La nueva aventura en que se ve envuelto don Evo Morales Ayma, refuerza cada día la idea generalizada de que es un auténtico caballero ecologista, habida cuenta de que es todavía el máximo dirigente de los orgánicos cultivadores de coca del Chapare, además de considerarse acérrimo defensor de la naturaleza y, sobre todo, por tener aparente debilidad por las flores recién brotadas. Es de conocimiento popular que Su Excelencia siempre deja algún flechazo en corazones núbiles al recorrer cada pueblo u otro rincón de su reino plurinacional. ¿Acaso no han oído, de su propia boca, que él no se había casado con ninguna mujer porque estaba casado con Bolivia?
Pocos años atrás, por maliciosas intrigas de la derecha vendepatria o por maquinaciones del imperialismo que nunca duerme, al paladín de la reserva moral de la humanidad, se le acusó de tener amoríos con una menor de edad, hija de una ministra quien, coincidentemente a partir de ello tuvo un poder sobrenatural sobre S.E., a tal punto que la defendió contra viento y marea cuando se destapó meses atrás la inmensa olla de corrupción del Fondo Indígena del cual esta señora era la máxima autoridad ejecutiva. Como todos saben, cayeron unos cuantos pelagatos al talego y la “suegra del presidente” (como es conocida por lo bajo) fue retirada discretamente y ahora goza desde las sombras.
Así pues, S.E. seduce con su mayestático encanto a toda flor que se le atraviese en el camino. Una publicación internacional afirma que, en una de sus correrías de joven por el continente, dejó un amor en Querétaro mientras participaba en alguna ceremonia de la lluvia o cosa parecida de esas cumbres alternativas a la que él es tan afecto. Que el presidente se enamore como un chavalín nos vale huato -que no los huatos del calzado que le atan sus edecanes de seguridad-, y quiénes sean las pasantes o becarias de su corazón peor aún, que el mundo está lleno de arribistas y eso no debería ser noticia.
Lo que sí debería preocuparnos, es que un gobernante afecte a todo un país por culpa de sus hormonas. No es cosa de chiste que el presidente se vea inmerso en un escándalo con ribetes clintonianos y más aún cuando están en juego millones de dólares. Fiel a sus costumbres, allá por el 2007, el caudillo recién entronizado se había prendado de una desconocida de veinte años con la que tuvo una relación fugaz. Pasó el tiempo y la joven conquista salió estas semanas a la luz pública convertida en la nueva diosa del Olimpo masista, con un palmarés envidiable de modelo, ejecutiva de negocios y dos rutilantes profesiones para tapar la boca a cualquier incrédulo. Sin trayectoria empresarial ni herencia familiar conocidas, resulta altamente curioso el suntuoso nivel de vida al que la dama se había acostumbrado, como el vivir en una casona tomada en anticrético por cien mil dólares en una zona burguesa de La Paz, mucho más que el valor de compra de un apartamento promedio.
Algo de extraordinario en ella debieron detectar algunas transnacionales, como la china CAMC, para sumarla a su plantel de altos ejecutivos y encargarle el manejo de contratos vinculados al Estado boliviano y cuyo alcance o volumen de operaciones supera los quinientos millones de dólares. Qué les habrá pasado a estos chinos tan legendariamente desconfiados, para dejar que una joven inexperta (a sus tiernos 26 años) maneje negocios tan importantes en su nombre, y eso que tampoco habla chino. Ni hao…
En medio de la polémica, el presidente Morales aseguró rotundamente que no tenía nada que ver en el asunto. ¿Qué tráfico de influencias?, eso es cuento chino inventado por la oposición, le faltó decir, asegurando que él no sabía que una empresa china había empleado a su exnovia, a la que no había visto desde 2007 además de perder todo contacto, se encargó de recalcar en una conferencia de prensa. A las pocas horas circuló en las redes una fotografía tomada en 2015 donde se lo ve felizmente abrazado a su ex en el Carnaval de Oruro en medio de muchos testigos (foto superior). Pillado otra vez en su mentira el profeta del “ama llulla” aún tuvo el coraje de hacerse al distraído: “ustedes saben en las fiestas se acerca la gente para sacarse fotos con el presidente, yo vi a una mujer que no recordaba bien, cara conocida que se me acercó y era la Gabriela”. No la había reconocido cabalmente…¡a la mujer con la que tuvo un hijo!
Y, si después de esta flagrante y grotesca muestra de corrupción que le implica directamente, el pueblo le da el beneplácito para su reelección indefinida -en el referendo del 21 de febrero-, entonces no merecerá llamarse pueblo.
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De EL PERRO ROJO (blog del autor), 11/02/2016
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