«¡Iaspaña!...
¡Ia!» (para los gritos patrióticos y rituales póngase voz de estreñimiento
cuartelero).
El ministerio del
Interior, a instancias del ministro, un tipo más maligno que puramente imbécil,
condecora con un colgajo del mérito policial a una virgen que no ha muerto en
acto de servicio, algo tan grotesco que cuando saltó la noticia muchos creímos
que era falsa, más que nada por lo disparatado, pero no, era cierta, además de
verosímil y coherente con la mugre de esa España de charanga y
pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María. Y con
Machado, Goya, el intratable pueblo de gañanes, y Cervantes y sus arrieros
felones: los guardias civiles, qué propio, que la semana pasada recibieron a
los inmigrantes africanos a tiros, ayer lo hicieron a pedradas. Bien, bien...
se nos va viendo el verdadero rostro... Nosotros somos quien somos, ay,
qué miedo, pero qué miedo, versos a contrapelo No vivimos del pasado,
ni damos cuerda al recuerdo, ¿de verdad, de verdad de la buena? Somos
bárbaros, sencillos... Eso sí, está visto... Temibles, fanáticos, crueles,
chulos... Somos a muerte lo ibero...
En Cataluña, sin
embargo, un rayo de luz: allí todavía hay alguien con arrestos para negarse a
darle la mano al Borbón heredero del trono de este pozo negro, de este
zambullo, de este cagadero monumental. No se trata de descortesía ni de
«educación» (falta decía el heredero), se trata de que ya no hay otra manera de
expresar el desacuerdo, la ruptura, el asco que él y los suyos nos producen,
nuestra enemistad, cosa que el Borbón no puede ignorar: además de ese país en el
que él se enriquece, hay otro... una de las dos Españas ha de helarte el
corazón. Y finalmente el Poder Judicial desmonta la ley de seguridad ciudadana
por inconstitucional y rechaza la intervención de vigilantes privados en tareas
de seguridad, la regulación de los cacheos y detenciones y que los guardas
colaboren en disolver protestas, que es lo que pretende el ministro de las
vírgenes y los santos, y los suyos, los de su secta oputarra... una España de
matones al servicio de la casta dirigente y en beneficio de sus bolsillos. Ya
veremos en qué queda esto.
¿Y esto pasa en
Europa? Pues sí, aquí pasa y aquí se queda, aquí estaba agazapado, en las
sacristías, en las cátedras, en los oratorios de elite y en las comisarías, en
las monterías de los ricos, en los medios de comunicación afines o herederos
del franquismo, en el fondo de los zambullos y en las fuesas de los muertos
vivos... aquí, aquí lo cuentas, a diario, y no pasa nada.
«¡Iaspaña!...
¡Ia!» (para los gritos patrióticos y rituales póngase voz de estreñimiento
cuartelero).
__
De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 25/02/2014
No comments:
Post a Comment