MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
Ya va para tres
semanas que ando dando tumbos (urbanos), fuera de casa. Conviene a los felices
quedarse en casa... no estoy tan seguro, no esta vez, desde luego. El
libro Chuquiago, deriva de La Paz, en el que ningún editor español
creía, aquí ha sido un éxito para mí inesperado.
Me he encontrado
con amigos ya viejos y he hecho otros nuevos, valiosos, jóvenes y menos
jóvenes. Alguna decepción ha habido también, pero eso forma parte del vivir, y
nada puede arruinarte no ya un viaje, sino el vivir de cada día.
He ido algo más
lejos en lo que a conocimiento de la literatura boliviana se refiere... a su
política no me queda más remedio que mirarla con cautela y hacer orejas de mercader
a los denuestos que escucho y a los elogios desmedidos que flotan como
consignas en el aire.
La ciudad es muy
distinta a cómo la conocí por primera vez, en el año 2004... salvo por lo que
se refiere a la población originaria que pulula alrededor de los mercados. La
he pateado menos que en otras ocasiones, por falta de tiempo sobre todo, que no
de ganas. No conoceré jamás esta ciudad. La mía es una mirada entusiasta
y melancólica de quien ahora sí, ahora sabe que está de paso, hasta en su propia
casa.
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De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 19/08/2017
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