Friday, January 17, 2014

The Grandmaster, la maestría de Wong Kar-Wai


Javier Vayá Albert
A menudo las enseñanzas más importantes de un gran maestro no son comprendidas por sus discípulos hasta mucho tiempo más tarde, hasta que quizá la vida te lleva a caer derrotado con el rostro sangrante entre la nieve. Tal vez esto sea lo que suceda con The Grandmaster, el último poema visual de ese maestro llamado Wong Kar-Wai, y haga falta el paso del tiempo para comprender y valorar en toda su magnitud su legado. Un paso del tiempo que es una de las constantes en la filmografía del director chino y que en esta película queda reflejado de manera arrebatadoramente hermosa. Es admirable como los dos actores protagonistas ( magníficos Tony Leung Chiu Wai y  Zhang Ziyi) muestran su envejecimiento tan solo con la ayuda de sus rostros y gestos, con un maquillaje casi imperceptible y huyendo de prótesis ridículas tan de moda actualmente. Es tan solo un pequeño ejemplo del mimo y la delicadeza con que su director ha tratado la cinta.
Porque The Grandmaster no es una película de artes marciales, es una oda a las artes marciales concebidas (ya lo THEGRANDMAS2indica su nombre) como arte, como una suerte de danza en la que tu rival (o acompañante) te puede matar pero también enamorar. The Grandmaster es un deleite visual y estético, una coreografía de imágenes de mortal belleza, una obra de arte en perfecto movimiento, una sinfonía de primeros planos, de cámaras lentas que de pronto se desbordan como caballos, una pirotecnia exquisita de fotografía y montaje. La escena de apertura bajo la lluvia, la lucha en la estación de tren, o la primera visita al burdel funcionarían por si solas como magistrales set pieces, pequeñas obras maestras de fascinante calidad plástica.
grandmasters-4Esto sería suficiente para muchos como quien firma esto para rendirse de nuevo ante el talento desbordante de Wong Kar-Wai, aunque para otros tal avasallador alarde estético parece evitarles ver el bosque. Porque hay mucho más en The Grandmaster pese a su, hay que reconocerlo, hermética y un tanto extraña atmósfera y su, por momentos, errático ritmo. El director confiesa haberse inspirado en el cine de Sergio Leone y de hecho hasta suena una canción de Érase una vez en América en un momento de la película. Inspiración que resulta palpable en el tono crepuscular de la historia, un auténtico Western de emociones soterradas, un canto a una forma de vida que se va extinguiendo y que contiene retazos de elegante poesía, diálogos y frases memorables sobre el honor, la justicia o la venganza. The Grandmaster  se destapa también como una historia de amor, un amor callado e imposible a lo largo de los años.
Hay que aclarar que lo que ha llegado a nuestras pantallas es la versión recortada por los productores (los Wenstein,grandmaster_3 claro) de dos horas sobre las cuatro  que duraba originalmente la cinta y que este no es más que uno de los tres montajes diferentes que Wong Kar-Wai ha presentado de forma paralela (China, Europa y USA), detalles que se notan y lastran un poco la majestuosidad del film. Pese a todo esto el visionado de  The Grandmaster es una experiencia maravillosa, un regalo de envolvente sensorialidad, un placentero teatro de los sueños no exento de grandes lecciones de vida, un onírico e inmenso tablero de ajedrez en el que una gran victoria puede acabar por ir derrotándote poco a poco.
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De PAPEL DE PERIODICO, 17/01/2014

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