Friday, August 26, 2016

Mango con pimienta. Un viaje a Kerala

PABLO STRUBELL

Intuyo que pararse, probar, observar, debatir, preguntar, sentir, sudar, conversar, oler… son algunas de las máximas de Ángel Martínez Bermejo en cada viaje. Y escribir, por supuesto. En este caso Mango con pimienta, un sensacional relato de viajes por una de las provincias más atípicas dentro de la India que fue, y sigue siendo, famosa por sus especias. Jengibre, pimienta o nuez moscada hicieron que los europeos mostraran atención por esta región bañada por el océano Índico, en la costa oeste de la India.

Hoy llaman la atención otros aspectos sociales, casi únicos en ese país: una esperanza de vida casi como la de países occidentales; la alfabetización prácticamente universal; que apenas se vean niños mendigando en las calles; la amplia tolerancia hacia otras religiones o el aprecio hacia la figura y papel de la mujer en la sociedad. Sí, un pedazo de tierra muy especial y diferente de la India.

Ángel Martínez Bermejo es todo menos un novato en esto de la escritura de viajes, pero paradójicamente, con 55 años, ha visto publicado su primer libro, titulado Mango con pimienta. Visto el resultado y leyendo su biografía en la solapa intuyo que habrá sido únicamente por falta de tiempo: desde que acabó sus estudios en Geografía y Antropología no ha parado de escribir en medios como Geo, Ronda, Lonely Planet, El País Semanal y Altaïr, donde yo más le leía. Toda una vida dedicada al periodismo de viajes (en la actualidad dirige la web de viajes kamaleon.travel) de un viajero que explora el mundo sin prejuicios; sin ánimo de impresionar a nadie; humilde; sosegado; observador; curioso.

Premiado con el IX Premio internacional de literatura de viajes Ciudad de Benicassim y publicado por la Editorial Onada (Colección Narrativas, número 4), el libro, de 157 páginas, se devora. Pero no hay que llamarse a engaño: es un relato con un ritmo pausado como el lugar que recorre, en el que combina de manera hábil la historia (se nota que le tira, y mucho, la de la exploración, la de los primeros pobladores, sin la cual en realidad no se entiende hoy Kerala), las personas que va conociendo y sus propios pensamientos.

Los viejos exploradores aparecen por sus páginas con frecuencia, como es comprensible: Kerala fue una zona deseada, querida, transitada. Marco Polo, Ibn Battuta y, tiempo después, los portugueses establecieron puertos en las costas para trajinar mercaderías que en los siglos XV, XVII y XVIII valían su peso en oro.

El autor parece que se ha enfrentado al libro, a cada pasaje, como si de un artículo de revista de viajes se tratara: dándolo todo, intentando mostrar todas sus virtudes: una prosa ágil, de descripciones ligeras pero certeras, con los adjetivos justos, sin caer en ningún momento en el barroquismo ni la pesadez; con buena documentación; en primera persona pero sin caer en el narcisismo. Y, lejos de resultar una recopilación de textos inconexos, el hilo conductor del viaje, su propia ruta, teje un relato ameno e interesante en busca de aquellos lugares que explican la historia, la cultura y las religiones que conviven en esta región.

El periplo arranca en Kochi, uno de los puertos más importantes del Índico, donde a través de sus almacenes de especias, bazares, canales, mezquitas, sinagogas e iglesias, poco a poco empieza a traslucir esa mezcolanza cultural y religiosa que caracteriza a esta región. Parur, Kodungallur, Allappuzha y los backwaters, los numerosos canales de agua que pueblan esta región y que desde hace siglos han sido las mejores vías de comunicación posibles, vienen después. Desplazándose a veces en autobús, algunas en tren, otras en taxis, en rickshaw o a pie, llega a Kottayam donde, haciendo honor a su formación de periodista, visita el periódico más importante de la región. Su periplo le lleva hasta la reserva de Periyar en busca del tigre, a las pequeñas aldeas del sur para intentar contemplar el kathakali (la especial y por ello más conocida forma de teatro de Kerala); o a Kozhikode, donde consigue ser invitado a un entrenamiento de kalarippayattu, una de las artes marciales más sorprendentes del mundo.

El libro resulta ameno. Nos cuenta historias de los judíos, de exploradores como Vasco da Gama, de Santo Tomás, del pasado comunista de la región o de personajes como Kamala Das, la más reconocida poetisa india. Disfruto leyendo los pequeños detalles en los que el autor hace que nos fijemos: los carteles que hay en las carreteras, las decoraciones de los autobuses, lo mucho que lee la gente, los mapas con escalas inexactas… O las historias de la gente con la que se encuentra: el taxista cuya segunda hija está a punto de nacer; el patrón de barco con el que surca los canales; los exguerrilleros metidos a guías de turismo…

Por no faltar no faltan ni pinceladas de fino humor autoparódico, más propio de autores anglosajones, o las reflexiones personales que van salpicando la historia:

“Pienso que la idea de que existan animales que puedan devorarnos, por improbable que sea, nos ayuda a encontrar nuestro lugar en el mundo. Estamos acostumbrados a sentirnos los amos de la creación, intocables, pero en realidad no siempre ha sido así.”

Mango con pimienta es, por tanto, un libro directo, amable, fácil de leer y que gustará a aquellos interesados en viajar a Kerala, a India o, simplemente, a los que guste la buena literatura de viajes, independientemente del lugar al que nos lleve el autor.

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De LEER Y VIAJAR, 26/12/2014 

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