Lo que queda de
una vida. Poco. Cositas que se desperdigan y unos recuerdos e inventos a ellas
aparejados que contigo desaparecen, si te haces de manera pasajera con ellos y
los incorporas a tu cacharrería. Marcel Proust fue muy claro a este respecto en El
tiempo recobrado: . Atrapar el tiempo, atrapar lo inatrapable,
aferrarse a lo que es tanto el recuerdo de un momento feliz como de la desdicha
y de la vida que no fue, conservar el recuerdo de personas a las que no
asististe lo suficiente en vida, y lo sabes. Conocí a una persona que escondía
como podía sus recuerdos rotos, recompuestos, porque era lo único que de verdad
tenía, y de pronto aparecía en escena para regalártelos, que era como
consignártelos, que te hicieras tú cargo de ellos, pasarte el testigo de un
historia que no has acabado de descifrar: las verdaderas vidas novelescas
estaban a tu lado, no lejos, no en los escenarios de papel, estaban haciendo
noche contigo.
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De
VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 14/05/2016
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