MAURIZIO BAGATIN
“Ho tradito sempre tutti/Tutti mi hanno perdonato/Non l'ho fatto/E mi hanno fucilato”
-Roberto Vecchioni, Tema del soldato eterno e degli aironi-
La destrucción
sistemática de la poesía en Yawar Mallku, escena madre de la voluntad de poder
piramidal, conservador, brutalmente antipoético, falsamente revolucionario. Y
de la obscena dicotomía izquierda-derecha, más vale preguntarnos ¿onomatopeya o
literalidad?
En
Aristóteles, la emoción de la rabia tiene los componentes de la venganza y el
menosprecio del estatus personal. Así se va demoliendo, revancha de los
resentidos, al honesto, al libertario, al bakuniano, al poeta y también al
político honrado. Y cómplice una masa donde la política es siempre de demanda y
nunca de acción. Serviles, infantiles, tristemente miserables.
“Todos
los movimientos políticos que tienen la rabia por impulsor caen en la venganza
y la obsesión por el estatus y rango que impide la búsqueda de bienes
intrínsecos y no se adapta a una sociedad en la que la reciprocidad y la
justicia son valores importantes” (Martha Nussbaum)
La rabia
genera el odio, cuando la emoción es estropeada, así en los perros, como la
describieron Demócrito y Aristóteles… Raphas es agredir en sánscrito,
y lysia es lud, violento, en griego… no como en la construcción
del futuro en Gandhi, en Martin Luther King y en Nelson Mandela.
En Bolivia
es lo que estamos viviendo hoy. Bellaquerías de los infames, cobardía del
poder, nunca enfrentando hombre a hombre, mezquinamente escudándose detrás de
un símbolo, de una puerta, del doctorcito altoperuano que no deja de ser ruin,
envidioso y traidor.
Una novela
de Carlos Medinaceli, un ensayo de Tristán Marof, una polémica de Franz Tamayo…
1 de
abril 2021
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Imagen: Max Beckmann/La noche, 1918-19
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