“Todo puede nacer aquí en lo bajo de una espera
infinita” - Paul Valéry -
Dejas detrás tuyo
la islas Cíes frente a Vigo y de repente el negro océano te invade,
sacudiéndote del temprano sopor de una cualquier tarde de verano. Entras en
tierra lusitana y un andamiento lento se hace reconocer: mujeres absortas con
sus banderitas rojas al paso del tren avisan ciclistas y un carro trajinado por
buey, hombres sentados bajo la sombra de unos olivos disfrutan el aire tomando
un vino del mismo color de su tierra.
Es una nostalgia
distinta, una melancolía diferente, es saudade. Una brisa, un canto, un toque
de viola y la saudade se hace fado… el fado
no es alegre ni triste [...] Formó el alma portuguesa cuando no existía y
deseaba todo sin tener fuerza para desearlo [...] El fado es la fatiga del alma
fuerte, el mirar de desprecio de Portugal al Dios en que creyó y que también le
abandonó, escribió Fernando Pessoa, saudade hecha música y canto, mirar el
inmenso oscuro océano de frente, el no retorno, angustia, ansia, desasosiego… canto
de sirenas al anochecer, lobos ululantes en las noches… no el dolor y ni el
miedo sino más profundamente, como una excavación en el alma, un bien que se padece y mal que se disfruta,
dijo el escritor portugués Manuel de Melo.
Y Viana do
Castelo, perfumada de pescados cocinados a la brasa, inebriada de oporto, un
arabesco continuo en sus letanías nocturnas, ella parece saudade y fado,
nostalgia del no partir y añoranza del retorno… imaginando a Cabo Verde,
soñando a África, dibujando a Brasil.
agosto 2017
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