Monday, October 24, 2016

Tordos en la niebla (fragmento)

JORGE MUZAM

Pasamos días difíciles.  En el campo, la miseria no se nota en tu apariencia sino en la de tus animales. Los perros, gatos, gallinas y cerdos se vuelven lentamente famélicos y tristes. Pero nunca puede ser tanta la  miseria como para que a un visitante no se le pueda ofrecer un refrescante jarrón de harina tostada.

Nuestra casa era una especie de posada gratuita donde llegaban a comer, conversar y pernoctar los clientes montañeses de papá, los vendedores de chivos, los retratadores, los conchenchos, parientes lejanos, pobres y ricos, socios medieros, cochayuyeros, charlatanes, místicos, mendigos, gañanes y vagabundos. Siempre había suficiente comida y un lugar para que cada uno estirara sus cansados huesos. Nunca se distinguió entre uno y otro, ni siquiera alcanzó a ser un tema de preocupación: todos eran iguales y todos merecían el mismo trato amable.

Los caballos de los visitantes eran soltados al potrero y los perros alimentados. A los burros se les descargaban los cochayuyos y sacos de charqui. Los chivos recibían agua limpia y buen pasto. Los comensales se reunían junto a un fogón a conversar y seguir comiendo hasta altas horas de la noche. Como papá no bebía ni fumaba nunca hubo alcohol ni tabaco sino grandes tazones de café, trozos de charqui, tortillas con chicharrones, muchos mates, sartenes con harina tostada encebollada y platones de sopa picante. 

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De CUADERNOS DE LA IRA (blog del autor), 23/10/2016

Imagen: Portada del libro


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