"Después de todo, solo las mujeres aman
realmente” - Kawabata
Yasunari -
Lilith, tal vez,
bajo una luna negra, cuando diosa del amor pura e impura desencadena
voluptuosidades y símbolos, más allá del mito, Eva, tú, fruto prohibido y
mujer, como Ophelia - poesía, tragedia y sueño en Shakespeare, en Rimbaud y
Pessoa - mujer, como Hipatia y Emma Goldman… Saartjie, la Venus Hotentote, Mata Hari, Carmen o Lucrecia Borgia y la papisa
Juana, dama de hierro y femme fatale,
geisha, Beatrice y Laura, santa y pecadora, aquella del amour fou, la viuda alegre y la suegra…
En
un fresco en Pompeya, petrificada en Ercolano, diosa… A-a, Anfitrite, Eurínome, Nidaba, Diana y Perséfone o mujer
bíblica: Naama en el arca de Noé, María madre de Jesús, las de Sodoma y
Gomorra, Ana, Magdalena y Ruth, las madres de los ladrones, ellas y todas las
de las miles guerras, las de las mil y
una noche, la que por última descansa, la primera que se levanta… Juana de
Arco, Suzanne, Bocca di Rosa… hermafrodita, hetaira y virgen, escándalo y
admiración.
Doñear entre
ninfas, doncellas y cortesanas, amilamias, reinas y rabizas, putas o pirujas,
busconas y putañas, retratos de furias y dulzuras, paz y temblor, matriarcas y
matronas, diabólicas china supay, mujeres
arañas, poetisa Szymborska, narradora
Yourcenar y maestra Montessori; filósofa Elena Cornaro Piscopia y sabia Aspasia
de Mileto, anarquista Louise Michel, belle
de jour y Elena de Troya, Medea y las desconocidas passantes…
“For I have sworn thee
fair, and thought thee bright, Who art as black as hell, as dark as night”. (William Shakespeare)
En el conticinio,
sola, contemplando el momento, en compañía, mirando al amado… todo lo efable de
tu vida, mujer, la vía láctea y el paraíso, Atlántida y Utopía… diseñarlas o
platónicamente, pintarlas sin tocarlas, en el sueño y la distancia. Si
rompiendo el encanto me enamoraría - no el haber hecho el amor contigo - nunca…
sino por literalidad y onomatopeya, una mariposa que se fuera a posar en una
flor, toda su pureza, el encanto, toda su belleza… Sirena, amor perdido, la
nunca encontrada, bruja, hechicera, maga, mujer heroína de tu novela, de las
mías, voz de Billie Holiday, y aquella vista solo por casualidad, un minuto,
toda la vida, mujer, que es el andar con el pincel de Joni Mitchell, tú,
Juliette Binoche y Maruschka Detmers, y las Claudinas de esta tierra, El llanto de la excavadora, aún y
siempre tú, mujer, demonio y belleza. Afrodita, por siempre, Penélope, en el
tiempo… desnuda, posando, sonriendo y cocinando… hermosa criatura dando a la
luz, amamantando, besando - ius osculi
- sexual o erótica, púdica o maliciosa, en fin carnal cruz y delicia. Esfinge,
un día, Eurídice, el otro, misteriosa e imposible. Dama histérica, mujerzuela… quimera
siempre.
Hoy, la del Facebook, la del semáforo de la esquina, en una revista, en la escuela, en el trabajo… siete por cada hombre sobre la tierra, mujer ella también, naranja azul y pachamama, Gaia, voluptuosa, excéntrica, maléfica… siempre infinita.
Las de
Botticelli, las de Raffaello Sanzio, todas las mujeres, Susana San Juan, Madama
Sui y Úrsula Iguarán, las pandorgas de Botero, las cúbicas de Picasso, Tamara
de Lempicka, Lolita, las fluctuantes de Modigliani, Anna Karenina y Madame
Bovary, nuestras madres, nuestro primer amor - lo que nunca se olvida -
nuestras hijas, madres amantes hijas, hasta
llegar a ti Raquel.
Mayo 2018
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Imagen: Jules Pascin/En el cuarto de hotel, 1908
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Imagen: Jules Pascin/En el cuarto de hotel, 1908
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