Sí, tengo la
nueva novela de Edmundo Paz Soldán.
Sí, la leí
completa antes de que se vendiera acá en Bolivia (¿cómo?, aps). Aquí entonces
está la reseña-wonderful-redux (tambores, por favor) de Los días de la peste
(alerta: spoilers).
El resumen de
rigor: había una vez una cárcel llamada La Casona (una especie de Carandirú en
versión paceña-cochabambina). Todo está bien (en realidad está mal) hasta que
llega un virus (y se pone peor): el ébola es un piojo tuerto frente al virus
WalkingDead-Corporación, Umbrella-CaptainTrips que infesta la cárcel (sin
zombis incluidos, así que fanáticos de George Romero, mejor vean Tren a Busan).
Entonces los reos se debatirán en dos frentes: los que rinden culto a una diosa
pagana (La virgen de Guadalupe interpretada por Silvester Stallone) y los que
se rinden ante el virus, no sin antes tratar de sobrevivir.
Dicho esto, Los
días de la peste debe mucho en su temática a La danza de la muerte, de Stephen
King (el nombre en su versión completa es Apocalipsis). La lucha entre el bien
y el mal: cultos retorcidos, política retorcida. Y también a dos películas:
Carandirú y Ciudad de Dios (también a El expreso de medianoche, Celda 211,
Papillón, etc., etc.). Así que o bien ven estas películas y leen a Stephen King
o bien leen a Paz Soldán (¿mi recomendación?: las películas salen a tres
pesitos la unidad).
En la década de
los 80 el escritor chileno, Alberto Fuguet, fundó un movimiento llamado McOndo
que iba en contra de la generación del boom latinoamericano (Gabriel García
Márquez y compañía). Edmundo Paz Soldán perteneció a este movimiento (y firmó
una especie de proclama punk-clase-media-revolucionaria [¿?]). Lo traigo a
colación porque parece que Edmundo Paz Soldán era un infiltrado en este
movimiento: un espía que en realidad amaba el boom (sobre todo a José Donoso y
Vargas Llosa) y que quería escribir como los escritores del boom.
Los días de la
peste es puro boom latinoamericano: polifonía (voces de personajes que se
entremezclan) al estilo José Donoso, que llegan casi al delirio. Estructura
vargasllosiana (lean La guerra del fin del mundo y Conversación en la Catedral
y me darán la razón).
El que mejor pudo
asimilar a los padres fue Roberto Bolaño y fue un boom en sí mismo y en sus
entrevistas agradecía a los del boom (aunque de pasada, pero lo hacía). Pero
también fue muy tóxico porque los escritores en ciernes quisieron imitar a
Bolaño (hasta en la forma de vestir). Debo decir que un gran fan es Edmundo Paz
Soldán (y se nota en su escritura, aunque lo niega de pasada en sus
entrevistas).
Entonces debo
decir que lo que más se puede reprochar a Paz Soldán es su incapacidad de crear
un universo propio, con un estilo propio. Bien se lo puede ver en sus
anteriores intentos: Los vivos y los muertos (bolañesco); Norte (más bolaño,
con algo de Vargas Llosa); Iris (ultra Vargas Llosa y José Donoso, aunque quiso
camuflarlo con el epíteto de "ciencia ficción”).
Y Los días de la
peste es una camisa de fuerza: Edmundo Paz Soldán jamás pudo salir de la
influencia del boom. Y ahora está atado a otra camisa de fuerza: Bolaño (con
mayúsculas: BOLAÑO). No quiero decir que sea una mala novela, pero si te dieran
a elegir entre un imitador de Luis Miguel y a Luis Miguel en persona, a quién
elegirías (absténganse fans de Yo me llamo).
Posdata: el
Edmundo Paz Soldán más original y sin camisas de fuerzas está en su cuento
Dochera (altamente recomendable).
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De PÁGINA SIETE, 09/07/2017
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