MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ
En los
chamarileros y vendecositas del barrio del Rosario, de La Paz, además de mucha
artesanía para turistas, hay profundidades, oscuridades insondables en
las que lo mismo encuentras máscaras de diablada orureña que guardatojos
mineros, piezas de arqueología, verdaderas o falsas, que armas de guerras
perdidas, telas antiguas que adornos de platería... En alguna ocasión he visto
a campesinos ya mayores acudir a vender sus cositas, sus cuatro posesiones, un
cinturón, una bolsa antigua de coca, unos peces de plata baja, prendedores,
para recibir a cambio cuatro perras... y era triste verlo. A veces aparecen
libros y en algunos de esos tabucos suele haber retablitos de devoción
doméstica que los evangelistas han pasaportado para mejor vida. Fue una
evangelista la que me dijo que desde que creían en la religión verdadera, ya no
tenían retablitos; a cambio, dejó la Biblia que estaba leyendo para intentar
endilgarme unas piezas de arqueología erótica positivamente falsas. Cosas.
Algunos de esos retablitos del Tata Santiago, abogado para todo, que se ve han
sido muy rezados, están hechos sobre piedras del rayo. La del de arriba no sé
si es del rayo, pero pesa siete kilos. Me lo deshicieron en la aduana en busca
de pichicata. Ahora lo tengo en mi cuarto de trabajo y es un eficaz
recordatorio de Bolivia y sus días intensos y felices.
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De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 26/07/2017
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