MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
«Si oscureces la
foto no está del todo mal y es un buen recuerdo»... me decía el
arquitecto Juan Carlos Calderón, cuando le envié esa foto furtiva, sacada por
un Ballivian travieso, mientras Juan Carlos me iba desgranando apuntes de su
lectura de Chuquiago. Deriva de La Paz, con vista a una nueva
edición, la que va a publicar La Línea del horizonte en breve. Estábamos en el
Círculo de la Unión, de La Paz, después de un almuerzo con amigos –Agustín,
Carlos, Mariano...– donde gracias a él di una conferencia días después sobre
los viajeros españoles en Bolivia. No hubo tiempo para otro breve adio que
el telefónico y luego los mensajes, hasta el silencio de ayer, que Juan Carlos
falleció. Hizo mucho por mi libro, incordió a mucha gente, libreros, periodistas,
diplomáticos... Creo que hicimos buenas migas desde el día que nos conocimos,
en mi viaje del año 2009 y en casa del historiador Alberto Crespo Rodas –tal
vez porque tenía antepasados navarros...–, y hemos mantenido una amistad
entrañable, de muchas complicidades, carcajadas, gustos y disgustos
compartidos... Daba gusto escucharle de su juventud en San Francisco, en los
años sesenta, antes de que Scott McKenzie lanzara su canción, de las óperas en
el Metropolitan Opera House, de los viajes mexicanos, de la obra de Frank
Lloyd Wright, que aparecía como icono en varios rincones de su estudio, de
O'Neill y de Tenesse Williams, de las acuarelas de Mario Conde... Tuve la
suerte de que me mostrara La Paz, su La Paz, sus propios edificios, sus
luces, como el de la CAF, la Alianza, y otros ya emblemáticos de la ciudad, y
el último, la Bolsa de valores, hace tres meses. Gracias a él conocí a gente
que de otro modo no hubiese conocido, como el pintor Alfredo Laplaca o a
Zilveti.
Hace cuatro años,
cuando le operaron, hizo una visita de obra en silla de ruedas. Otros, a su
edad, hace mucho que han tirado la toalla. Creía en su profesión. Mucho. «Un
arquitecto es un monje con un mazo de lápices de colores en la mano», me solía
decir y lo llevaba a la práctica: sus dibujos minuciosos, sus proyectos
más soñadores, sobre papel. Pero me digo que esa, mutatis mutandis,
es buena para todo creador. Es de esa gente a la que echas de menos sin
remedio. También somos nuestros muertos o estos forman parte de nosotros, o los
tenemos a la espalda, o qué se yo. La pena.
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De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 19/12/2017
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