Friday, January 10, 2014

El fiasco de Cochabamba


HUGO DEL GRANADO

Empecé a trabajar en la Embajada de Bolivia en Washington DC a partir de enero del 2010, tras ser contactado por un amigo, quien trabaja allí, durante las elecciones de diciembre de 2009 en las que ganó el MAS con mi voto. Me llamó la atención inicialmente la absoluta ausencia de indígenas dentro de la estructura de la Embajada, de miembros de los llamados movimientos sociales y, sobre todo, de gente de izquierda (algunos de los diplomáticos son incluso anónimos derechistas, un ejemplo que se me viene a la mente es el del consejero político don Javier Espinoza Pabón antiguo miembro de la banda fascista setentera "Los Marqueses".) Lo que es más sorprendente todavía fue que entre mis primeras tareas en la Embajada del Estado Plurinacional estaba la de infiltrar organizaciones eminentemente indígenas y de izquierda que se estaban formando en el área de Washington.
Estas organizaciones fueron movilizadas por miembros de la Embajada y el consulado durante las elecciones de diciembre para aumentar el exiguo caudal electoral del MAS en EEUU, pero cuando pasó el periodo electoral las autoridades de la embajada tenían como objetivo principal boicotear sus actividades, aislarlas y, en lo posible, destruirlas.

CONFERENCIA HECHA FIASCO
Sin embargo, la actividad que se me asignó luego y que me dejó verdaderamente atónito, actividad que fue por demás aleccionadora, fue la organización de la Conferencia de los Pueblos sobre Cambio Climático que se llevó a cabo entre el 20 y el 22 de abril en Cochabamba. Cuando me informaron sobre la idea de la misma a principios de enero quedé perplejo pues el Gobierno boliviano y, sobre todo, el Presidente Morales no tenían nada en común con la defensa del medio ambiente.
Una de las cosas más curiosas fue que el personal de la Embajada no estaba preparado para organizar semejante mamotreto. La conferencia más grande jamás organizada en territorio nacional. Es más, el personal de la Embajada jamás se interesó en entender términos básicos relacionados con la problemática del cambio climático.
Hasta el día de hoy recuerdo los calores que pasaron los funcionarios de la Embajada al no poder responder a preguntas elementales de activistas y expertos en el tema. Ante mis cuestionamientos insistentes sobre los verdaderos motivos de la Conferencia la única respuesta que recibí fue un silencio que poco a poco y, debido mas que todo al cansancio causado por la magnitud de la tarea organizativa, cedió, finalmente, al rumor de que Pablo Solón, el Embajador de Bolivia ante la ONU estaba, después del fracaso de su candidatura a la Secretaria General de la Unasur, tras de una posición permanente en la ONU; y organizar un evento de la magnitud de esta Conferencia convenía a sus aspiraciones burocráticas. Aspiraciones que coincidían con la aspiraciones de figuración mundial de Evo Morales. Alineamiento de aspiraciones personales que hacía digno un festejo mayor a llevarse a cabo en Cochabamba. La cuenta correría a cargo del Tesoro General de la Nación de Bolivia.

DOLOROSA INDIFERENCIA
La primera tarea era no adentrarse en el tema ni familiarizarse con la terminología y la temática sino más bien invitar a gente a la Conferencia de Cochabamba. Mi idea era invitar a destacados profesionales del área para, por lo menos, tener una discusión significativa en las faldas del Tunari. Entonces, empecé a recolectar publicaciones especializadas, direcciones de académicos y artistas comprometidos con la causa (fui yo el que consiguió, por ejemplo, la dirección de James Cameron quien jamás respondió a la misma aunque su nombre fue usado por un esbirro gubernamental para darle prestigio a una conferencia carente de asistentes representativos).
Sin embargo, nadie respondía a las invitaciones enviadas. Una dolorosa y total indiferencia fue la respuesta a nuestra avalancha de invitaciones. El olfato de la gente genuinamente preocupada por temas ambientalistas en los EEUU les impedía aceptar la invitación boliviana. Muchos de los potenciales invitados que contacté esgrimían diversas razones para su negativa, entre las mas benignas, que el evento de Cochabamba era un encuentro no vinculante que debilitaría la fuerza que se estaba alistando para la próxima cumbre vinculante de la ONU en Cancún.
Fue entonces que la desesperación empezó a cundir entre los diplomáticos de la avenida Massachussets. Nadie dentro de la Embajada compartía mi preocupación, la de invitar a gente destacada en el campo del cambio climático para que se discutan temas relevantes. No. La principal preocupación, y aquí cito textualmente a Erika Dueñas Loayza embajadora a.i. de Bolivia en los Estados Unidos, era que los mandamases "... me vean llegar a Cochabamba con un avión lleno de gente...".
Y eso fue lo que finalmente sucedió. Se invitó a algunas decenas activistas y "expertos" norteamericanos insolventes allegados a la Embajada y se le pidió ayuda al Gobierno de Venezuela para pagar por su traslado a Cochabamba. Finalmente fue la Citgo, empresa estatal venezolana afincada en los Estados Unidos, la que pagó los boletos aéreos, que fueron adquiridos de Aerosur, para que por lo menos un centenar y medio de pasajeros norteamericanos viajaran a Tiquipaya a discutir, entre humeantes sillpanchos, la problemática medioambiental.
Pero la intervención de Venezuela no se limitó al pago de los boletos aéreos de los ignotos expertos ambientalistas sino que, también, fue la mismísima Embajada de Venezuela la que en EEUU gastó miles de dólares en la promoción de la cumbre de Tiquipaya dentro del "Imperio". No fue pues sorprendente entonces para mí ver al final de la conferencia que el único Presidente en asistir fuese Hugo Chávez. El Comandante tenia que, como dicen los americanos, "poner la boca" (o mas bien el discurso en este caso) donde su dinero estaba invertido.
Me pregunto ahora que terminó la Conferencia y que el Presidente Morales viajó a la ONU a entregar personalmente los resultados de la misma, ¿qué seriedad puede tener el documento preparado en Cochabamba cuando la idea del su realización estuvo inspirada por aspiraciones burocráticas de sus principales organizadores? También me pregunto ¿qué calidad pueden tener documentos de trabajo redactados por ignotos expertos insolventes de todo el mundo? Vamos, sin ir tan lejos, ¿qué seriedad pueden tener los resultados de una conferencia financiada en parte por Hugo Chávez? 

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De TALCUAL, 06/2010

Fotografía: Obreros municipales barren las calles de Tiquipaya para la Cumbre (José Rocha/Los Tiempos)

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