Ayer se
cumplieron 30 años de la muerte de Jaime Saenz, el poeta, novelista,
dramaturgo, ensayista y dibujante paceño, considerado una de las figuras
centrales de la literatura boliviana del siglo XX. La fecha y la presentación
de dos nuevos libros son propicias para recordar la obra del autor de Recorrer
esta distancia.
Universal, pero con una mirada centrada en La Paz, la literatura de Saenz ha logrado trascender a la de sus contemporáneos y 30 años después siguen apareciendo diversas lecturas de su obra, desde los que celebran la lucidez de su propuesta, hasta los que consideran que se han cargado mucho las tintas en torno a su imagen, al punto de convertirlo en un mito.
Universal, pero con una mirada centrada en La Paz, la literatura de Saenz ha logrado trascender a la de sus contemporáneos y 30 años después siguen apareciendo diversas lecturas de su obra, desde los que celebran la lucidez de su propuesta, hasta los que consideran que se han cargado mucho las tintas en torno a su imagen, al punto de convertirlo en un mito.
Visiones
“Saenz reinventa La Paz. Después de él, la ciudad quedará asociada al magnetismo de los aparapitas y los cementerios de elefantes, las cantinas donde la gente se encierra a morir bebiendo. La estética de Saenz es tan poderosa que no es exagerado decir que nuestra versión actual de La Paz se la debemos a él. Son fascinantes sus contradicciones: (tenía simpatías nazis, pero las utilizaba para defender a los aimaras y a otros grupos que seguramente habrían sido eliminados por Hitler), su obsesión con la muerte, su búsqueda de trascendencia a través del camino del alcohol”, afirma Liliana Colanzi.
Sobre esta particularidad, el editor Marcelo Paz Soldán cita a la antropóloga Carmen Bustillos, que se refería a la construcción de la ciudad de La Paz como un saco de aparapita, lleno de remiendos. “Esa experiencia indígena y mestiza es el corazón de la experiencia humana y poética de Saenz. Además, Leonardo García Pabón hablaba del ‘efecto Saenz’, que te hace amarlo u odiarlo.
Nunca hay medias tintas con él. En mi caso es el de los que lo venera. Cada cierto tiempo redescubro un poema o vuelvo a leer uno que me gusta mucho”, expresa Paz Soldán.
El novelista Claudio Ferrufino-Coqueugniot, lo califica como un excelente poeta y a la vez se pregunta cuántos de sus acólitos lo conocen en realidad y han comprendido al Saenz profundo, sombrío y triste. “Parodiar es siempre más fácil que entender. Creo que ha sido desmedido el aproximarse a su persona en detrimento de su obra.
Parece que la necesidad de un ‘maldito’ local opaca la real valoración de su trabajo. La novela Felipe Delgado, se superpone al poeta y todo se debe a un cierto prurito de mentes colonizadas de tener una maldición propia”, sentencia el cochabambino.
La poeta Paura Rodríguez coincide con Ferrufino-Coqueugniot en que se ha generado una corriente de seguidores y en algunos casos de imitadores, que piensen que la literatura se limita a la noche, la muerte, lo oscuro y el alcoholismo. “Saenz toma temas que son muy concretos, como las imágenes paceñas o el habla popular de la gente en la época en la que él vivió. Él ha logrado con todos esos elementos que son locales hacer historias universales”, indica Rodríguez
“Saenz reinventa La Paz. Después de él, la ciudad quedará asociada al magnetismo de los aparapitas y los cementerios de elefantes, las cantinas donde la gente se encierra a morir bebiendo. La estética de Saenz es tan poderosa que no es exagerado decir que nuestra versión actual de La Paz se la debemos a él. Son fascinantes sus contradicciones: (tenía simpatías nazis, pero las utilizaba para defender a los aimaras y a otros grupos que seguramente habrían sido eliminados por Hitler), su obsesión con la muerte, su búsqueda de trascendencia a través del camino del alcohol”, afirma Liliana Colanzi.
Sobre esta particularidad, el editor Marcelo Paz Soldán cita a la antropóloga Carmen Bustillos, que se refería a la construcción de la ciudad de La Paz como un saco de aparapita, lleno de remiendos. “Esa experiencia indígena y mestiza es el corazón de la experiencia humana y poética de Saenz. Además, Leonardo García Pabón hablaba del ‘efecto Saenz’, que te hace amarlo u odiarlo.
Nunca hay medias tintas con él. En mi caso es el de los que lo venera. Cada cierto tiempo redescubro un poema o vuelvo a leer uno que me gusta mucho”, expresa Paz Soldán.
El novelista Claudio Ferrufino-Coqueugniot, lo califica como un excelente poeta y a la vez se pregunta cuántos de sus acólitos lo conocen en realidad y han comprendido al Saenz profundo, sombrío y triste. “Parodiar es siempre más fácil que entender. Creo que ha sido desmedido el aproximarse a su persona en detrimento de su obra.
Parece que la necesidad de un ‘maldito’ local opaca la real valoración de su trabajo. La novela Felipe Delgado, se superpone al poeta y todo se debe a un cierto prurito de mentes colonizadas de tener una maldición propia”, sentencia el cochabambino.
La poeta Paura Rodríguez coincide con Ferrufino-Coqueugniot en que se ha generado una corriente de seguidores y en algunos casos de imitadores, que piensen que la literatura se limita a la noche, la muerte, lo oscuro y el alcoholismo. “Saenz toma temas que son muy concretos, como las imágenes paceñas o el habla popular de la gente en la época en la que él vivió. Él ha logrado con todos esos elementos que son locales hacer historias universales”, indica Rodríguez
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De EL DEBER
(Santa Cruz de la Sierra), 17/08/2016
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