"Y en esta
situación terminó el año...". Es una frase ritual de hoja militar de
servicios, escrita con buena caligrafía, la del día por delante en el
acuartelamiento. Se va el año y nos quedamos, o al revés, no lo sé, no
estoy para elucubrar sobre las entrañas del Tiempo. Con felicitarme de estar
vivo me conformo. No sé, por tanto, si me voy o me quedo, o las dos cosas. Me
alegro de estar de nuevo frente a mi paisaje habitual, por muy visto que lo
tenga, en este fin de año. Lo echaba de menos. Sí, ha sido un annus
horribilis, pero no más que el de la mayoría, ese es un penoso lugar
común: fallecimientos, descalabros, enfermedades, frustraciones, reveses... hay
donde escoger. A poco que rebusque voy a dar con cosas gratas, eso seguro, más
de las que a primera vista veo, y a ellas me agarro. Lo de menos es que
el año empezara con expectativas que por una razón u otra se han visto
frustradas y que la riada haya dejado el paisaje hecho una pena. Las que
cuentan son las ganas de encarar lo pendiente, que es mucho... sabiendo que el
lunes que viene disfrazado o no de sanlunes dejará estas palabras hechas
ceniza. Poco importa. Importa el ahora, el lunes o el martes, o el que sea,
están por venir, no soy adivino, no los veo, casi lo prefiero, pueden esperar.
Importa el presente, y para eso, para empezar, me meto un yaraví sucreño
y luego un huayño y un arbolito, tocados por los amigos de allá...
Bolivia en el corazón. Por poner un poco de delicadeza en el destrozo,
sin más... el jabalí ya saldrá de la espesura otro día, a darse una
vuelta destrozona y la cencerrada de paso. Hoy no toca. Hoy no toca porque no
conviene, no nos hagamos los virtuosos. Hoy toca esperar la llegada del agua
nueva y hasta acercarse a la fuente del pueblo a beberla.
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De VIVIRDEBUENAGANA
(blog del autor), 31/12/2016
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