FREDDY ZÁRATE
Hace poco acaba
de rememorarse el triunfo de la Revolución de Abril de 1952, en donde queda
para muchos la nostalgia y se rememora al igual como se evocan los amores
perdidos sólo lo dulce y sublime.
Estas
manifestaciones existencialistas –por parte de los apologistas de la
insurrección del 52– denotan una visión romántica. Este hecho, puede ser
atribuible a los propagandistas del Movimiento Nacionalista Revolucionario
(MNR) que lograron “cementar” exitosamente en la mentalidad colectiva la idea
de que este partido desmoronó el viejo orden social, cambiando drásticamente el
control de la economía y del poder, lo cual sirvió como base para reconstruir
una nueva sociedad con nuevas y diferentes perspectivas a través del voto
universal, la reforma agraria, la nacionalización de las minas y la reforma
educativa.
Esta mirada
“redentora” de la insurrección del 52 fue tempranamente cuestionada por algunas
voces críticas al régimen, pero, la aplanadora cultural del MNR impuso una
visión parcializada. En tal sentido, son totalmente desconocidas las denuncias
realizadas por Julián V. Montellano, Mario Peñaranda Rivera, Hernán Barriga
Antelo, Hernán Landívar Flores, Fernando Loayza Beltrán y Hernán Ardaya Paz; en
donde revelaron la instauración de los campos de concentración, hostilidad,
destierros, persecuciones y violación a los Derechos Humanos en nombre de la
revolución. Estos desgarradores testimonios no tuvieron eco –hasta el día de
hoy– en los denominados “hijos y nietos” del 52.
A finales de la
década de los 90, el escritor y diplomático Raúl Botelho Gosálvez (1917-2004)
publicó el libro intitulado Apuntes de Escandinavia. Crónicas de viaje (1998).
Según indica el autor, el manuscrito estuvo pospuesto por varias décadas, “a
pesar de que transcurrieron bastantes años de aquel hecho, pienso que la
publicación de estos Apuntes de Viaje, escritos durante una visita de seis días
a Dinamarca, Suecia y Noruega, pueden interesar a los lectores que quieran
leerlos con paciencia”, dice Botelho. Este curioso texto pasó desapercibido,
probablemente, por el desinterés que genera –al sector universitario e
intelectual– el adentrarse a latitudes ajenas y extrañas al mundo
andino-amazónico; por otro lado, se puede advertir que los Apuntes de
Escandinavia son disímiles en calidad literaria, que no llega a equipararse,
por ejemplo, con la novela Altiplano (1945).
Un aspecto
llamativo de estas crónicas de viaje, son los breves fragmentos esbozados en el
proemio del texto. El autor indica que decidió salir de Bolivia (septiembre de
1952) como acto de protesta al gobierno del MNR, que lo calificó de “semi-nazis
criollos”. Raúl Botelho solicitó asilo en Montevideo (Uruguay) bajo el epíteto
de “asilado político voluntario”. Las razones que impulsaron al autor de
Borrachera verde a exiliarse fue por la repugnancia que imperaba “a título de
Revolución Nacional, un régimen descontrolado, sin parlamento, sin prensa
libre, con pandillas compuestas por milicianos y barzolas, extracto de la canalla
de las ciudades, encargados de sembrar el miedo en el pueblo, violar los
domicilios y matar gente con la mayor impunidad, con campos de concentración
para los opositores políticos”. Esta persecución política que hace referencia
el autor, fue sentida en carne propia cuando su familia fue dispersada y
hostigada por el hecho de que el diplomático y ministro Gabriel Gosálvez (primo
hermano de la madre de Raúl Botelho) fuese contendor de Víctor Paz Estenssoro
en las elecciones presidenciales de 1951.
En los años de
permanencia en Montevideo, Botelho fue colaborador en los diarios El País y El
Plata; este espacio periodístico le sirvió para “abrir allí una trinchera de
batalla, inspirada por completo en un patriotismo quijotesco y desinteresado,
para denunciar por prensa cuanto ocurría en Bolivia”. Según relata Raúl
Botelho, por el año de 1957 “la Scandinavian Airlines System convocó a un
concurso nacional sobre el papel que desempeña en la comunicación internacional
la aviación comercial. Participé y obtuve el Primer Premio consistente en un
viaje de ida y vuelta en primera clase desde Uruguay a los países
escandinavos”. Fruto de ese viaje surgieron los Apuntes de Escandinavia.
El testimonio de
Raúl Botelho se adscribe a las opacadas voces que criticaron a la denominada
“epopeya” del 52. Es un tema pendiente –hasta el día de hoy– para las ciencias
sociales el abrir un espacio de debate acerca de la verdadera magnitud que
conllevó el gobierno del MNR; el plegarse acríticamente al dogmatismo heredado
por el movimientismo revolucionario hace estéril cualquier discusión que
solamente resalta calificativos rimbombantes como “redención”, “libertad”,
“integración” y “justicia”. Es necesario poner en cuestionamiento este período
histórico y ver la otra cara de la moneda que refleja atisbos de autoritarismo,
manipulación de los medios de comunicación, la instrumentalización del derecho,
intolerancia y fanatismo.
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De EL DÍA (Santa
Cruz de la Sierra), 17/04/2018
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