"Pero el peligro del odio es que, una vez que
comienzas a cultivarlo, obtienes cien veces más de lo que esperabas. Una vez
que comienzas, ya no paras. No conozco nada más difícil de controlar que el
odio. Es más fácil dejar de beber que dejar de odiar… “- Philip Roth -
Esta es una
arqueología del mal, un laberinto que nace
bíblico y sigue, buscando en la oscuridad una posible luz, es Caronte que
narra el dolor, la crueldad, la violencia y el horror. Hay un Mefistófeles en
aquel espejo, son Isaac y Abraham, el Conde Ugolino y sus hijos, el coronel Kurtz
y el Lord of the Flies, un Ícaro
lejos del sol, una Ave Fénix rocambolesca… si abres la puerta, una matrioshka, un rompecabezas, una esfinge,
un Pigmalión… es el Mito.
El mal: ¿dónde se
genera, adonde está su origen - de un gen
individual o de una genética colectiva - despreciando que hay la muerte?
"Habíamos visto la belleza / (un oriente en
el corazón de las letras realizadas), / pero no pudimos encontrar una respuesta
al mal / que pulsó en nosotros” (Martine Audet).
En esta tremenda
novela el oxímoron perfecto es la muerte
del alma: aquí no hay alma, aquí no hay muerte que no sea la muerte de toda
la espiritualidad, de toda la esencia de lo humano. El carbono nos revela
presencias antediluvianas del mal, la conciencia reconoce los dos dueños de
nuestra vida: el dolor y el miedo. Toda la violencia es la violencia de la Historia, la violencia del paisaje, de
su clima - el aire enrarecido - único, algo de
bronce y algo de enfermo, unos kuchus predestinados, las banalidades de
todos los males del hombre, un callejón sin salida ya… las heridas, luego,
cicatrices hechas tatuajes como seres imaginarios - de una Divina Comedia o de
Swedenborg - catapultados en la miseria del fin de la noche, mirando una
alucinante metrópolis: La Paz.
“…y llega al Alto de La Paz, conmovido hasta el
mayor extremo, en ese estado de gozo y exaltación que solo se alcanza cuando la
naturaleza ha estrujado el corazón humano con su máximo poder” (José María Arguedas).
¿Habrá un más
allá? En este nonsense violento y claustrofóbico,
hecho de canibalismo y perversiones, de morbosidades y fetichismo, de este
gratuito tormento de todo lo humano, si
tienen un alma, como recitaba Emily Dickinson, moriría más a menudo…
En
este quilombo no hay puertas: mañana
ocultaremos nuestros pecados, ocultaremos nuestras culpas… nuestras
barbaridades, nuestro atroz diario
secreto. En este laberinto, ser escritor es ser
artesano de la palabra… una mirada hacia el inmenso vacío, el solo verde de las
canchas sintéticas de fútbol, los Aukis
y el Apu… el viento que te acaricia
cortando tus mejillas, más lejos las piedras del Mito profundo, con su sonido
perfecto, con toda su violencia y toda su simbología inmovible. Esta es la
verdadera obra de arte.
No hay puertas, hay espejos, dijo Octavio Paz. Mañana Where do the children play? Se preguntaba Cat Stevens…
Nota: soy un
lector desordenado y pasional, tal vez un lector responsable; conozco a Daniel, bueno lo conozco a través de esta
lectura, de sus visitas a la Llajta, a la ECO Feria y de unos sillpanchos y unas cuantas Huari compartidas
en Cocha, su novela La puerta es - desde mi lectura - lo que
han leído arriba… y mucho, muchísimo más, léanla y me avisan. Tal vez salgan
vivos de la vida.
Septiembre 2018
No comments:
Post a Comment