Escribí esta
carta como parte de un homenaje que se le hizo a Pablo Milanés en Santa Clara,
la noche que daba un memorable concierto en nuestra Plaza Ernesto Guevara.
Pablo la leyó antes y pidió que me invitaran al concierto, que quería
conocerme. Y allá fui, a conocer a Pablo Milanés...
Querido Pablo:
Escribo estas
palabras, tal vez elementales, para festejar nuestro encuentro, postergado
durante tanto tiempo.
Porque tus canciones han ido modelando, con inefable sabiduría, la profunda esencia de un país.
Escribo estas palabras, porque ellas no bastarán para magnificar tu obra, tan colmada de sentidos y de cauces, de estrellas y de asombros, de lealtad y de caminos que se abren como un abrazo impostergable.
Por ti, recorrimos las calles ensangrentadas de Santiago de Chile, aquel Santiago negado a un pueblo a golpe de fusil y de metralla.
Por ti, la canción se tornó en himno, en amistad perenne con Violeta, con Víctor, con Mercedes, con León, con Zitarrosa, con Silvio, con Noel, y con todos aquellos que definieron la palabra UNIDAD como DESTINO.
Hoy somos tu canción de pincel y de cantera, de amor y de ternura, tu canción que se yergue entre nosotros, tan ávida de Patria, tan ávida de luz, tan ávida de amigos.
Somos, Pablo, tu voz con Cuba, tu voz por Cuba, la vastedad de una obra que nos ilumina este diario vivir, y que nos has entregado, como quien entrega el alma de las cosas verdaderas.
Sé que siempre estarás a nuestro lado.
Que tus canciones forjaron un ayer y forjarán un mañana.
Que habremos de crear nuevos caminos para el hombre.
En esos caminos, sirviéndonos de abrigo, de alimento, de esperanza; convertidas en martillo; transformadas en papel, en voluntad, en eco; definidas por su sencillez, por su honradez, por su valentía; de frente, sin miedo, sin premuras, sin retraso: hallaremos tus canciones, Pablo, todas tus canciones, todos tus versos, convertidos para siempre, en la fe de un pueblo...
Porque tus canciones han ido modelando, con inefable sabiduría, la profunda esencia de un país.
Escribo estas palabras, porque ellas no bastarán para magnificar tu obra, tan colmada de sentidos y de cauces, de estrellas y de asombros, de lealtad y de caminos que se abren como un abrazo impostergable.
Por ti, recorrimos las calles ensangrentadas de Santiago de Chile, aquel Santiago negado a un pueblo a golpe de fusil y de metralla.
Por ti, la canción se tornó en himno, en amistad perenne con Violeta, con Víctor, con Mercedes, con León, con Zitarrosa, con Silvio, con Noel, y con todos aquellos que definieron la palabra UNIDAD como DESTINO.
Hoy somos tu canción de pincel y de cantera, de amor y de ternura, tu canción que se yergue entre nosotros, tan ávida de Patria, tan ávida de luz, tan ávida de amigos.
Somos, Pablo, tu voz con Cuba, tu voz por Cuba, la vastedad de una obra que nos ilumina este diario vivir, y que nos has entregado, como quien entrega el alma de las cosas verdaderas.
Sé que siempre estarás a nuestro lado.
Que tus canciones forjaron un ayer y forjarán un mañana.
Que habremos de crear nuevos caminos para el hombre.
En esos caminos, sirviéndonos de abrigo, de alimento, de esperanza; convertidas en martillo; transformadas en papel, en voluntad, en eco; definidas por su sencillez, por su honradez, por su valentía; de frente, sin miedo, sin premuras, sin retraso: hallaremos tus canciones, Pablo, todas tus canciones, todos tus versos, convertidos para siempre, en la fe de un pueblo...
Santa Clara/ 14
de enero de 2011
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