Sunday, August 20, 2017

El Chaco de Roberto Leitón

FREDDY ZÁRATE

El escritor granadino José Ortega, especialista en literatura boliviana, afirmó: "Literariamente, la Guerra del Chaco dio lugar a la generación del Chaco, es decir, un grupo de escritores a quienes la traumática experiencia de este conflicto llevó a la introspección y análisis de las motivaciones y consecuencias que la guerra tuvo en la sociedad boliviana”. 

Matizando la idea de Ortega, se puede advertir que el conflicto del Chaco (1932-1935) promovió distintas visiones. Por un lado, el Ejército boliviano se empeñó en divulgar ante la opinión pública un patriotismo excesivo, abnegado y sacrificado. Para este cometido, el Estado Mayor General creó el Departamento de Censura, que cumplía la función de revisar minuciosamente todos los manuscritos antes de su publicación. A pesar de este hostigamiento, surgieron voces críticas que cuestionaron los desaciertos militares, las rencillas políticas y los prejuicios racistas en los campos de batalla. 

Uno de los géneros literarios que cultivó la Guerra del Chaco fue la novela. Se puede mencionar a Jesús Lara, Claudio Cortez A., Augusto Guzmán, Augusto Céspedes, Porfirio Díaz Machicao, Luis Landa Lyon, entre otros.

Un profesor normalista

Un protagonista de esta generación literaria del Chaco es el profesor normalista Roberto Leitón (1903-1999), quien acudió a la guerra a la edad de 29 años. 

El pedagogo reunió varias notas a partir del momento en que fue enrolado en el Ejército hasta que cayó herido a finales de 1933. Terminada la contienda, el manuscrito pasó 13 años entre "polvo y olvido”, indica Leitón. Fue el escritor potosino Armando Alba quien le sugirió publicar sus impresiones de la guerra en forma de novela. Al poco tiempo, Roberto Leitón publicó La punta de los 4 degollados (Editorial Universidad Tomás Frías, Potosí, 1946).

Este título está inspirado en un hecho trágico ocurrido al Regimiento 38: "Al pasar por el lugar, los soldados recordaban ese hecho macabro, mezclado entre fantasía y temeridad… Todavía veían restos de nidos de ametralladoras y llenos de agua colorada. Camisas rotas, dispersas y manchadas de sangre... Nadie pudo detener la canallada por esa acción bochornosa del degüello”. 

El relato inicia describiendo el ánimo optimista de varios soldados antes de embarcarse a los trenes del Ejército: "Tropa novicia. Almas sanas y puras sin odio contra los que encendieron la hoguera de la beligerancia (…). El espíritu bullanguero de los muchachos fluye sin ninguna resistencia. Es una tempestad de risa clara y cristalina”. 

A medida que la tropa se fue adentrando en la región del Chaco se produjo una mutación existencial: "Disminuye el incentivo de vivir. La selva aplana hasta los corazones llenos de optimismo. Hay una sensación de algo raro e insubstancial. Las miradas turbias de los soldados escudriñan con cautela la enigmática y demoníaca existencia de la selva”. 

Depresión geográfica

Reiteradas veces Roberto Leitón se inclinó en resaltar la nociva geografía del Chaco. La lucha no sólo fue contra el Ejército guaraní, sino contra la naturaleza hostil que se defendía: "Nubes, polvo, selva, calor, insectos y frío”.

Estos aspectos geográficos no fueron previstos por la cúpula militar. El verdadero trasfondo de lucha entre los "pilas” y los "bolis” -según Leitón- fue la inhóspita tierra que aceleró el ritmo de putrefacción moral y material de los combatientes: "Su espíritu se quiebra dentro del follaje bravío de la selva… La tierra huraña y reseca por la avaricia de la naturaleza… Ninguna esperanza ni retorno. Hoy sus entrañas se abren, necesita calmar su sed, beber sangre rubia, morena o mestiza. Satisfacer su hambre con carnes desechas por la furia asesina de los hombres”. 

Los diálogos retratados por Leitón en el campo de batalla reflejan en todo momento abatimiento y derrota: "Para eso nos han traído. Quieren destruir nuestros hogares. Que nuestras madres y hermanas vistan de luto toda una eternidad. Que haya prostitución, miseria y hambre. Pensar y no hay respuesta, a eso hemos venido. ¡Patria! ¡Patria!”. 

En los campos de batalla la palabra "patria” fue quedando vacía para los combatientes. Lo primordial era sobrevivir a la selva que representó sequedad, calor y millares de zancudos que con sus picaduras producían carachas. 

La crítica social de Leitón

Estos asuntos extrabélicos deterioraron profundamente el espíritu patriótico de los defensores del Chaco. Otro problema que brotó en el seno del "infierno verde” fue el racismo y la discriminación sistemática a los soldados indígenas. El personaje aymara de Leitón, Doroteo Zarcillo, no entendía por qué se encontraba en las trincheras del Chaco; sólo recuerda que fue reclutado por la Policía Militar y embarcado a los trenes con rumbo al campo de batalla. El soldado Zarcillo fue blanco de risas, menosprecio y racismo de parte de sus propios camaradas. Su español mal hablado, mezcla entre aymara y castellano, produjo el sobrenombre de "repete”.

Los campos de batalla significaron ofuscación y pérdida del sentido del tiempo. No sabían qué día era, en qué mes estaban y mucho menos si habían pasado años luchando contra un enemigo que no conocían. La única esperanza que tenían todos los soldados era el fin de las hostilidades. Todos estos aspectos deprimentes hace que uno de los personajes de Leitón se preguntara: "¿Seremos los mismos al terminar la guerra?”. A lo que su camarada responde "Creo que no. La lucha nos enseñó a odiar hasta a nuestros padres y hermanos. Los hombres nos enseñaron a odiar y matar. Yo mismo tengo asco de mi persona”.

Según el escritor Augusto Guzmán, Roberto Leitón es un "literato alimentado no de libros, sino de la vida dolorida”. El testimonio literario La punta de los 4 degollados se adscribe a la descripción de pasajes críticos del conflicto bélico con el Paraguay. 

La generación actual necesita despojarse de convencionalismos historiográficos que adormecen el espíritu crítico. Las interpretaciones de la historia, la cultura y la política deben ser leídas distantes de todo dogmatismo. Como señaló el ensayista Octavio Paz: "Sin crítica y, sobre todo, sin autocrítica, no hay posibilidades de cambio”.

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De PÁGINA SIETE, 20/08/2017


Imagen: Restos de combatientes apilados en el Chaco

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