El volcán Chillán
envía mensajes subterráneos, refulgencias ígneas que pugnan por salir a tomar
el frescor cordillerano. Sabemos que está ahí, sudando nieve derretida, con sus
pillanes fumadores de porros enfrascados en disputas filosóficas.
Diciembre avanza
sin mayor estrépito. La navidad tiene sabor a colemono, a pan de pascua con
ciruelas secas deshaciéndose entre las manos. Nos preparamos para amanecer
hablando de Bashevis Singer. Para leer pasajes de La casa de Jampol y
cantar villancicos de Leonard Cohen a un mesías nebuloso. Esta vez no hay árbol
navideño ni luces titilantes ni niños ni regalos. Solo recuerdos que se rumian
con nuevos vasos de colemono.
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De CUADERNOS DE
LA IRA (blog del autor), 20/12/2016
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