“Rousseff
podría sobrevivir a 10 petrolaos y Michelle Bachelet a 11 escándalos de
corrupción pero bastaría un hijo negado o matado por conveniencia de campaña
para transformarlas en estatuas de sal y sumirlas en un hades de escarnio. Evo,
en cambio, calla. Deja que sus ministros se encarguen. A un señor presidente se
le comprende cualquier cosa, ya lo hemos hecho, lo volveremos a hacer”. Leila
Guerriero, El País.
Si don Mario
Vargas Llosa nunca hubiese abandonado su niñez cochabambina, quizás hoy sería
un espectador de primera fila y tendría abundante material para seguir
regalándonos fulminantes tramas acerca de caudillos y alcobas, en vez de estar
perpetrando últimamente novelas de poco fuste desde su retiro madrileño.
Desafortunadamente el diablo se le ha adelantado y ha urdido una historia de lo
más truculenta, melodramática y enrevesada que supera con creces a Corín
Tellado y todos los guionistas de telenovelas latinas juntos. Tal es el
atractivo de este culebrón que ha sacudido las fibras de este adormilado
paisito hasta sus cimientos, tanto que el otro día mientras paseaba a la hora
del almuerzo por una calle de mi ciudad vi a varios curiosos apostados en las puertas
de un par de negocios de pollo frito tal cual siguieran las incidencias de un
partido mundialista. Tanto comensales como gente al paso tenían clavados los
ojos en la pantalla siguiendo un nuevo capítulo de esa tragicomedia
plurinacional intitulada: “¿Qué culpa tiene la wawa del presidente?”.
A modo de
recapitulación, recordemos que todo comenzó a principios de febrero cuando el
periodista Carlos Valverde mostró en televisión el certificado de nacimiento de
una inocente criatura bautizada como Ernesto Fidel Morales Zapata (para que no
quepa duda de quiénes eran sus padrinos ideológicos), fruto de los amores
escondidos de Su Excelencia con una groupie de sus juventudes
masistas cuando la mocita frisaba los diecinueve años (según algunos
familiares, “a Gabriela se la llevaron a los diecisiete”, lo que da un giro
vargasllosiano a la trama). Aquel bombazo mediático despertó las alarmas de la
caterva oficialista que mandó inmediatamente a ministros y otros jerarcas a
intentar contener el incendio pero solo echaron mas gasolina al fuego, de tal
manera que S. E. tuvo que salir a escena mostrando su mejor cara de adolescente
arrepentido. Y a muchos seguramente se les rompió el corazón cuando el
presidente quiso hacer creer que también era mortal e infortunado como sus
súbditos, al manifestar con honda amargura que “le habían informado que el niño
había muerto” a los pocos meses de nacido, allá por el 2007, y que desde
entonces no había vuelto a saber de la muchacha que alegró sus días. Horas
después una fotografía reciente desmintió su versión y no tuvo otra ocurrencia
mejor que matizar que se le había acercado una “cara conocida” a tomarse una
foto con él, como lo hacían cientos o miles de admiradores que tiene S. E. en
todo su reino.
El suceso no
hubiera pasado de un acostumbrado lio de faldas, de una aventura más del
solterón rompecorazones que, a modo de broma, alguna vez había soltado que
“cuando voy a los pueblos, quedan todas las mujeres embarazadas, y en sus
barrigas dice Evo Cumple”; si es que no se hubiesen desatado los tentáculos de
sus implicaciones amorosas. Resulta que la tierna y candorosa exnovia se había
transformado en menos de una década en una respingada socialité, portada
de revistas del corazón, y pujante empresaria que no solo se movía en los
círculos más burgueses de La Paz y para lo cual no dudó en asentarse en una
mansión de un exclusivo barrio paceño, sino que también representaba a varias
empresas de servicios aduciendo ser abogada con solo cuatro materias vencidas
en la San Simón de Cochabamba (aquel personaje de la secretaria ‘peliteñida’ de Betty
la Fea, quien presumía de sus seis meses de Finanzas en la San Marino, se
quedó corto).
Fue tan rutilante
el desempeño de la Cenicienta devenida en exitosa mujer de negocios que, de
acuerdo a confesión suya, algunas empresas internacionales la recomendaron a
los quisquillosos empresarios chinos que en los últimos tiempos también asoman
sus narices en toda Latinoamérica. Sin mediar mayores exigencias, de pronto la
Dra. Zapata aparece como gerente comercial y principal lobista (vaya,
palabreja) de la CAMC Engineering, transnacional que actualmente tiene negocios
vinculados al Estado boliviano en al menos cinco proyectos que rondan los
seiscientos millones de dólares. Curiosamente multitareas estos chinos que no
solamente están construyendo un ramal ferroviario y habían montado antes un
ingenio azucarero, sino que también nos iban a construir una planta de
tratamiento de sales de potasio, además de haberse adjudicado las obras de una
represa hidroeléctrica y, por si hiciera falta, también le habían vendido unos
taladros a la petrolera estatal.
Y de todos los
movimientos pendulares y sendos taconeos de la ex, incluyendo en altas oficinas
gubernamentales como la Aduana y Comibol, al Gran Jefe Supremo que todo lo sabe
nadie le había informado, hasta que fue demasiado tarde y se vio envuelto en su
grandísima inocencia en un escándalo de proporciones bíblicas que fue el puntillazo
a sus sueños de eternizarse, aseguran varios analistas, a través del referendo
reeleccionista de hace una semana donde fue humillado en las urnas. Ni todos
los opositores juntos ni el malvado imperio yanqui habían hecho tambalear su
dulce reinado de diez años, bruscamente sacudido por un presente griego que se
coló hasta su alcoba en forma de perfume de mujer. Alguien tenía que
pagar la factura.
No había
terminado de disiparse la polvareda del referendo cuando repentinamente la
nueva reina del Sur bautizada como la Dama de Azul (por los colores del partido
oficialista) cayó en desgracia al ser detenida por orden directa de S.E. a
través del ministerio de Gobierno, y tratada como una vulgar delincuente con un
mar de policías que la custodiaban enmanillada y los flashes de las cámaras se
cebaban con su rostro compungido en una larga noche paceña. De las pasarelas
del jet set a la frialdad de una celda policial en un abrir y cerrar de ojos.
La acusaban de enriquecimiento ilícito y otros delitos. Jueces y fiscales se
sumaron al coro, diligentes como nunca, dispuestos a hacer sentir todo el rigor
de la ley.
Mientras proseguían las investigaciones, salió a la palestra, hace un par de noches, el vicepresidente en un espacio solicitado de casi media hora que se trasmitió en varios canales de televisión, costeado por arcas públicas, desde luego. La audiencia, desde ya mareada con tantos pormenores y miserias de los protagonistas era bombardeada por otra teoría sacada de los pelos. Explicaba el vice, a la manera de un investigador del FBI, que todo se trataba de un clan encabezado por la señora Zapata y que a través de su hermana (ex diputada opositora) y su hermano (ex enamorado de una actual diputada) habían coordinado con los dos jefes opositores más mediáticos para dañar la sacrosanta reputación de S.E., continuando con la campaña de desprestigio y duros ataques a su honorabilidad que el oficialismo repetía como mantra a modo de cerrar filas en torno al Jefazo. No obstante, el hombre que se precia de ser tan inteligente y que, según él mismo, en la Texas University estudian su pensamiento, se metió un autogol desde media cancha al revelar que la señora Zapata dirigía sus negocios desde los antiguos despachos de la Primera Dama, prácticamente en las barbas del ministro más cercano al presidente.
Más tarde, el
Fiscal General del Estado manifestó que la dama Zapata ingresó a las oficinas
del ministerio de la Presidencia en cuarenta ocasiones, donde daba órdenes a
todo el personal subalterno y utilizaba los ambientes para reuniones con
empresarios y otros negocios privados. Donde le negaban el paso, mostraba el
certificado de su nene, y se le abrían las puertas de par en par, se lee en la
prensa. Por si fuera poco, utilizaba un vehículo oficial para sus propósitos
con chofer incluido. Y el inocentón ministro Ramón Quintana (que tiene fama de
siniestro y puntilloso, dado su pasado militar) no se enteraba de nada y encima
jura no conocer siquiera a la exnovia de S.E. Tal parece que la astuta
empresaria se había coludido con una viceministra, (antigua amiga suya) de esa
repartición y otros funcionarios de menor rango que acaban de sumarse a los
arrestados, incluyendo al infortunado chofer que hacía los mandados. El autor
de la querella, sí, ya lo han adivinado, es el mismísimo ministro de la
Presidencia.
De pronto, el
país fue sacudido por otro terremoto noticioso hace unos días: el hijo vive y
lo vamos a presentar ante medios internacionales, había revelado una tía de la
señora Zapata, seguramente con la anuencia de ésta para avivar la polémica y
meter presión al padre, a modo de contraataque, pues algún pariente mencionó
que la detenida corría peligro y que toda la familia estaba recibiendo
amenazas. Como resorte, la respuesta del caudillo no se hizo esperar a través
de la ministra de Transparencia quien comunicó que si el hijo vivía le habían
mentido al señor presidente y que tenían veinticuatro horas para mostrarlo ante
una instancia pertinente. Posteriormente el plazo se alargó a cinco días por
medio de la ministra de Comunicación que aparte de mencionar el recado se
encargó de menospreciar a la detenida, preguntándose muy indignada con términos
como qué clase de mujer, qué clase de madre actuaba así, negándole el derecho
de que un niño conozca a su padre. Siguiéndole la lógica, habría que
preguntarle a la ministra: qué clase de hombre, qué clase de padre no acude al
lecho de su hijo cuando supuestamente le informaron que estaba enfermo, que
luego habría muerto y que ni siquiera fue a su funeral o a visitar su tumba posteriormente.
Y en resumidas
cuentas, ¿de qué le sirve a una mujer mentirle de esa manera al padre de su
criatura? ¿Qué gana con ocultarlo durante tanto tiempo?...Aquí hay más misterio
que en una novela de Agatha Christie. Entretanto, los ejecutivos chinos
implicados en el gran negocio se estarán marchando discretamente y seguramente
riéndose para sus adentros como el resto de la humanidad se estará
desternillando con nuestra tragedia. En algo tienen razón los propagandistas y
acólitos del régimen: Evo Morales ha puesto a Bolivia en el mapa mundial… al
calor de las sábanas. Somos el hazmerreir del mundo.
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De EL PERRO ROJO
(blog del autor), 03/03/2016
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