“Se bebe alcohol desde la noche de los tiempos,
sabemos instintivamente que es bueno enjuagar las entrañas, pero es mejor no
llegar a ahogarlas” - Aleister Crowley -
Al inicio fue Yoknapatawpha que generó Cómala, que generó Macondo, que generó Sapukái,
que generó Tocaia Grande, que generó Tirinea, que generó San Javier de Chirca… todas aldeas invisibles y mágicas,
fantasmales y bulliciosas, exóticas y míticas.
San Javier de Chirca, además es embriagadora, por sus bebidas y por una
mujer: la Claudina. Elegante y visionaria, trágica y realista, es la novela de
la femme fatale boliviana que atrae,
encanta, seduce y atrapa, es la novela del ganar
significa aceptar…embriagarse de vino, de poesía o de virtudes.
Hace diez mil años que el hombre vive en armonía con la ebriedad; el alcohol como freno y como motor, sin él Hemingway no hubiera podido arrestar el ímpetu y al mismo tiempo escribir; sin el alcohol Van Gogh y Toulouse-Lautrec no hubieran pintado, sin las dieciséis diferentes variedades de bebidas espirituosas Carlos Medinaceli no habría parido… in vino veritas... a la Chaskañawi y la Claudina más famosa de la literatura boliviana se habría ahogado en un charco salado y sobrio, en la uniformidad de un solo color plúmbeo.
Hace diez mil años que el hombre vive en armonía con la ebriedad; el alcohol como freno y como motor, sin él Hemingway no hubiera podido arrestar el ímpetu y al mismo tiempo escribir; sin el alcohol Van Gogh y Toulouse-Lautrec no hubieran pintado, sin las dieciséis diferentes variedades de bebidas espirituosas Carlos Medinaceli no habría parido… in vino veritas... a la Chaskañawi y la Claudina más famosa de la literatura boliviana se habría ahogado en un charco salado y sobrio, en la uniformidad de un solo color plúmbeo.
En San Javier de
Chirca nos tomamos chicha, vino, singani, yungueño, chicha de maní con vino y canela,
cerveza, vermut, aguardiente de higo, ponche de vino, canelita (ponche de
canela con singani), néctar (leche con aguardiente), coctel de singani, vino
borgoña, coñac, aguardiente y aguardiente de chancaca…
En estos lugares
fabulosos llueve siempre o no llueve nunca, los perros ladran sin morder (por
eso ladran) y avanzan siempre, la luna hierve y el sol opaca todas las miradas,
el viento gira, gira y torbellino tras torbellino vuelve siempre a su lugar;
estos espacios transportables son estados de ánimo, exageraciones, amores y
desamores, encuentros y desencuentros, alucinaciones y enloquecimientos…nostalgias y decepciones escribe el
Poeta.
La vida y la muerte no cambian nunca. Aldeas madres y comarcas patriarcales,
si en ellas estamos gozamos de toda ilusión, de toda utopía que el hombre
compone, acomodación formal de la palabra, abstracciones, huidas, fugas de lo
cierto y de todas las incertidumbres. Pueblos
chicos, infiernos grandes. Tierra incógnita y suspendida.
Si en ellos no
estamos, añoramos la soledad y la compañía. Estos espacios le ganan a la muerte,
estos imaginarios de todos los sures del mundo siguen ahí, son el sueño de
todos los imaginarios del norte: un hemisferio sueña, el otro es el sueño. Este
es el mundo poético escrito, una construcción real, tal vez no verdadera, que
se monta sobre la tierra que nos alberga. Arraigo y desarraigo a la vez.
En San Javier de
Chirca hay un festín, el festín de la fuerza mestiza, del tiempo inmóvil y de
la atracción del hombre con la tierra, con sus tragedias y sus esfuerzos para
comprenderlas.
Tarde de sol, paz de aldea… el Mito la deja aún en vida.
julio 2017
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Imagen: Alfredo Loaiza
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