Un tema casi
ausente del debate acerca de la despenalización de la marihuana o cannabis en
Bolivia, está referido a sus usos medicinales y terapéuticos. Atravesado de
prejuicios morales y culturales, el discurso prohibicionista se ha impuesto a
las posibilidades de aplicación del cannabis en el campo de la salud.
Existe una
literatura médica, científica, así como testimonios de usuarios, que evidencian
los éxitos en el tratamiento de diversas enfermedades y dolencias, que deben
ser recuperadas en la elaboración de un marco legal que no penalice estas
prácticas. Tales consideraciones, entre otras, han sido tomadas en cuenta en
países que han despenalizado el uso de la marihuana con fines medicinales, como
Uruguay, Argentina o México en nuestro continente, que permiten adquirir y
utilizar medicamentos en base a cannabis, y hasta el autocultivo.
Entre la
diversidad de beneficios a la salud de acuerdo a las enfermedades, señalo las
dolencias artríticas, donde se utiliza exitosamente ungüentos en base a
cannabis para aliviar el intenso dolor que implica esta dolencia. Por otro
lado, los enfermos de cáncer, luego de una sesión de quimioterapia, tienen
náuseas permanentes y no tienen ganas de recibir alimentación: para ellos el
cannabis es una real alternativa, pues su consumo elimina la sensación de
vomitar y estimula el apetito. Asimismo, constituye un excelente relajante, que
ayuda a conciliar el sueño a los pacientes, de esta manera evitando el
consumo de somníferos y tranquilizantes, muchos de ellos adictivos.
En Bolivia hay
instituciones e investigadores que están trabajando dentro esta perspectiva. Un
reciente estudio elaborado por Gloria Achá, “Fundamentos para la
despenalización del cannabis en Bolivia”, sintetiza los avances legislativos,
fallos y resoluciones judiciales en América Latina, que favorecen las
aplicaciones medicinales del cannabis; asimismo, analiza el marco legal
nacional identificando disposiciones que, a pesar de su enfoque
prohibicionista, potencialmente abren puertas a la importación, producción e
investigación científica con productos que contienen cannabis. Entre las
instituciones y colectivos, menciono a la Comunidad Cannábica Bolivia,
Fundación Jampi Q’umir, Colectivo Cultiva Libertad, Fundación Cannabis Bolivia,
quienes están informando, orientando y promoviendo los usos terapéuticos y
medicinales del cannabis. Por otro lado, médicos naturistas locales están
experimentando, con una lógica de prueba y error, en la elaboración y uso del
cannabis medicinal entre sus pacientes, con resultados verdaderamente
alentadores.
La madre de un
amigo con una enfermedad terminal tuvo que superar sus prejuicios religiosos
(son evangélicos) y aceptar recibir tratamiento con cannabis para aliviar los
agudos dolores de su mal. La señora falleció, pero con menor sufrimiento y en
paz. Esta apertura de los familiares es la que actitud que la sociedad y el
Estado boliviano deben asumir, más allá de la retórica prohibicionista.
La Constitución
Política del Estado Plurinacional ha priorizado el derecho a la salud de la
población como uno de los pilares del llamado “Vivir Bien”; es tiempo que el
país, operacionalizando este derecho, se abra a la deliberación pública, se
modifique el punitivo marco normativo antidrogas, hoy implacable con los
ciudadanos usuarios del cannabis con fines médicos y considerados parte de la
red de narcotráfico.
El autor es
sociólogo, miembro del CESU-UMSS
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De LOS TIEMPOS,
14/04/2018
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