feliz. ¿Qué
mejor estado de ánimo para enfrentarse con el adversario? A Neeskens y a los
hermanos van de Kerkhof siempre los vimos muy bien. El abrazo entre Zeus y
Afrodita bajo la persuasión de Nike…
Garrincha
se convirtió en un alcohólico a los 14 años. Como un pajarillo, sin torpeza y
con poesía andaba en las canchas de fútbol, y en los boliches entre mujeres, en
la cama aleteaba y de vez en cuando perdía una pluma, nunca su eterna alegría,
jamás su imborrable saudade. La cachaza y las mujeres le dieron el ritmo, y al
paso de samba y con unas fintas de capoeira embriagaba adversarios e infatuabas
a las chicas de su barrio. Por eso su andar fue padre de 14 hijos con
diferentes mujeres.
Los lunes
los futbolistas descansan, el departamento de Enzio Vendrame los lunes parecía
un ambulatorio de ginecología. El friulano, como pocos, fue poeta en la cancha y fue poeta con las
mujeres: “Vomitare, recitare, bestemmiare./Urlare, godere, soffrire./Per poi
amarti, chiavarti/succhiarti, consumarti,/divorarti tutta./Per poi vomitare,
recitare,/bestemmiare, urlare, godere,/soffrire./Per poi/morire”. El vino era inseparable de las
mujeres, andaba por su natal Casarsa invitando a los amigos en el lugar más
alegre del pueblo, la tumba de Pier Paolo Pasolini. Y hacerle un caño a Gianni
Rivera “Fue un gesto instintivo y me enfadé conmigo mismo. Aunque él también
tuvo su parte de culpa. Se abalanzó sobre mí con las piernas abiertas, y en el
fútbol, como en la vida, cuando alguien se abre de piernas te incita a hacer
algo”. Se fue Ezio
cantando “Ce l’ho con l’amore che tanto mi fa male”.
En el
África negra para calmar la libido te hacen comer papaya, así una leyenda bantú
narra de unos corredores que más corrían y más querían hacer al amor, hasta que
una vieja sourcier les dio de comer papaya y ellos así calmaron su
apetito sexual. Apenas nos contaron esta leyenda dejamos de comer papaya, las
que nos ofrecían chiquillos vivísimos en cada semáforo, en los largos caminos
de la brousse o solamente al ver llegar unos bichos blancos, que éramos
nosotros…
A los
futbolistas africanos les habrán hecho creer lo contrario, y les falsificaban
las fechas de nacimiento, les ofrecían papaya para un mejor rendimiento,
quedarse siempre jóvenes, ganar torneos siendo siempre menores de los
demás.
A Domenico
Marocchino lo llamaban el tombeur de femmes, fue por un buen periodo el
dandy del fútbol italiano, y las “marocchinate” fueron sus hazañas extra
futbolísticas, perder los entrenamientos durante toda la semana solamente para
probar lo que significa una semana de sexo, antes del partido del domingo.
11 de
agosto 2021
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Imagen:
Domenico Marocchino en un anuncio de la Sampdoria
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