JORGE LUIS BORGES
Por los
mares azules de los atlas y por los grandes mares del mundo. Por el Támesis,
por el Ródano y por el Arno. Por las raíces de un lenguaje de hierro. Por una
pira sobre un promontorio del Báltico, helmum behongen*. Por los noruegos que atraviesan el
claro río, en alto los escudos. Por una nave de Noruega, que mis ojos no
vieron. Por una vieja piedra del Althing. Por una curiosa isla de cisnes. Por
un gato en Manhattan. Por Kim y por su lama escalando las rodillas de la
montaña. Por el pecado de soberbia del samurai. Por el Paraíso en un muro. Por
el acorde que no hemos oído, por los versos que no nos encontraron (su número
es el número de la arena), por el inexplorado universo. Por la memoria de
Leonor Acevedo. Por Venecia de cristal y crepúsculo…
Por la
que usted será; por la que acaso no entenderé.
Por
todas estas cosas dispares, que son tal vez, como presentía Spinoza, meras
figuraciones y facetas de una sola cosa infinita, le dedico a usted este libro,
María Kodama.
J.L.B.
Buenos
Aires, 23 de agosto de 1977
* Helmun behongen (Beowulf, verso 3139)
significa en anglosajón «exornada de yelmos»
En Historia de la noche (1977)
Foto: M. Kodama y Borges, Palermo (Sicilia) 1984
Frente a La Vucciria, óleo de Renato Guttuso
© Ferdinando
Scianna/Magnum Photos
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