A modo de breve
introducción: la discusión sobre el carácter mestizo de Bolivia, abarca varios
siglos. En lo concreto, como categoría de autoidentificación, fue alrededor de
la Guerra del Chaco y el Nacionalismo Revolucionario que lo “mestizo”, como
identidad que abarca a todos los bolivianos, aparece con más fuerza. En el
Estado Plurinacional –o bien, la indigeneidad estatal- el mestizaje recobra
vigencia cuando se discute la inclusión de la categoría “mestizo” en la
pregunta 29 del Censo de 2012, respecto a la identificación del encuestado. Dos
posiciones (significaciones) básicas se contraponen en este debate: un
mestizaje nacional, que presenta a lo mestizo como un elemento esencial a lo
boliviano, y el mestizaje colonial, que desecha a lo mestizo porque recrearía
ciertas jerarquizaciones sociales que datan desde la colonia.
El mestizaje
estático y ambiguo de Carlos Mesa
El análisis parte
de un estudio acerca del concepto de “mestizaje” en el libro La Sirena y el
Charango. Ensayo sobre Mestizaje del expresidente Carlos Mesa. Desde la teoría
semiológica de Roland Barthes en su libro Mitologías, de lo que se trata es
indagar cómo el autor presenta al mestizaje como algo “natural”, esencial en
Bolivia y, sobre todo, la única vía para preservar una suerte de “comunidad
imaginada” que estaría en amenaza desde la aprobación del texto constitucional
en 2009 y el auge de la indigeneidad estatal con el Movimiento Al Socialismo y
Evo Morales y Alvaro García a la cabeza.
Mesa quien, como
se sabe, goza de cierto prestigio en la intelectualidad boliviana, recurre a su
carrera de historiador para presentar al lector el problema principal en el
contexto que lo rodea: que el Proceso de Cambio tiene la intención de “torcer
la historia” y al hacerlo, ideologías y hechos contrarios a la democracia se
van presentando. Si bien el autor confunde a menudo indigenismo e indianismo, y
el “comunitarismo andino” de principios de los 90 es poco estudiado en el
libro, la oposición del autor es evidente. Obviar el carácter mestizo –que en
muchos pasajes del libro, se entiende como cualquier tipo de “mezcla”- es una
de las consecuencias y que por esto, dos tipos de ciudadanía se han creado: una
indígena y otra no-indígena. Para el autor, que debe defender la idea de un
mestizaje nacional, la identidad boliviana es esencialmente mestiza: desde la
Colonia, la República y, curiosamente, lo precolombino, el mestizaje ha estado
siempre presente y es por tanto, una esencia sobre la que puede construirse una
nación fallida y conflictiva desde el comienzo y que, a pesar de las derrotas y
los fracasos, solo ha podido verse plena durante el Nacionalismo Revolucionario
(1952 – 1964). El mestizaje es entonces, una superación al conflicto.
No obstante, el
mestizaje nacional que estaría defendiendo Mesa, según Luis Claros en su libro
Traumas e Ilusiones. El “mestizaje” en el pensamiento boliviano contemporáneo
(2016), no es –en mi argumentación- un mestizaje que sirve de base para la
construcción de la nación, sino, uno que evoca a la modernidad: Carlos Mesa no
tiene en mente que cualquier formación social tiene un flujo constante de
actores y relaciones sociales que la afectan en el tiempo, en gran manera. Su
proyecto de nación y modernidad es estático: no presenta más que una sociedad
libre de conflicto, aun considerando en su propia argumentación que la
boliviana es una llena de diferencias. Por tanto, la ultrasignificación del
mestizaje en La Sirena y el Charango, no se resume solo en lo nacional sino
también en lo moderno -Mesa analiza a lo nacional desde esa óptica- lo que
revela al lector que la sociedad boliviana se encuentra atrapada entre lo
premoderno y algunas huellas de lo moderno, que en todo caso, la “centralidad
indígena” es una vuelta al pasado.
Mestizaje e
indianización estatal de Álvaro García Linera
En respuesta a
Mesa, el vicepresidente boliviano presenta en 2014 su texto Identidad
Boliviana. Nación, mestizaje y plurinacionalidad que tiene como base a Cinco
Precisiones Metodológicas para el Estudio del Mestizaje (A propósito del
trabajo de A. Spedding ´Mestizaje: Ilusiones y realidades) de 1996. Estas
precisiones metodológicas pueden resumirse en lo que se entiende como un
mestizaje colonial: la cultura es, en lo general, la cristalización de ciertos
vínculos entre grupos humanos distintos. El mestizaje es, de esta manera, un
producto de la colonia y en realidad, de toda la historia boliviana hasta la
aparición del proyecto político que García defiende. Digamos que, siguiendo el
texto de 2014, la historia se divide en dos: la Colonia/República y el Estado
Plurinacional.
De aquí que el
autor sugiere que como nunca, existe por fin un isomorfismo entre Estado,
sociedad y territorio, que apunta a destruir el sentido común colonial (que
viene a ser como una preconfiguración de todo lo social, cultural y político en
la historia del país) y que el mestizaje –que no puede ser una identidad porque
es “todo y nada a la vez”- es el vínculo entre la heterogeneidad existente. Y
si bien la argumentación parece válida hasta ahora (excepto, obviamente, en lo
que concierne al isomorfismo), la argumentación se le complica a García desde
este punto: el isomorfismo permitiría, entonces, dos categorías de identidad,
una nación estatal y una nación indígena. La nación indígena no es una
categoría cerrada, puede siempre combinarse con la nación estatal que, cabe
decirlo, está influida de la indianización del Estado.
Lo complicado
radica en que, dice García, la autonomía de una nación indígena se logra una
vez que el Estado reconoce a las nacionalidades obviando que probablemente unas
logren mayor autonomía que otras, y que la otra cara de la “cristalización” de
la cultura también puede significar que algunas de estas nacionalidades pueden
tener mayor “peso histórico” que otras, que las relaciones sociales en un
contexto como el que García Linera defiende pueden estar determinadas por el
peso de unas naciones con mayor grado de participación política que otras y que
por tanto, ese producto cultural puede estar condicionado por unas etnicidades
en desmedro de otras. Es decir, el requisito para una categoría identitaria en
el razonamiento de García es una suerte de reconocimiento desde el Estado. Lo
que por cierto, lo del reconocimiento, puede aplicarse a otras luchas políticas
en lo público actualmente: algunas luchas pueden visibilizarse en tanto el
Estado así lo permita.
Algunas
conclusiones
Como diría
Spedding en 1996, la discusión sobre el mestizaje es una principalmente
académica. Con todo, el mestizaje nacional de Mesa no dista de otros autores en
otras épocas (Tamayo, Montenegro, etc.) porque se trataría de subordinar
ciertas identidades al mestizaje, para superar el conflicto latente en Bolivia.
Aquí la diferencia: Mesa apunta a la modernidad y al hacerlo, democracia,
valores liberales y la nación como comunidad cerrada y predeterminada son
todos, un medio. Se trata de un razonamiento que no termina de explicar la
realidad boliviana, y si la explica, lo hace desde una mirada que no se adapta
tanto al contexto.
García Linera,
por otra parte, presenta justamente la superación al conflicto desde el
reconocimiento al carácter indígena, indiscutible, de lo boliviano. Pero al
hacerlo, presenta al lector que la indianización del Estado es un evento único
en el que la autonomía, o bien autodeterminación, de las naciones indígenas
puede darse únicamente desde y gracias al Estado. En otras palabras, una
colectividad no puede construirse a sí misma si el Estado al que García
pertenece no lo permite. A pesar de que él mismo diría en 1996, como 3era
precisión metodológica, que la etnicidad o nacionalidad, es un proceso de
constante creación, de autonomía.
Wim Kamerbeek
Romero: politólogo por la Universidad Católica Boliviana “San Pablo”.
Columnista en “Periodistas sin Fronteras” (Radio “La Doble”, La Paz. 88.3FM).
Mesa en sus
propias palabras
La Paz, 1953. Ex
Presidente de la República de Bolivia. Historiador, político y periodista.
Estudió literatura en las universidades Complutense de Madrid y Mayor de San
Andrés de La Paz, de la que egresó en 1978.
“En 2002 fui
elegido Vicepresidente de la República y Presidente del H. Congreso Nacional,
cargo que ocupé entre 2002 y 2003. Fui Presidente Constitucional de Bolivia en
el periodo 2003-2005. En mi gobierno reformamos la Constitución, ganamos el
Referendo de Hidrocarburos, convocamos a una Asamblea Constituyente, a elección
directa de prefectos (hoy gobernadores) y a Referendo sobre Autonomías,
derrotamos un alto déficit fiscal, reactivamos la economía con un significativo
crecimiento del PIB, duplicamos las exportaciones y propulsamos el respeto a la
vida y los derechos humanos como una política de Estado.
En 2014 se me
encomendó la responsabilidad de ser Representante Oficial de Bolivia para la
Demanda Marítima.”
El mito en
Barthes
Se dice que los
mitos forman parte del sistema religioso de una cultura que los considera como
historias verdaderas. Tienen la función de otorgar un respaldo narrativo a las
creencias centrales de una comunidad.
Y lo que
interpreta Roland Barthes es que: Cuando se habla de mitos, no se refiere a las
historias relacionadas con religiones extintas. En palabras del mismo Roland
Barthes, en la actualidad el mito es un habla, es decir, es un sistema de
comunicación, un mensaje, sujeto a unas condiciones lingüísticas que lo
caracterizan. Según esto, cualquier objeto, concepto o idea es susceptible de
convertirse en mito, siempre que se den ciertas condiciones.
El mito está
fuertemente relacionado con la semiología, la cual es una ciencia que estudia
las significaciones independientemente de su contenido, en donde se dice que en
el mito un significado puede tener varios significantes, en cualquiera de los
dos sistemas (el lingüístico y el mítico). En el caso de los mitos, un solo
concepto puede encontrar concreción en diferentes formas. Esto es importante
porque permite al mitólogo descifrar el mito: la insistencia de una conducta es
la que muestra su intención.
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De PUÑO Y LETRA,
28/08/2017
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