Una vez más
reescribiendo Paradiso; o sea, preparando una nueva edición. En ese sentido,
Paradiso es una vedette, díscola y despreocupada y los editores le corremos
detrás como pretendientes despechados. Puesto que no tenemos a mano el
original, se ha convertido en una novela paridora de erratas que la engrandecen
a medida que engrandecen nuestra fatalidad como editores. La he leído más de
cinco veces y siempre sé, insisto, que voy detrás de sus transformaciones,
admitiendo que dejaré sin tocar algunas erratas y, si me descuido, puedo crear
otras, con lo que seguirá cumpliéndose su destino. Por ejemplo, estoy por
asegurar que en cierto lugar, donde dice nuncio debe decir anuncio, solo que
nuncio es propicia al estilo del maestro y no cae sobre la frase con una
energía precisamente ajena. Así debe haber pasado de una a otra edición. Hay
otros casos con los que me tiembla la mano, pero yo no soy Lezama, y ni tan
siquiera siento que se me haya arrimado su espíritu. Por supuesto, no trabajo a
ciegas. Estoy cotejando con la edición de Casa de las Américas (2000), a decir
verdad, un poco descuidada y con la de 1991, apegada al trabajo de cotejo que
hizo Vitier con su equipo. Pero no me pregunten por el mecanuscrito original,
que a ese no ha vuelto ningún editor desde hace décadas. Como se sabe, en
Paradiso hay pocas vías rectas, aunque las hay. En las curvas es donde más se
forman las erratas, que no son disparates ortográficos, sino palabras de gran
realeza que allí se hospedan.
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Para nuestro
desencanto, Paradiso contiene ya muchas de las novelas que podríamos pretender
escribir, o, incluso, que hayamos escrito. La literatura cubana está infectada
por Paradiso. La hemos incubado, a veces silenciosa y otras escandalosamente, a
tal punto que casi no hay posiciones neutrales en relación con ella. He hablado
con críticos que, aprovechados de la informalidad de un cubalibre, echan mano a
una ortodoxia de lista de espera con el fin de desterrarla del país de la
novela, aunque cuando alguna revista los convoca, vuelven al chiquero de la
valoración académicamente correcta y se empeñan en analizarla como si se
tratara de Mi tío el empleado escrita por un francés adepto de la ciencia
ficción.
Alejo Carpentier dice a propósito de Ecuador, de Michaux: “Es una prosa en que la singularidad de la observación pone densidad de poesía. No creo que sea recomendable una prosa de este tipo. Es como una prosa a la que hubieran despojado de las virtudes de la prosa…”. No creo que Paradiso resalte por la observación. Lezama más bien expone, despliega, víctima de lo grande, pero su novela es novela, qué duda cabe, gracias también a esa “densidad de poesía”.
Alejo Carpentier dice a propósito de Ecuador, de Michaux: “Es una prosa en que la singularidad de la observación pone densidad de poesía. No creo que sea recomendable una prosa de este tipo. Es como una prosa a la que hubieran despojado de las virtudes de la prosa…”. No creo que Paradiso resalte por la observación. Lezama más bien expone, despliega, víctima de lo grande, pero su novela es novela, qué duda cabe, gracias también a esa “densidad de poesía”.
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El autor es editor de LETRAS CUBANAS. De su muro de
FACEBOOK, 10/12/2016
Imagen: Portada de Paradiso, Ediciones de la Flor, 1968
Imagen: Portada de Paradiso, Ediciones de la Flor, 1968
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