La cartografía
del cuento contemporáneo recorre un mapamundi que abarca la sicología de lo
cotidiano de los literatos rusos decimonónicos, explota con el boom del
argumento fantástico de los narradores latinoamericanos y, por fin, se asienta
en el realismo de los escritores del siglo XX estadounidense.
Sin embargo,
habría que colocar en los anaqueles de los bibliófilos del cuento los títulos
de otros autores más alejados de dichas geografías. Slawomir Mrozek (Borzecin, Polonia, 1930) sería,
entonces, uno de los indispensables; La vida difícil (Acantilado,
2002) un nuevo libro de cabecera; y La Revolución el cuento
que toda antología merece.
Nunca un texto ha
podido definir el cosmos literario de un gran autor, como lo es Mrozek. La
Revolución, en tan sólo dos páginas, resume una trayectoria, una postura
ideológica, un estilo. Se inicia así:
“En mi habitación
la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa. Hasta que esto me
aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí”.
Si seguimos
leyendo, veremos que La Revolución contiene todo lo que
podríamos decir –y obviar- de Mrozek. El autor polaco es mundialmente conocido
por su obra teatral Tango, pero en su biografía se cita su carrera de
arquitecto, sus estudios de historia del arte y cultura oriental o sus logros
como dibujante satírico. Quizás sea este último adjetivo -satírico- el que
mejor califique a Mrozek; el sustantivo que lo define es absurdo.
El relato es un
texto de voz. En primera persona, un personaje nos va describiendo sus
reflexiones a la hora de cambiar los objetos que amueblan su habitación.
Trastoca de lugar la cama, el armario y la mesa. Esta recolocación tiene, como
consecuencia, un resultado. A veces, acontece un sentimiento de inconformismo,
se logra la radicalidad del vanguardismo o bien se llega al mismísimo hecho
revolucionario. No hay que perderse el final, tan definitivo.
En este relato, y
los subsiguientes de La vida difícil, Mrozek emplea un tono irónico envolvente
y es este aspecto lo que le da cierta belleza plástica y, digamos, existencial
a sus textos. No en vano, el escritor polaco se suma a las influencias confesas
del denominado teatro del absurdo, junto a Eugène Ionesco, Samuel Beckett, Jean
Genet, Tom Stoppard, Arthur Adamov, Harold Pinter.
Mrozek, como si
fuera el protagonista de La Revolución, traslada las máximas de
dicho estilo teatral al género del cuento. Coloca y traslada los argumentos.
Una voz envolvente. La importancia del tono irónico. Prima la repetición. Se
aproxima a la condición humana desde lo absurdo a través de situaciones y
diálogos aparentemente ilógicos. Crea atmósferas oníricas dotadas de extremo
simbolismo. Todo ello mediante el sarcasmo –el sarcasmo suma la ironía, la
crueldad y la ofensa- que hacen de sus textos una obra de arte.
Pero La vida difícil –y como punta de lanza La
Revolución- es una colección de relatos en la que Mrozek también plasma su
visión del mundo, éste que él ha conocido. Mrozek es un autor del género
absurdo, y por tanto afianzado en la filosofía existencialista, pero su
aportación adicional es su feroz crítica hacia las ideologías dominantes.
Destroza con la misma cruel ironía el rígido sistema estalinista del que mamó,
tanto o más, como repudia el sistema capitalista con el que convive.
Relatos, como El
juicio final, lo constatan: trata de un hombre que se muere, llega a un
cielo comunista, del que lo expulsan hacia un infierno llamado capitalismo.
Otros textos como Una charla sobre la historia contemporánea es
una mofa sobre la inutilidad de los regímenes militares (a un general le
regalan un mono y el mono, al final, suplanta la figura del general). O el
relato Denuncias, que narra cómo un hombre acusa a un vecino de
quedarse ciego de “una manera antiestatal”. La colección también incluye
desternillantes revisiones mrozekianas de cuentos populares, como Caperucita
Roja o la Bella Durmiente, o nuevos simbolismos, casi sin moraleja, para
conocidos personajes de fábulas de Esopo.
Slawomir Mrozek,
en definitiva. Indispensable. Pero, insisto, si existe un relato de La
Vida Difícil que eclipsa a los demás, no lo duden, éste es La
Revolución.
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De
AVIONDEPAPEL.TV,
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