El Día del Mar en
Bolivia siempre es motivo de ataques a Chile. Acusaciones reivindicatorias por
su aspiración al Pacífico; críticas a todo lo que nuestras autoridades
digan o hagan; recuento de apoyos reales o no a su causa; y estado del pleito
ante la Corte de La Haya. Lo habitual. Pero esta vez el objetivo cambió y
retomó el caso del río Silala. Uno muy pequeño que nace de variadas fuentes en
Bolivia y escurre naturalmente hacia Chile, lo que niegan. Su volumen
es escaso, pero se trata de una zona tan desértica que toda agua es valiosa. No
es la primera vez que presenta problemas, ya que de tanto en tanto es levantado
por nuestros vecinos como un tema no resuelto. En 1908 se logró un acuerdo,
luego del Tratado de Límites de 1904, que desestiman. Las reglas son conocidas
para los recursos hídricos compartidos por un río internacional, que nace en un
país y prosigue a otro. Es decir, el país aguas arriba tiene derecho a
la utilización efectiva del recurso hasta un 50%; si no lo hace, le corresponde
al país aguas abajo, salvo acuerdo especial al respecto.
Nadie discute
tales derechos donde el río se origina, a menos que lo desvíe o consuma en su
totalidad, privando de todo acceso al que sigue. No sólo sería contra las
normas, sino un claro caso de mala vecindad, inamistoso, sobre todo si se habla
tanto de la integración entre los países de nuestra región. Pero estamos frente
a Bolivia que ya lo ha demostrado con el gas –“ni una molécula para Chile”-,
sus continuos reclamos y denuncias alegando indemnizaciones multimillonarias;
además del pleito pendiente por el acceso al mar. Definitivamente no hay como
entenderse, ni menos entablar conversaciones bajo presión. El Silala
integró los llamados 13 puntos que fueron negociados hace un tiempo, logrando
un pre-acuerdo; los mismos que Bolivia determinó cancelar, al no abordarse la
cesión de nuestra soberanía al Pacífico. Ahora vuelve a amenazar con otro
juicio, ante la propia Corte de La Haya.
Por nuestra parte
se expresó que también podríamos demandar al respecto, y si el tema se
judicializa, nos defenderíamos legalmente, aunque tampoco se explicitó cómo y
cuándo. Se crea otra controversia que se materializaría, paralela a la
aspiración marítima. O simplemente es una declaración acorde con la celebración
del día del mar, aunque ahora sea un río. Todo indica que puede ser el
preludio de un nuevo diferendo por el Silala, o el recurrente sobre otro río,
el Lauca.
Nos ha
sorprendido Evo, una vez más, con su búsqueda de todo lo que pueda molestar a
Chile, en conocimiento de que sólo reaccionamos y nunca accionamos primero. Y
que nuestra respuesta tradicional será que defenderemos nuestro territorio y
soberanía en su integridad. Por cierto, han vuelto a levantarse opiniones
contra el Pacto de Bogotá y de desprestigio a la Corte. Esperables ante los
resultados logrados y la situación que enfrentamos. Si hubiéramos alcanzado
triunfos, nada de ello tendría asidero. Pero no ha sido así, y se busca
algún mecanismo que impida a Bolivia, o a otros, demandarnos ante dicho
Tribunal; argumentando que es tan simple como denunciar el Pacto, que confiere
jurisdicción anticipada desde 1948 a los países que lo ratificaron, para
solucionar todas las controversias jurídicas ante la Corte. No es el único
procedimiento acordado en el Pacto, pero el que ha utilizado Bolivia en el caso
pendiente, e invocar otra vez.
Ojalá fuera tan
sencillo retirarnos del Pacto y desentendernos automáticamente de la Corte y
sus fallos de inmediato. A riesgo de que no sea grato reiterarlo a pesar de
posiciones contrarias, sin pretender polemizar, pues toda posición jurídica es
discutible, lamentablemente estimo no es así ni conviene. Dentro del año de la
denuncia, se podrían activar controversias y demandas que serían acogidas.
Prescindir de la Corte, tampoco procedería, al integrar Chile las Naciones
Unidas y ser uno de sus órganos principales. Igual se puede acudir al Estatuto
de la Corte y entablar un juicio. No hacer caso de ningún pleito, ni
defendernos, regalaríamos sus sentencias que, seguramente nos serían
contrarias. Desestimarlas, lo que podríamos como estado soberano, sería
evaluado negativamente por los demás; aunque algunos países poderosos lo han
hecho, sin ser desacatos propiamente tales, por haber solucionado los
asuntos por otros medios. Ello no ha sucedido con Bolivia, y nos dejaría desafiando
el sistema legal imperante.
El mismo que
tanto invocamos para que nuestros tratados de frontera sean cumplidos, como el
de 1904; o para que los innumerables acuerdos que Chile ha suscrito con la
mayoría de los países, sobre comercio, inversiones, créditos, tecnología,
internet, comunicaciones, compra de mercaderías y tantas otras materias
necesarias, se apliquen. Es decir, acudiríamos al derecho que los ampara
sólo cuando nos beneficia, negándolo si no sucede. Sería ilógico y perderíamos
la seguridad jurídica que los hace exigibles. Muchos mecanismos
legales de solución de conflictos en variados campos de relación internacional,
que funcionan normalmente y nos protegen, quedarían debilitados al perder buena
parte de nuestra confiabilidad. A imposibilidad de otros (los hemos intentado
todos con Bolivia, sin éxito), el acudir a la Corte no tiene toda la
responsabilidad de sus resultados. Se va a tribunales sabiendo que es posible
ganar o perder, por extraños que sean sus fallos ni obtenerse todo lo buscado.
Es más eficiente revisar y reforzar nuestra defensa ante la Corte que ignorarla
o confrontarla. En especial nuestra acción exterior, potenciando los
derechos que nos pertenecen, procesales o de fondo, en los diferendos. Esperemos
que el Silala no se transforme en otro asunto en que sólo nos defendemos. Por
qué no, también tenemos el derecho a demandar, y utilizar el Pacto.
27 marzo 2014.
27 marzo 2014.
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De LA TERCERA (Chile), 28/03/2016
Mi papá, presidente del Comité Pro Mar por muchos años, me explicaba que el curso natural del Silala (fácilmente comprobable por su lecho seco) transcurría por un larguísimo trecho en suelos bolivianos antes de su canalización. En cuyo caso, este artículo recurriría a una mentira para soportar su tesis.
ReplyDeleteSeguro que es así. Es importante ver lo que se dice al otro lado, porque refleja los puntos de los que la contraparte se agarraría en una contrademanda.
DeleteAsí es. Lamentablemente está en las manos de los pluripayasos...
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