(Músico, poeta y escritor boliviano)
Entre tanta gente
que partió este año, fue particularmente sensible despedir al cantautor chileno
Ángel Parra, hijo de Violeta Parra y uno de los principales representantes de
la Nueva Canción Chilena. Muerto cerca de París en marzo pasado a los 73 años,
y pese a una enfermedad terminal que lo tenía con el vigor a menos, consagró,
sin embargo, los últimos años de su vida a preservar la herencia musical, y de
vida, de su madre, Violeta Parra, nacida en San Fabián de Alico, provincia de
Ñuble, región del Bío-Bío, y considerada la cantautora y compositora de lengua
castellana más importante del siglo XX. En ese afán, animado no solo por lo que
artísticamente manifestó su madre, sino también por el fuego de madre total que
en virtud fue, publicó un libro de recuerdos que sirvió de base al estudio
descriptivo denominado "Violeta", como homenaje a la apertura de la
Fundación Violeta Parra en Santiago, mucho tiempo marginada por falta de
voluntad política, pero felizmente hecha realidad en el programa de actividades
conmemorativas de los 100 años del nacimiento de “la Violeta”, matizado por un
concierto (naturalmente que puro en delicadeza de sonidos), concebido como un
homenaje familiar por los dos hijos de Ángel: su homónimo Ángel (51) y Javiera
(49), dos músicos de rock enormemente prestigiados en Chile y más allá de las
fronteras; ella, de voz humilde, pero dominio expresivo, como la de su abuela,
y físico parecido, forma parte de la agrupación Javiera y Los Imposibles, y él
del archiconocido conjunto Los Tres, primero, y luego, vuelto al redil del clan
Parra, al seno del Ángel Parra Trío. Ambos han partido de gira por Europa tras
haber preparado un concierto denominado “Invocación”. Antes del periplo,
Javiera explicó que retomaban, como el símbolo más elocuente de la trayectoria
de Violeta, el último disco de la artista puesto a circulación poco antes de su
muerte, en 1967, titulado "Las últimas composiciones de Violeta
Parra", prohibido durante el régimen de Pinochet y no registrado por
razones jurídicas. Con todo, Ángel Parra, padre, interpretó dos canciones de su
nuevo álbum, y otras más sus dos hijos, que han hecho merced de estados
emocionales próximos a los que manifestaba Violeta, “la voz de la tierra”, la
de las tres mil canciones, la constructora de décimas y composiciones poéticas.
Se oye en este disco "Gracias a la vida", posiblemente su canción más
célebre, exteriorizada quizá como un adiós a la vida que anuncia su partida
definitiva. Abandonada por el suizo Gilbert Favre, su gran amor y compañero de
vida que se marchó a Bolivia ("Run Run se fue p´al norte"), y el
fracaso de una gran carpa instalada por ella en Santiago para que fuera un
importante centro de cultura, fueron los factores determinantes para pegarse un
tiro en la cabeza el 5 de febrero de 1967. Como título póstumo, ella será
recordada, aparte de su colosal producción, como el ícono feminista que rompió
con moldes de un Chile conservador y resistente a los cambios. Viajera habitual
a París, asimismo se dio a conocer en círculos culturales de la capital europea
como aventajada artista plástica y etnomusicóloga. De atmósfera exquisita en
fragancia, como es París, para dar a conocer su no menos exquisita producción
musical junto a su hijo Ángel Parra, cuya estadía en esa ciudad se prolongó por
más de cuarenta años luego de haber sufrido la fiereza de los campos de
prisioneros de Pinochet, Violeta y él, Ángel, conquistaron, con tan sublime y
eterna musicalidad y talento a raudales la íntima capital europea..., pero
también el mundo.
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De NIDO DE PARRAS, 27/12/2017
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