Monday, May 19, 2014

Espacio y escritura

María Belmonte

Escribir, es la acción de un sujeto, mujer u hombre, de organizar por palabras el pensamiento, de comunicar o inscribirse en un contexto o enlace con otros. Celebro hacerlo en las postrimerías del año y en este sitio.  
 
¿Escribir para qué?   ¿Será para trazar los días, los actos?   Para leer después a distancia momentos de nuestra percepción.  Acaso será para testimoniar lo ordinario, o mejor, la existencia, recuperándola en una posterior lectura.   Es posible.  De no hacerlo, la vida podría ser solamente horas y días extraviados en el espacio inasible de alguna memoria personal o íntima.    

Hay escrituras, poemas, narraciones que vastos de luz, iluminados, provocan no olvidarlos.  Nos atraen con complicidad y los admiramos.  Hay poetas y narradores que la sensualidad de lo vivido, la caza oportuna y justa de una historia es la condición de su resplandor, de su respirar frontal con la existencia y la cotidiana apuesta.  
 


Al estar escribiendo este texto me viene a la memoria Vicente Alexaindre (1889-1984), poeta español, sevillano de una amplia bibliografía personal y además, Premio Nobel de Literatura en 1977.  No es casual que venga a mí este autor, me encuentro leyendo algunos de sus libros: Espada como labios (1932); Pasión en la tierra (1935) y Poesía de la consumación (1968).   Realizo un ejercicio con uno de sus libros: abrir sus páginas, leer el índice, elegir azarosamente algún poema y leerlo en voz alta. El  hacerlo no tiene otra intención que el hallazgo; existe una posibilidad con ese acto, disfrutar de la imagen poética y del sonido que emite; que esta musicalidad nos pertenezca y su contenido forme parte de nuestra vida.  Quizá no un poema, sino un solo verso, sea el que se apropie del instante y bulla o reconforte ese momento o en otro.
La escritura inscribe el texto no sólo en el papel.   La memoria recibe también su dosis de grafía, al mismo tiempo que permite acotar un espacio breve de gozo u angustia; de descubrimientos y ubicación o todo a la vez.
De esta manera la escritura y lectura es una movilización de símbolos y de recuerdos, una herencia de empeños y de propuestas.  Es importante escribir para los que no nos leen, escribió acertadamente el poeta Vicente Alexaindre, ese fue el hallazgo de mi improvisado ejercicio, se escribe para ser leídos por esas multitudes, esos lectores posibles, presuntos implicados en nuestros deseos.
“Escribo acaso para los que no me leen…...                                                                               
Para todos los que no me leen, los que no se cuidan de mí, pero de mí se cuidan (aunque me ignoren).
Esa niña que al pasar me mira, compañera de mi aventura,
viviendo en el mundo.
Y esa vieja que sentada a su puerta ha visto vida, paridora de muchas vidas y manos cansadas.
Escribo para el enamorado; para el que pasó con su angustia en los ojos; para el que le oyó; para el que al pasar no miró; para el que finalmente calló cuando preguntó y no le oyeron.
Para todos escribo.  Para los que no me leen sobre todo escribo.
Uno a uno, y la muchedumbre. Y para los pechos, y las bocas, y para los oídos donde, sin oírme, ésta mi palabra…..”.
                                      (Fragmento)
 
En un vasto dominio.  Revista de Occidente (1962).  Vicente Alexaindre.

Escribir y leer para enlazar los tiempos, los gramaticales y los reales, cuestionar y dudar, construir lenguajes buscando la verdad, dialogar entonces.
Escribir y leer es la atadura del que escribe y  lee: mira.  De este enlace surge la distancia del diálogo o la diferencia.   En este proceso escritural y lector, es donde se construye el medio común, el recinto deseado de la comunicación.
Mirar y registrar la voz del otro, es mirar y registrar la voz de nosotros mismos.
El espacio de la escritura y la lectura es el terreno de la advertencia, de la reflexión.

_____
De eLe, publicación cultural del Tecnológico de Monterrey, diciembre 2008

Imagen: Zhang Xiaogang, 2005

No comments:

Post a Comment