Sunday, December 31, 2017

Naira, Violeta, y Gracias a la vida

RODOLFO HENRICH ARAUZ

Una tarde a fines de mayo de 1966 “una mujer muy desgreñada oliendo a ajo” llega a Naira, la primera peña folklórica de Bolivia. “Busco al señor Favre” le dice a Pepe Ballón, el fundador y director, quien la recibe impresionado por su aspecto. Pero conforme transcurre la charla, Pepe se da cuenta que está frente a “una mujer de gran talento, de gran sensibilidad, una artista” y casi al término de la conversación, “¿quién es usted?” le pregunta. “Violeta Parra”…, le contesta. No se la conoce aún en Bolivia.*

Violeta y Gilbert se aman apasionadamente por casi cinco años hasta que Gilbert, cansado del carácter dominante y posesivo de Violeta, la deja, deja Chile y la Carpa de la Reina, lo deja todo y llega a La Paz para caer seducido por tan peculiar ciudad llena de contrastes y por la enorme riqueza y fuerza que el quenista suizo encuentra en la música folklórica boliviana. Entonces ella lo encuentra en Naira con la esperanza de recuperarlo y reparar las heridas que deja el amor ausente.

En la vieja casona de la calle Sagárnaga No. 161, en el segundo patio a la izquierda, una habitación que sirve de depósito da acceso a otra en desnivel en la que hay un otro desnivel que sirve de cama por su forma y su tamaño. Nada más que no sea un poco de ropa y bártulos personales caben en tan apretado ambiente. En ese rincón y en esa cama, vive, en toda la extensión del hecho y la palabra, Gilbert Favre el Gringo bandolero, el cofundador de la Peña Naira, el de Los Jairas. En ese aposento se acomoda Violeta junto a él para compartir cama, amores y recuerdos pero pesa en el tiempo y en el ambiente la sensación de que el viejo amor se ha vuelto arisco.

Viernes, noche de peña. Violeta debuta. Tengo el privilegio de anunciarla, presentarla a los amigos y parroquianos que acuden al ambiente íntimo, familiar de Naira. Soy el presentador, algo así como un maestro de ceremonias, informal, que les cuenta quién es, de dónde viene, qué hace, y cuánto hizo Violeta como artista y folklorista. Sencilla, humilde, casi insignificante crece, se agiganta y su talento copa, con cada una de sus composiciones e interpretaciones, todos los rincones del ambiente.

Violeta, al llegar por segunda vez a La Paz en octubre del mismo año, siente en el fondo de su alma que el universo afectivo de Gilbert, a no ser por encuentros fugaces de amor con otros amores sin que sean amores se ha vaciado del que ella le daba. Sabe que ya no queda nada con que llenar las horas del amor y de la vida, nada que no sea la depresión y la tristeza. Presagio de un final sin retorno.

Una mañana como a las diez llego a la peña, voy al depósito, la puerta está abierta. Encuentro a Violeta apoyada contra la pared a modo de espaldar en su lecho. Me acerco a saludarla y me dice -Rudy siéntate a los pies- . Tiene las rodillas dobladas y sostiene sobre su falda una pieza desplegada de cartón que había servido poco antes de caja para zapatos. Me cuenta que ha escrito en ella unos versos. Puedo ver las letras de trazo grande escritas con lápiz. Me las lee, profundas, como si manaran desde sus entrañas y penetren el alma y la memoria, y así lo siento desde que empieza diciendo “Gracias a la vida que me ha dado tanto…”

Nota: Esta historia es verídica pero es justo aclarar que luego de rastrear información que corroborare lo dicho, queda la duda sobre cuándo y dónde Violeta compuso y cantó por primera vez Gracias a la vida. Según Wikipedia, “Gracias a la vida was written and recorded in 1964-65 following Parra's separation with her long-time partner. It was released in Las Últimas Composiciones (1966), the last album Parra published before committing suicide in 1967”. (SIC).

La separación ocurre en 1966 y si la composición hubiera sido producto de esta, la contradicción cronológica es evidente.

Según Wikipedia en español, “En un día del año 1965, Violeta Parra interpretó Gracias a la vida en una audición privada que hizo para Rubén Nouzeilles, gerente de EMI Odeón Chilena. La impresión que el tema causó en el empresario, hizo que éste pensara que Parra atravesaba una crisis, de la cual había que salvarla. Sin embargo, en 1966 Violeta Parra renunció a este contrato y firmó otro con la empresa Corporación de Radio de Chile, representante de RCA Víctor en esa época.¨

Violeta, en aquella época, no era conocida en Bolivia y su Gracias a la vida recién alcanzó universalidad en los años setenta por su amplia difusión en las voces de Mercedes Sosa y luego en las de Elis Regina, Joan Baez y otros intérpretes.

Además, una lectura profunda de los versos en los que dice:

Gracias a la vida que me ha dado tanto
Me ha dado la marcha de mis pies cansados
Con ellos anduve ciudades y charcos
Playas y desiertos, montañas y llanos
Y la casa tuya, tu calle y tu patio.

¿Qué otra ¨casa tuya¨, que ¨otra calle¨ y que otro ¨patio¨ pueden ser sino la casa, la calle Sagárnaga y el patio que anduvo Violeta siguiendo las huellas de Gilbert?

De ser así, lo que escribió y leyó Violeta para mí podría no haber sido la versión original sino la versión que actualmente conocemos.


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