Estos días he
estado escuchando obras de Arvo Pärt, músico minimalista al que he llegado por
sugerencia del compositor y poeta boliviano Pablo Mendieta Paz. Me he quedado
con Tabula rasa por algo más que por el título de la obra,
pero también por este. Me ha parecido una buena guía cuando te mueven las ganas
de poner las cosas en claro y arrojar lastre, y emprender la que sabes que va a
ser si no la última, sí la penúltima andadura. Tabula rasa. Conviene
hacerlo y no solo en tu entorno. Georges Perec limpiaba su mesa de trabajo
cuando había terminado un libro (tiene un hermoso texto sobre ese asunto). Es
más fácil hacerlo con lo que está sobre la mesa de trabajo, que con lo que
sostiene de manera enfermiza y nociva ese vivir cotidiano apretado de rutinas,
cargados de ritos innecesarios, de servidumbres voluntarias, por cómodas, que
son cepos; de caras perdidas que siguen apareciendo por los rincones de la
memoria. Tabula rasa, es más fácil escribirlo que llevarlo a
la práctica porque a cierta edad no sabes sobre qué quieres y puedes hacer
tabula rasa, donde está la mesa, qué es lo que hay que barrer de ella, si es
que hay algo que no, lo que quieres y lo que no, lo que escondes para mejor
ocasión... a cierta edad eres como una chamarilería imposible, una zahurda de
Encantes, una cacharreria impracticable que no admite más que él echar la
persina y desaparecer, pero eso tampoco. A cierta edad, frente a la mesa de
trabajo, "devant la page blanche, l'artiste n'est pas là. Il vit là-bas,
loin de tout,... eso entonas, pero no estás seguro, estás amarrado a esa mesa
de trabajo abarrotada de piezas de rompecabezs, de papelitos, de cosas y
cositas que van y vuelve, de piedras, muchas, piedras, demasiadas piedras...
tabula rasa pues, luego ya veremos en qué queda.
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De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 11/01/2017
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