El otoño y el
vino se llevan muy bien. Así le digo a Ortiz Higuera, buen amigo universitario
con el que compartimos labores en la cosecha de arándanos. Me avisa que vendrá
estos días a compartir unos tragos. Me alegra saber que cuento con un nuevo
amigo. No sobran interlocutores cultos en esta región. Mientras trabajamos
juntos las horas parecían minutos hablando de cine, literatura o filosofía. No
habíamos visto ni leído ni pensado exactamente lo mismo, así que ambos nos
enriquecíamos en cada conversación. Luego él volvió a su universidad y yo a
este valle donde penan las almas del intelecto. Mencionarle a Steinbeck a un
terrateniente es para que te quede mirando perplejo, con la cabeza ladeada,
como perro que no entiende. Ni hablarle de Fassbinder a un representante del
ministerio de educación, o de Pablo de Rokha a un director de colegio, o
de Mahler a un profesor medio. Recitarle un poema de Bukowski a un abogado es
para que te demande por presunta difamación. San Fabián es una tierra hermosa
poblada por rudos campesinos curtidos en la sabiduría de la supervivencia, y es
a la vez una tierra de asnos ignorantes y malintencionados, sobre todo entre el
funcionariado. El soplonaje es parte de la rutina. Lamer suelas es cosa bien
vista. Parecer de derecha da estatus. Y lo peor es que nadie lee, nadie
alimenta su espíritu, nadie parece tener inquietudes más elevadas que rezar un
padrenuestro exculpatorio o dejarse palmotear el hombro por el político de
turno. Cada uno cuida con ferocidad su pequeña parcela, su cuevita de trastos
innecesarios, la parcialidad de su mezquina conveniencia.
Fotografía:
San Fabián desde la cumbre del Alico. © Miguel Ortiz Higuera
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De CUADERNOS DE
LA IRA (blog del autor), 30/04/2016
Gracias, querido amigo. Parece ser una constante que el raterío humano se atrinchera en los puestos de gobierno de cada localidad.
ReplyDeleteUn fuerte abrazo
Cada vez más, querido Jorge. Y mientras más avanzamos en la comunicación, más ignorantes crecemos. Caldo ideal para las alimañas.
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