Miguel Sánchez-Ostiz
Una enramada añosa en la niebla, restos de último otoño a modo de pinceladas de color rosa de cementerio, infumable, aunque al tabaco recuerde, primeros planos caducos, red inextricable de los fondos que se alejan y se pierden, invisibles, ahí están. No se me ocurre mejor imagen de la memoria y de la operación del recuerdo, de sus vericuetos, alcorces, callejones sin salida, puertas falsas y recorridos condenados a dar en nada. Madeja a desenredar y con cuyo hilo marcar el recorrido de esa calle que en una esquina se llama Entra si te atreves y en la otra, al fondo, Salsipuedes.
Viene en mi ayuda Curzio Malaparte en Diario de un extranjero en París (tiempo este de poner orden y de rematar lo que se pueda):"Como Proust escribía en papel absorbente, la escritura se ha ido ensanchando poco a poco, y filtrada en el papel, ya no es más que una pálida mancha de tinta china, una especie de palimsesto sobre el que se superponen las impresiones, los retratos, los recuerdos, se funden en un encaje de sombra de follaje como un bosque en la niebla".
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De vivirdebuenagana, blog del autor. 11/01/2014
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