MAURIZIO BAGATIN
“La literatura no es más que un sueño guiado” - J.L. Borges -
Nordest italiano,
treinta años de carreras al dinero, nunca falta el trabajo, nunca hay tiempo
libre, hay tiempo solo para trabajar, producir, generar, o como se dice en
estos lugares: far schei (hacer
dinero). Hasta que todo se desmorona. La violencia se presenta en miles
facetas, dinero, sexo, acumulación, indigestión, vomito, muerte. Construir para
destruir…”Abbiamo saputo soltanto
costruire per distruggere” (Hemos sabido solamente construir para destruir, La colpa, Alberto De Poli), sino en la
visión demoledora de Adam Smith, para el obrero que fue contadino (campesino) y en la de Ermanno Olmi anunciando que deberíamos ir a una escuela de pobreza para
contener el desastre que está produciendo la riqueza… "Tierra-pasado de tumba-
donde mi / lengua desesperando se / disgrega y vacila" (Andrea
Zanzotto).
Y es una violencia que se transforma en literatura, en el Realismo letterario que produce el nordest italiano después de la caída, del desmoronamiento, después que la mujer borracha no iba acompañada del tonel siempre lleno… solamente los proverbios de los viejos (y muchas veces sabios) y la poesía de los Poetas (de los Poetas con mayúscula) encierran el mundo; nace un cuadro literario feroz, un sopapo perfecto, de una violencia hipnótica digna del Pasolini mas cívico, del Pasolini mas mitológico: no, no es ninguna visión, el mientras era de todos nosotros, invadidos, moldeados, realizados en un mundo imperfecto que sabíamos imperfecto, hipnotizados entre paraísos artificiales y fugas, ilusiones y perdiciones y, sobre todos, mentiras.
Y es una violencia que se transforma en literatura, en el Realismo letterario que produce el nordest italiano después de la caída, del desmoronamiento, después que la mujer borracha no iba acompañada del tonel siempre lleno… solamente los proverbios de los viejos (y muchas veces sabios) y la poesía de los Poetas (de los Poetas con mayúscula) encierran el mundo; nace un cuadro literario feroz, un sopapo perfecto, de una violencia hipnótica digna del Pasolini mas cívico, del Pasolini mas mitológico: no, no es ninguna visión, el mientras era de todos nosotros, invadidos, moldeados, realizados en un mundo imperfecto que sabíamos imperfecto, hipnotizados entre paraísos artificiales y fugas, ilusiones y perdiciones y, sobre todos, mentiras.
En italiano no
hay palabra que tenga el significado de decir la verdad, mientras que hay al
menos cuatro palabras (mentir, fingir,
engañar, inventar) para expresar lo contrario. Aparentemente en Italia
estamos más seguros con las mentiras que con la verdad.
Esta literatura no es una consolación, es coraje, y en literatura coraje es decir la verdad. “¿Era el mundo / o era yo como siempre / el que me fragmentaba?” (Andrea Zanzotto).
Esta literatura no es una consolación, es coraje, y en literatura coraje es decir la verdad. “¿Era el mundo / o era yo como siempre / el que me fragmentaba?” (Andrea Zanzotto).
El nordest italiano está resquebrajándose, campo y pueblo, campo y ciudad, campo y cuerpos en una única orgia materialista: un nudo corredizo llamado progreso, callos de las manos que se vuelven billeteras embutidas de ficción, sudor de la frente que se transforma en BMW, VOLVO, MERCEDES BENZ, casas en las lomas y violencia hacia el paisaje, hacia el territorio, hacia el hombre, mejor hacia los cuerpos: una naturaleza perdida, escribió el Poeta. Todo sintético, todo light, tutto finto, todo falso. Ninguna lágrima, ya no hay sudor y ni una gota de sangre: ¡estábamos mejor cuando estábamos peor!
Inocencia e
inconsciencia, miedo y deseo, apretando el acelerador, apenas canceladas las
cicatrices de las dos guerras, treinta años de vértigo insostenible; inocencia
e inconsciencia, coraje y locura… una necesidad que no siempre hizo
genialidades, una genialidad ciega, una profunda carrera hacia el más estúpido
logro humano: la riqueza material. Luego, de alguna manera siempre se fracasa.
Incluso el éxito es una forma de fracaso. Fracasamos porque no podemos evitar
el fin de las cosas, el fin del deseo, del amor, de la juventud, del talento,
el fin de la salud, de la esperanza, el final de la ilusión, de la existencia.
El significado de la vida parece ser nada más que un eterno fin.
Nordest italiano,
mi tierra, mi desierto y mi infierno, mi sangre y mi belleza…nacidos por
aquella némesis medica que visibilizó
Illich, la tierra de temporales y
prímulas de Pasolini, nuestras nostalgias y nuestras melancolías, tal vez
solamente las mías; pianura padana,
calma plana, gen e imaginario, único y colectivo adonde ninguna semblanza es
similar y todo es perfectamente igual, la tragedia y las farsas. Aquí jóvenes
más yo, los de mi generación y los de antes han pincelado la acuarela del
desastre, el underground de
Massimiliano Santarossa y el dark de
Alberto De Poli, el grito apocalíptico
de Francesco Maino y el análisis desde
los techos de Vitaliano Trevisan… sopapos y caricias.
La violencia del Realismo letterario es pura, quien no la
ha vivido deberá entregarse, antes era polenta en el desayuno, en el almuerzo y
por cena y nadie quiso cambiar, o todos cambiaron, desmineralizados nos
encontramos sin nuestro imaginario clandestino - “Chi da bambino non ha giocato, spesso scappando in rocambolesche
corse, a nascondino tra le file di granoturco ancora verde, e chi non ha avuto
le sue prime approssimazioni amorose, in piedi magari e avvolto da fogliami
freschi e col prurito innervante, e d'agosto oppure a settembre non é penetrato
furtivamente in qualche campo di pannocchie per sottrarne qualcheduna da far
passare alle braci incandescenti del fine estate?”-
(¿Quién de niño no ha jugado, a menudo huyendo en carreras atrevidas, a
los escondidos y entre las hileras de maíz aun verde, y quien no ha tenido sus
primeras aproximaciones amorosas, quizás de pie y envuelto en follaje fresco y
con la picazón inervadora, y en agosto o en septiembre no penetró furtivamente
en algún campo lleno de mazorcas para sacar una cuantas y cocinarlas sobre las
brasas incandescentes del final del verano?).
Ahora queda el
escombro, el abandono y el olvido, las telarañas que dibujan los no-lugares, todo mimetizado en este
territorio, en cuerpos en vida y en cuerpos sin vidas, que tal vez son los
mismos, hipnotizados por la fascinación de la violencia.
Septiembre 2018
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