Friday, August 25, 2017

La fontana de las tetas y las tetas de Venus

MAURIZO BAGATIN
"Avec des pétales de roses,
Un bout de corsage lui fis.
La belle n'était pas bien grosse:
Une seule rose a suffi."

-Dans l'eau de la claire fontaine, GEORGES BRASSENS-

En Treviso, apacible ciudad del nordeste de Italia - sus ciudadanos vienen siendo gentilmente llamados magnaradici (come lechugas… el radicchio rosso de Treviso es una hortaliza ya conocida y apreciada en casi todo el mundo…) y sufren la desdicha de tener un notorio alcalde racista - antes de llegar al centro, en la calle Calmaggiore, hay un busto de mármol, La fontana delle tette (La fontana de las tetas). La historia nos reconduce a la época en la cual Venecia era la Serenissima y dominaba tierra y mares; con la llegada del nuevo Podestá estas pródigas tetas erogaban, de un pecho vino tinto y del otro vino blanco y todos podían beber a voluntad y gratis durante tres días. La estatua fue esculpida en 1559 por orden de Alvise da Ponte, Podestá de la Republica de Venecia en aquella época, para dar líquido elemento a una ciudad que sufrió una terrible sequía. La fuente original se encontraba al interior del Palacio Pretorio, seriamente estropeada por el tiempo y por la falta de cuidado, fue removida, luego se perdió y gracias a la intervención del Abad Luigi Bailo recuperada, y así trasladada en el Museo Casa de Noal, lugar adonde la podemos admirar. Una copia fiel, reconstruida en 1989 por el escultor peruano Miguel Miranda Quiñones es la que hoy admiramos paseando por la ciudad atravesada por el rio Sile…   

El cronista local Matteo Sernagiotto así la describió: “… vaga donna marmorea sovra conca marina con ambe le mani stava spremendosi le turgide poppe, e due vivi zampilli d’acqua cristallina, mercé industre congegno di ruote, tolta al vicino Cagnano, offrivano abbondante liquore alle case e botteghe circostanti” (…vaga mujer marmórea sobre concha marina con ambas manos fue apretando los pechos hinchados, y dos fuentes vivas de aguas cristalinas, gracias al artilugio laborioso de ruedas, sacadas del cercano Cagnano, ofrecían abundante licor a las casas y tiendas circundantes…).

Las tetas, primero amor…primer aposento dionisiaco.
En el siglo XVII, el cocinero de las elites Vincent La Chapelle, trabajó para Lord Chesterfield y luego para el príncipe de Orange, nunca sin despertar variadas sensaciones; proponía a sus nobles e hipócritas comensales “Entrèe de pommes d’amour”, colinas de carnes blancas (o pescado) elaboradas en formas de grandilocuentes pechos; en homenaje al martirio de santa Ágata y durante una tempestad de frustraciones freudianas, las monjas del monasterio de Montevergine (azar de un nombre… diría Borges) en Palermo, inventaron las “Minni di Virgini”, codiciadísimas cúpulas de glas blanca con una roja cereza confitada por pezón. Tan suculentas que inspiraron poetas y elevaron el nivel de glucosa en la sangre siciliana…

Y aquí va la receta de las Tetas de Venus: empastar 500 gramos de harina OO con 500 gramos de papas peladas, hervidas y aplastadas, 2 huevos, 50 gramos de mantequilla, 100 mililitros de leche tibia en la cual se debe añadir y disolver una pizca de levadura de cerveza. Empastar el todo y dejar reposar… mientras se prepara el relleno: picando 150 gramos de jamón cocido, alcaparras a gusto, una mozzarella fresca (como la que Don Pasquale aconsejaba comprar a  Felice Sciosciamocca en el insuperable “Miseria e nobiltá”) gentilmente despedazada… cuando la masa esté lista hay que desenrrollarla con un rodillo hasta alcanzar un espesor ni muy grueso, ni muy delgado, con una taza extraer unos círculos y en su interior poner el relleno, cerrar como si fueran unas bolsitas, dejar reposar por otra media hora y finalmente freírlas en abundante aceite hirviente. ¿Qué más se esperaban?

Agosto 2017

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