En septiembre de
2015 se cumplieron 100 años del nacimiento de una persona que dejó profundas
huellas en la memoria colectiva de los argentinos. Docente ejemplar, científico
e investigador incansable, escritor testimonial y auténtico. Trascendente en
todos los ámbitos que recorrió, Jorge Washington Ábalos era un
hombre simple, hogareño, buen amigo, serio pero con un humor sutil e
inteligente.
A propósito del
centenario de Ábalos, la Feria del Libro de Córdoba programó
un evento especial para recordarlo. Fue el 17 de Septiembre a las 19 hs en el
Cabildo de la ciudad y en la ocasión, entre otros actos, se escucharon
fragmentos de sus obras en la voz de Chacho Marzetti y se presentó su sitio web
oficial.
Un poco de
historia
Jorge
Washington Ábalos nació
el 20 de septiembre de 1915 circunstancialmente en la ciudad de La Plata,
provincia de Buenos Aires. Instalado en Santiago del Estero, en 1933 se recibió
de maestro y comenzó a enseñar en las escuelas rurales del bosque chaqueño de
la región, donde se vinculó con las comunidades quechuas. Ellos fueron quienes
lo apodaron “el maestro bichero” por la preocupación de Ábalos de
identificar y analizar enfermedades y animales tóxicos de la provincia.
En este contexto, el docente colaboró con las investigaciones del médico
Salvador Mazza y, luego, con el Premio Nobel Dr. Bernardo Houssay.
En 1943 se
convertiría en entomólogo del Instituto de Medicina Regional de la Universidad
Nacional de Tucumán, institución que en 1950 lo nombró Doctor Honoris Causa.
Años más tarde, recibiría la misma distinción por parte de la Universidad
Nacional de Santiago del Estero.
Más allá de todas
las contribuciones que hizo Ábalos en el campo de la zoología
(entre las que se incluyen, por ejemplo, la creación del Instituto de Animales
Venenosos en Santiago del Estero que, en la actualidad, lleva su nombre,
y el Serpentario en el Zoo de Córdoba), no se puede dejar de mencionar que este
maestro rural se hizo conocido de forma masiva a través de su faceta de escritor. “Shunko” (novela clásica de la literatura argentina
que se publicó en 1949, prologada por el Nobel de Literatura Miguel Ángel
Asturias y que, con los años, fue traducida a varios idiomas, llevada al cine y
hasta adaptada a la radio), “Animales, leyendas y coplas”, “Norte pencoso”,
“Terciopelo, la cazadora negra” y “Shalacos”, son algunos de los títulos que
integran la producción literaria de este autor.
La obra de Ábalos sigue
su camino, independiente, imprevisible, enorme. En 2013 la Fundación Cultural
Santiago del Estero editó una colección con sus textos completos, para ser
donadas a escuelas y bibliotecas populares de todo el país. Y, en este 2015, el
Canal Encuentro ha incluido, en su ciclo Santiagueños, un capítulo completo que
revisa en detalle vida y legado del “maestro bichero”.
Shunko en el
cine
En la antológica
y desaparecida revista Humor, una de sus periodistas emblemáticas, Mona
Moncalvillo, le realizó una entrevista a Lautaro Murúa, director y protagonista
de la versión cinematográfica del libro más popular de Jorge W. Ábalos.
En ella, el realizador contaba: “Tuve la suerte, en mis dos primeras películas,
de contar con Augusto Roa Bastos. Él me acercó una especie de cuadernillo, eran
las memorias de Jorge Washington Ábalos. Ese cuadernillo, escrito a
máquina y cosido a mano por Ábalos, que me acercó Roa, me pareció
una historia auténtica, sencilla, muy profunda, y sin tener un centavo me
dispuse a hacer la película. Y con dos centavos me fui con Roa a Santiago del Estero
para conocer a Ábalos, que resultó ser un tipo maravilloso, y con
la secreta intención de encontrar un santiagueño rico que nos ayudara a
producir la película… No nos ayudó ninguno. Un ex gobernador peronista, de
apellido Miguel, conocía a Ábalos y –por respeto a él, aunque
dudo que lo hubiera leído- nos ofreció todo lo que quisiéramos: camiones, agua
para hacer los adobes de los decorados, jeeps… Contando con ese apoyo, me
decidí a hacerla. Pero cuando llegué con toda la gente, el gobernador había desaparecido,
no tenía tiempo, en fin… Igual, a los dos días comencé a rodarla cambiando
todo. No fue muy accidentada, pero sí mezquinamente financiada. Gasté cinco
veces menos de lo que se gastaba para hacer una película de clase “B”… Además,
como sólo pude alquilar una cámara viejísima, de un estudio de Mendoza, se me
veló un tercio de la filmación. Lo que significa que el montaje fue un
desastre… Casi nadie cobró, yo por supuesto ni cinco, a algunos les hicimos
regalos… Pese a todo, lo que valía era el espíritu, el amor, la ternura de los
chiquitos que trabajaban en ese semi documental, y eso valió la pena”.
A pesar de este
relato lleno de vicisitudes, a la película Shunko le esperaba
un destino significativo.
Murúa no había
sido el primer interesado en llevar al cine la historia de ese maestro rural y
sus alumnos en el monte santiagueño. En 1957, el director de cine de la
Universidad de La Plata, Moneo Sanz, se reunió en Tucumán con don Jorge y
establecieron acuerdos satisfactorios, pero la idea no alcanzó a
concretarse. Tiempo después, la familia Ábalos recibe un
llamado del director Armando Bó para encontrarse con el autor en un bar de la
estación de La Banda. Allí apareció el director con su actriz “fetiche”, Isabel
Sarli, a quien pensaba asignarle un rol protagónico. Para respiro de la
literatura argentina, este segundo acercamiento del mundo del cine a su obra
tampoco llegaría a buen puerto. Finalmente, un año más tarde, sería Lautaro
Murúa quien, junto a Leo Kanaf, su productor, rodaría Shunko. La novela
de Ábalos fue adaptada por el prestigioso escritor paraguayo
Roa Bastos (ya vinculado al cine con sus trabajos “El trueno entre las hojas”,
“Sabaleros” y “La sangre y la semilla”) y musicalizada por Waldo de los Ríos.
La película marcó el debut en la dirección de Murúa, quien además encabezó el
elenco junto con el niño Ángel Greco (en el papel de Shunko), Graciela Rueda,
Gabriela Schoo, Raúl del Valle y Orlando Sacha. La mayoría de los participantes
frente a cámara eran actores no profesionales, es decir, surgidos del propio
entorno de la filmación. En una nota brindada a Télam en 1994, el productor Leo
Kanaf recuerda:”Nadie quería distribuir la película porque no tenía un tema
taquillero ni había un elenco de estrellas. Sin embargo, el administrador del
cine Metro aceptó verla en un momento en el que estaba ocupado nada menos que
por la promoción de Ben Hur. Cuando terminó la proyección, el tipo estaba
llorando. Fue así que me ofreció exhibirla a pesar que no era una película
tradicional para esa sala”.
Después de ser
estrenada en Buenos Aires, sin mayor repercusión comercial, Shunko fue
presentada en el III Festival Cinematográfico Internacional de Mar del Plata,
donde ganó el Premio a la Mejor Película Hablada en Castellano y recibió la
Mención Especial de la Crítica. Encabezaba el Jurado del Festival el célebre
libretista de “Ladrones de bicicletas”, Césare Zavattini, quien manifestó “No
esperaba un film tan interesante”. Otras voces que se oyeron en Mar del Plata
fueron las de Karel Reisz, director británico: “Todo es muy honesto y tan
limpia… es muy importante”; el destacado director español Juan A. Bardem, por
su parte, dijo “Tiene limpieza. Me parece que hacía tiempo que el cine
argentino no producía obras semejantes”; mientras que el realizador mejicano
Alejandro Galindo comentó “A mí me convenció y, además, el paisaje me hizo
acordar de mi tierra. Tenemos los mismos problemas”; y hasta el inefable
Cantinflas, una de las figuras internacionales invitadas, se expresó fervoroso
“¡Me gustó mucho!”.
Diversas
entidades que congregaban a los especialistas en el séptimo arte, también
manifestaron su apoyo. La Asociación de Cronistas Cinematográficos Argentinos
la eligió como la “Mejor Película de 1960”; el Círculo de Periodistas
Cinematográficos de la Argentina le adjudicó el “Puma de Oro”, como Mejor
Película, como Mejor Productor a Leo Kanaf, Augusto Roa Bastos como Mejor
Adaptación y, compartido con Daniel Tinayre por “La Patota”, el premio como
Mejor Director para Lautaro Murúa. Y más adelante, la encuesta que realizaba
todos los años el club Gente de Cine para marcar los valores cinematográficos
de la temporada anterior, otorgó el primer lugar a Shunko, como la
mejor película y de mayor inquietud.
No obstante todas
estas distinciones, a las que se sumaría la representación de nuestro país por
parte de Shunko en los más importantes Festivales del mundo,
como Berlín, Rusia o Santa Margheritta (Italia); Lautaro Murúa quedó envuelto
en una dura polémica con los máximos representantes burocráticos del cine
nacional. Es que al recibir su premio en Mar del Plata manifestó:”La Argentina
es el único país de Sudamérica en producir películas, pero también es el único
país del mundo en producir películas sin materiales, con unos defectos
terribles desde el punto de vista técnico, y me siento con la autoridad y
actitud para acusar a las personas que son responsables de que no tengamos
elementos para defendernos, para hacer un buen cine”. Tales palabras provocaron
tremendo revuelo mediático que trajo consecuencias inmediatas. En abril
de 1961 el Instituto de Cinematografía (ente oficial) se reunió para
repartir 50 millones de pesos en concepto de primas a la calidad, destinados a
la producción de 1960. A pesar de ser la gran favorita de los críticos y
cronistas, Shunko no figuró siquiera entre las 15 películas
que recibirían tal “premio/subsidio”. En la revista Leoplán, un artículo
escrito por Tomás Eloy Martinez, titulado Historia de una calamidad, ilumina
sobre estos cuestionados “olvidos”: “Se sabe que el grueso de los 20 jurados
omitió fundamentar sus votos, acaso porque no había manera de hacerlo… La
omisión de Shunko fue sintomática. Ya de entrada el crítico
Domingo Di Núbila la postuló para el primer premio, no encontrando adherentes.
Luego se le sumarían el escritor Abelardo Arias y el realizador de cortos Juan
Berend. Pero no fueron suficientes para cambiar la mirada oficial… El Instituto
de Cinematografía ya tenía desde antes opiniones tomadas al respecto. Su
delegado interventor (y, de hecho, su presidente) el escribano Félix Taurel
había señalado a la prensa que tenía órdenes expresas del Poder Ejecutivo para
fomentar un cine radical (?), que postule un cine a la manera mexicana, para
recuperar los mercados perdidos de Latinoamérica; que fomente el empleo de
temas alegres en los que no se insista sobre la miseria o los
negociados del país… Habrá que preguntarse si en Argentina quedan ánimos y
oportunidades para llevar adelante un cine en serio. Los premios a la
producción de 1960 señalan que no”, concluye Martínez. Las asociaciones de
periodistas especializados manifestaron públicamente su repudio por todo lo
sucedido, pero ya estaba dictado el veredicto y el Instituto de Cine no dio
marcha atrás en sus premiaciones.
Más allá de estas
cuestiones políticas, Shunko siguió su camino de gloria. Y en
1995 fue elegida por la UNESCO para participar en las celebraciones del
centenario del cine, que se llevaron a cabo en París. El Instituto Nacional de
Cinematografía había elegido “La historia oficial”, pero la oficina cultural de
la UNESCO les respondió que “con todo respeto, elegimos a Shunko”.
Así es como esta aventura cinematográfica entrañable, que nació en la
inspiración de don Jorge Washington Ábalos (quien falleció en
Córdoba el 28 de septiembre de 1979), está considerada, actualmente, Patrimonio
Cultural de la Humanidad.
_
De LA FILMÓSFERA (Argentina), 08/03/2016
Fotografía 1: Jorge Ábalos
Fotografía 2: Portada de Shunko (Losada, 1949)
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