FERNANDO LIZAMA-MURPHY
Cuando el
sacerdote jesuita Nicolás Mascardi hacia 1670 plantó unos
manzanos en la zona que actualmente es Neuquén no imaginó que se multiplicarían
cubriendo cientos de hectáreas de fruta silvestre. Tanto así que el sector tomó
el nombre de País de las Manzanas. Ese fue el territorio
que, casi dos siglos después, gobernó y por el que luchó Valentín
Sayhueque, lonco o cacique principal.
Con los españoles
ya expulsados de Chile y Argentina, Francisco Perito Moreno,
investigador bonaerense que convivió con el lonco en sus tolderías (aunque
algunos historiadores sostienen que fue su cautivo), habló de siete tribus que
habitaban la extensa pampa y la Patagonia. Cito textual: “Araucanos, Picunches,
Mapuches, Huiliches, Agongures, Tehuelches y Traro Huiliches”, cada una
con su jefe, pero casi todas unidas bajo un lonco, Valentín Sayhueque, a quién
la prensa ungió como Rey del País de las Manzanas.
La única frontera
aceptada por estos pueblos, que eran muchos más que los señalados por Moreno,
era la Cordillera de Los Andes. A las tierras que quedaban al oriente del
macizo andino (actual Argentina) las llamaban Puelmapu y los
territorios del lado occidental (actual Chile), los denominaban Ngulumapu.
La fecha de
nacimiento de Sayhueque es incierta, oscila entre 1818 y 1820. Era hijo del
cacique Chocorí, mapuche según unos, tehuelche según otros. Su madre,
Yelculachüm, era de origen puelche.
Desde muy pequeño
fue víctima del afán expansionista argentino, país que ambicionaba tomar
posesión de todos los territorios del sur, cuyo dominio también reclamaban los
chilenos. Antes de la llamada Guerra del Desierto, el gobierno hizo
dos intentos por someter a los aborígenes, primero por Martín Rodríguez,
entre 1820 y 1823, y luego por el general Rosas, entre 1833 y 1834,
que fue el que dejó huérfano a Valentín. En 1833 su padre muere en un
enfrentamiento con el coronel Sosa.
De ahí para
adelante se supone que Sayhueque se dedicó a recorrer las tribus de la zona
para formar un frente único en contra del ejército argentino que, bajo el
pretexto de llevar la civilización, los perseguía y asesinaba.
Pero el indio era
inteligente y comprendía que con sus fuerzas y su armamento difícilmente podía
enfrentar a un ejército profesional. Prefirió buscar el camino pacífico y firmó
con el gobierno del presidente Julio Argentino Roca, un tratado de
convivencia, según el cual se detenía la guerra, se respetaban los territorios
indígenas que conservaban hasta ese momento y Sayhueque se comprometía a no
unir sus fuerzas con los mapuches de Cafulcurá que, expulsados por el ejército de Chile,
asaltaban a los colonos, sobre todo galeses, “importados” por el gobierno. Para
sellar este pacto, Roca lo nombró Gobernador de las Manzanas.
Pero al gobierno
solo le interesaba ganar tiempo y evitar que las cinco mil lanzas del
Gobernador de las Manzanas se unieran a las de Cafulcurá, que se dedicaba a
malonear en la pampa y tenía de cabeza al gobierno con sus constantes ataques,
robo de ganado y captura de cautivas. Después del acuerdo, borrado con el codo,
las tropas continuaron su lento pero inexorable avance por territorios que los
indios suponían intocables después del tratado.
Paralelamente, el
gobierno chileno intentaba seducir al lonco para que se traspasara con sus
tropas y tierras a su amparo, prometiendo prebendas, pero él se negó. Se
consideraba argentino, pese a que en sus cartas llamaba al general Bulnes “mi
compadre estimado”. Como contraparte, antes de romper con él, al presidente
Roca lo tildaba de “distinguido y respetado amigo”.
Sayhueque,
conviviendo con ambos países, trataba de conseguir para su pueblo el
bienestar que él creía que se merecía y para ello necesitaba paz, tierras para
cultivar y ganado para criar. Cuando el cacique comprobó que su contraparte
argentina no cumplía lo pactado, se sintió traicionado y les declaró la guerra.
Por mucho tiempo
fue una guerra de guerrillas, asaltando destacamentos, tomando prisioneros y
complicando la acción colonizadora de los argentinos. Hartos de escaramuzas que
costaban vidas, dinero y prestigio, Argentina nombró, en 1881, al general Conrado
Villegas para una guerra definitiva. Se movilizaron 1700 hombres en
tres brigadas para combatir a 1000 lanceros, según los cálculos oficiales, de
Sayhueque y de otros caciques aliados.
Las tres brigadas
derrotaron a enemigos con armamento inferior y sin disciplina táctica.
Victoriosos, llegaron hasta Nahuel Huapi, mientras los caciques derrotados
buscaron refugio en territorio chileno. En 1882, Villegas expandió la frontera
a todo Neuquén e hizo levantar 15 fortalezas, pese a que consideraba que su
enemigo estaba derrotado. Un informe del mismo general aseguraba que Sayhueque
y su gente huyen pobres, miserables y sin prestigio.
Poco a poco se
rendían otros caciques, entre ellos Manuel Namuncurá, con 330
guerreros. Solo quedaban dando la batalla Sayhueque, Inacayal y un grupo de
pequeños jefes que aportaban alguna tropa.
La batalla final
se produjo el 18 de Octubre de 1884 con el desenlace que era de prever.
Sayhueque volvió a buscar refugio en territorio chileno con la esperanza de
recomponer sus huestes y regresar a la lucha, pero todos estaban hartos. Nadie
lo secundó.
Se entregó en
Junín de Los Andes el 1° de Enero de 1885. Cuando se inició la guerra se
calculaba en 30.000 los habitantes del País de las Manzanas. Al momento de la
rendición, lo hizo junto a 700 guerreros y 2500 entre ancianos, mujeres y niños. El resto de su tribu, los
manzaneros, murió o se dispersó por la pampa, asimilándose a otras tribus.
A los vencidos
les dieron trato de prisioneros y en medio de humillaciones, hambre y
enfermedades, los trasladaron a pie a Carmen de Patagones donde, los que
cupieron, fueron embarcados en el vapor Pomona hasta Buenos Aires. Una vez en
la capital, los caciques y sus familias quedaron prisioneros en el “El Retiro”.
Los demás guerreros, o fueron reclutados en la Armada argentina, o trasladados
a Tucumán para trabajar en la zafra. A las mujeres les arrebataron sus hijos y
la Sociedad Nacional de Beneficencia los distribuyó entre las familias “de
bien” para que ellas trabajasen como sirvientas y los niños como criados.
Se estima en
34 millones de hectáreas la superficie enajenada a los aborígenes, las que
fueron repartidas por el gobierno. Cinco millones de ellas beneficiaron a
veinticuatro personas.
Sayhueque y
los demás indios retenidos en “El Retiro” se convirtieron en una atracción
turística, tipo zoológico. El cacique, intentando ser escuchado por las autoridades, dio entrevistas
y recibió muchas visitas de personalidades de la época, que se fotografiaban
junto a él como para mostrar que estaban a favor de su causa, pero nada
ocurría. Durante su forzosa reclusión lo visitaron su viejo amigo Moreno, el
Azorbispo, el Ministro de Guerra y se entrevistó con el Presidente Roca. La
pretensión del indio era conseguir tierras en las que sus gentes pudiesen vivir
en paz y con dignidad.
En abril pareció
que sus súplicas eran escuchadas y los trasladaron a Chichinales, cerca de
Villa Regina, en donde permanecían sus coterráneos que no cupieron en el
Pomona. Para evitar nuevos levantamientos, el gobierno dejó en Buenos Aires,
como rehenes, a su familia y a los otros caciques. Le explicaron que éste era
un destino transitorio, a la espera de la pronta asignación de tierras
definitiva.
Pero el viaje no
representó solución para Sayhueque y sus aliados. La burocracia demoró diez
largos años en otorgar lo que el indio pedía. Solo en 1896 les asignaron
unas tierras en Chubut, en un sector llamado Valle de Genoa, unas colinas
pedregosas, con poca agua y muy lejos de los manzanares que le dieron sus
títulos y que lo llenaban de nostalgia.
Murió en Chubut,
de un ataque cardiaco, el 8 de septiembre de 1903. Fue asistido en sus últimos
momentos por el sacerdote salesiano Lino Carvajal. Al final, hasta su espíritu
que parecía indomable fue sometido a la invasión foránea.
Las tierras
asignadas por el gobierno se remataron algunos años después por la deuda que,
supuestamente, un hijo de Valentín Sayhueque mantenía con una empresa lanera.
Así terminó la
breve dinastía del Rey de las Manzanas.
©Fernando
Lizama Murphy
Talca, marzo
de 2015
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Del blog del autor, 13/06/2016
Imagen: Sayhueque
Muy interesante, otro episodio de dolor y sometimiento.
ReplyDeleteParticularmente en la pampa del sur donde la guerra fue a extinguir.
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