JORGE MUZAM
Anochece octubre.
La última noche. La lluvia que no cesa. El cementerio es territorio filosófico,
memoria inflacionada con nudos en la garganta. Los espíritus de las matriarcas
esperan su visita anual vestidos de ilusión. Los viejos inmortales de poncho humedecido
se confunden con el vaho del crepúsculo primaveral, con el rumor del viento
norte atravesando los cedros. Crepitan las gotas de lluvia en las hojas del
castaño. Los chilcos danzan en el aire como veteranos del Bolshoi. Rechina el
viejo portón de hierro. Alguien quiere que entres o te vayas. Esperamos el
carromato de Mozart en esta ensaladera de cruces carcomidas. Al menos para
agradecer su Réquiem incompleto. Para tararear con voz alcohólica los sones de
la marcha final. Estamos en paz. La absolución para tanto pecado imaginario la
dará Onfray. La teoría de la relatividad de la vida nos espera en casa.
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De CUADERNOS DE
LA IRA (blog del autor), 10/2018
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