MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
El de hoy
ha sido un día helado, pero muy luminoso. He trabajado en una vieja idea de
Selma Lagerlöf, llevada al cine en 1939 por Julien Duvivier. Por la tarde salí
a dar una vuelta por el camino de Erratzu. Ni un alma, o casi. Otza,
otza! es el saludo alegre del día. Frío, sí. Me gusta el lugar donde
he venido a parar (con idas y vueltas). Es fronterizo. La muga está a un paso.
Me digo que algún día tengo que regresar a un collado donde una herrumbrosa
alambrada pasa por medio de un cromlech. La muga fue una industria. El lau
gaua, el trabajo de la noche era un buen negocio. Unos se hicieron ricos,
otros no tanto. Ahí arriba (Gorramendi) los americanos tuvieron una imponente
base de radares; abajo, Bozate, el barrio agote, el barrio a secas, ya está
bien; la torre todavía fortificada de los Ursua y Lamiarrita, la casa palacio
de los Goyeneche… Con más desinterés que otra cosa suelo leer elucubraciones
sobre los lugares fronterizos, pero debe tratarse de otros porque no veo lo que
tienen que ver conmigo y manera de ver las cosas, en las que el humor vagabundo
domina. A mí me da igual lo que escriban. Me gusta que Francia esté a un paso y
que de esa luz del suroeste, de la que hablaba Roland Barthes, me toque algo en
el reparto, aunque sea mi norte. Me refiero a una Francia donde encuentro mucho
de lo que me gusta, pero sin tener que aguantar notarios, burócratas
municipales, reglamentos de puro delirio, policías, perceptores de impuestos
abusivos, bancarios granujas, syndics de copropiété más canallas unos que
otros, pero no mucho más… Me gusta el paisaje del valle, su silencio, la red de
las sendas de bosque y pastos, la gente con la que convivo entre bromas y
veras. No puedo pedir mucho más. Estoy de paso, pero no me importaría hincar
aquí el pico, en mi casa. En esa luz del atardecer de invierno veo un anuncio
que invita a vivir con intensidad lo único que tengo: el presente.
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De
VIVIRDEBUENAGANA, blog del autor, 17/01/2022
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