Sunday, September 23, 2018

Perdidos en el bosque


JULIA GONZÁLEZ CALDERÓN

Primo Levi se perdió una vez en un bosque en Rusia, según cuenta en La tregua. Estaba alojado en un campo de refugiados en territorio ruso a la espera de que lo movilizaran para regresar a su casa. Habían pasado ya algunos meses desde la liberación de Auschwitz, y había ganado peso y salud, pero moderadamente: muchos meses más tarde llegó por fin a su casa en Turín. Su madre, que abrió la puerta, no lo reconoció.

Entonces Levi está dando un paseo por el bosque, hasta que decide volver al campamento. Duda: ¿cuál es el camino? Toma una dirección, pero no está seguro. ¿No se estará alejando? Mira a su alrededor, y nada le indica la senda correcta. Con un leve pálpito, reconoce ante sí mismo que se ha perdido, y que no sabe volver. Observa la luz vespertina bajar y suda: ¿ha sobrevivido al Holocausto para morir de frío perdido en un bosque ruso? Primo Levi pertenece al afortunado cinco por ciento de prisioneros que entraron en el tristemente célebre campo de concentración nazi polaco y salió con vida. ¿Cómo puede el destino reírse de él con tanta crueldad? ¿Ha esquivado a la muerte por hambre, por agotamiento, al suicidio, al asesinato, a las cámaras de gas, al trabajo forzado y a la escarlatina (que, paradójicamente, le salvó la vida al permitirle estar ingresado en la enfermería y ser abandonado allí cuando los alemanes iniciaron las Marchas de la Muerte hacia el Mar del Norte) para perecer miserablemente en ese bosque? No, no: Levi acaba encontrando el camino al campamento.

Algo parecido le ocurre a la escritora y artista iraní Marjane Satrapi en Persépolis. De adolescente, su familia la manda a estudiar a Viena para alejarla del conflicto y la violencia en Irán. Allí, se enamora y, oh sorpresa, la cosa no sale bien: su novio la engaña con otra chica. Satrapi, con el corazón roto por primera vez en su vida y lejos de todos sus seres queridos, cae en una depresión que la lleva a vivir en la calle. Acaba ingresada en el hospital con una pulmonía, y se pregunta: ¿he sobrevivido a la guerra para morir por un chico que me ha engañado? Satrapi, como Levi, acaba saliendo de su propio bosque, rumbo también a casa.

Os cuento estas dos historias porque quizás alguno de vosotros/as esté perdido en el bosque ahora mismo. Habéis sobrevivido, como todo el mundo, a tragedias personales más grandes o pequeñas: habéis sobrevivido, por ejemplo, al acoso escolar, al abuso sexual, al maltrato, a una relación tóxica, a la soledad, al fracaso, a la enfermedad y a la enfermedad mental, al divorcio, a la pérdida irremediable y temprana de un ser querido... Se os han quemado cosas en el fuego, y seguisteis adelante. Y con esto os quiero decir que, aunque estéis perdidos hoy en el bosque, pronto reconoceréis el camino de vuelta a casa (o, al menos, a un campamento temporal), porque, como Levi y como Satrapi habéis sobrevivido a peores lances y, como ellos, sobreviréis a más.

Foto: es una imagen de Persépolis que he sacado de aquí. La mujer que aparece en ella es la propia Satrapi.

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De NINGÚN LUGAR SAGRADO (blog de la autora), 23/09/2018


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