Monday, October 31, 2016

La Chuquiago de Miguel Sánchez-Ostiz

MARTÍN ZELAYA SÁNCHEZ

"¿Por qué La Paz y no otra ciudad? Tal vez, solo tal vez, conteste a esa pregunta con estas páginas. La Paz es una ciudad que engancha. Es dura, agobiante, incómoda, pero engancha.

Nunca me he cansado de patear sus calles. No me importa confesar que tengo miedo a contar de esa ciudad por si el hacerlo equivale a despedirme de ella y enterrarla, por eso sé que me voy a dejar cosas olvidadas a propósito, como guijarros de Pulgarcito: el miedo a lo definitivo, a que la riada de la vida y su tumulto te lleve consigo al rincón de las almas perdidas, al de los conjuros que te dejan con las manos vacías y el alma acongojada”.

No se puede pedir mejor explicación-descripción-presentación de este libro, que esta declaración de amor a la Hoyada que Miguel Sánchez-Ostiz desliza en los primeros párrafos de Chuquiagomarka.

Pateando la ciudad

En los no pocos comentarios que en los últimos meses provocó la novela Catre de fierro de Alison Spedding, hay un criterio que se repite: los no nacidos en esta tierra pueden leerla, desentrañarla, transmitirla… disfrutarla mejor que la mayoría de sus hijos.

Y esto es lo que hace Miguel, viejo lobo de mar en viajes, caminatas y tertulias, pero ante todo, en mimetizarse y dejarse absorber allá donde va, libreta de apuntes y cámara fotográfica en mano. Y allá donde va, en los últimos lustros, suele ser cada vez más Bolivia, cada vez más La Paz. 

La Buenos Aires en su anverso y reverso y el cementerio de la llamita. Arturo Borda desde y para el Illimani y la American Visa de Juan de Recacoechea, "nieto de navarro, amigo y pariente de amigos, culto, ingenioso y desvergonzado en el hablar hasta la carcajada, de esa gente con la que, al menos yo, haces buenas migas de inmediato”.

La ubicua coca y las infaltables farras, chakis; y los sorojchis. Referencias históricas, políticas, sociales que hablan no sólo del poder de aprehensión de Sánchez-Ostiz, sino de su proverbial apetito por leer cuanto libro se cruce en su camino… "En la plaza Murillo asistí, en el 2009, a un mitin multitudinario de Evo Morales que festejaba la aprobación de una nueva ley Electoral para Bolivia y el que hubiese salido de una huelga de hambre en protesta por la actuación de los diputados de la derecha que se oponían a la aprobación y promulgación de la ley”.

Pero sobre todo: literatura, autores y libros, clásicos y novedades, de bolivianos y sobre Bolivia; encuentros con literatos y poetas en charlas de café de Sopocachi, de bar restaurante del centro, o de antro en la ladera; y perfiles breves, pero agudos de la florida fauna paceña. Eso es este libro, si me piden hacer un veloz esbozo. 

Hay un curioso hilo que quizás a Miguel no le guste: Jaime Saenz. De entrada, confiesa que no es precisamente de su preferencia -"Jaime Saenz, poeta, sí, pero maldito, escritor de culto, más o menos legible, pero muy citado, por haberse convertido en un mito sombrío”-, pero la fuerza de Saenz -que él reconoce- es tal, que no puede obviarlo a lo largo de la obra… como cuando conversa con Guísela Morales, su sobrina, sobre recuerdos personales del autor, o cuando visita su tumba en el cementerio general, entre otras. 

Miguel Sánchez-Ostiz, navarro, ganador del Premio Herralde de novela, autor de una treintena de libros, presumirá al menos de un "tríptico boliviano”. En 2008 publicó Cuaderno boliviano; en febrero próximo saldrá su Chuquiagomarka ("con la misma editorial que publicó Madrid-Cochabamba de Pablo Cerezal y Claudio Ferrufino-Coqueugniot”) y adelanta que ya trabaja en una "nada convencional” novela que se llamará Diablada boliviana. Y eso que no contamos acá un texto histórico sobre Ciro Bayo en Bolivia.

"No creo que pueda distribuirse en Bolivia -dice sobre Chuquiagomarka. Salvo envíos puntuales o que lleve al hombro la edición, como un aparapita, y me trinquen en la aduana...”. Así que a modo de esperar la versión digital o la compra online, Miguel habla, a continuación, de la esencia de su libro, y en la siguiente página de esta edición de LetraSiete, proponemos una selección de fragmentos.

- ¿Chukiagomarka es un libro de viajes, de crónicas literarias…? ¿O más bien un dietario o una versión publicable de tu diario personal?

- Es una mezcla de todo lo que indicas, porque son impresiones de varios años de merodeo callejero y literario sin mucho orden, la verdad. La base es mi diario personal, como también lo es para una novela de carnavalada, paceña y no paceña, en la que ahora mismo trabajo. 

Lo mismo para mi trabajo sobre las andanzas de Ciro Bayo en Bolivia. Esos diarios de viaje me son fundamentales... y las fotografías, sin pretensiones artísticas.

- ¿Coincidirás conmigo en que es también, y además, un libro periodístico?, reflejo de decenas de conversaciones-entrevistas y experiencias-comprobaciones personales.

- Claro. Eso es bueno porque es eco de lo visto, vivido y pateado, y de la gente excelente con la que he tratado; y es malo porque hablas de asuntos efímeros, fugaces, y el regreso suele ser triste: lo que viviste puede haber desaparecido; y además, como te salga un mezquino diciendo con desdén que lo tuyo es "prosa periodística” y sólo eso, pues vas dado.

- ¿En qué se diferencia de Cuaderno boliviano, tu anterior libro sobre este país…?, más allá de la obviedad que sabemos por el título: que éste se centra en La Paz, y el otro quizás es un pantallazo más amplio aunque no tan profundo. 

- Aquel fue un libro primerizo, del año 2008, y fue un dietario de viaje sólo de aquel año. Después ha habido seis viajes más a Bolivia y he podido conocer más a fondo algunos asuntos y lugares. Las cosas cambian, tú también. No es ni tan exhaustivo ni tan sistemático como Imágenes paceñas, de Jaime Saenz... ¿Momentos paceños? Tal vez, y no están todos los vividos ni mucho menos. Además le falta el subtítulo: "Merodeo de La Paz”, algo así.

- ¿Cómo le responderías a alguien que nunca estuvo en La Paz y que te pida describirla en pocas palabras o frases?

- Diría que es una ciudad que atrapa, engancha y no te suelta, inagotable, aunque su pateo te deje baldado. Diría: "Asómese y mire, ¿qué me dice? ¿A que es hermosa?”. Lo diría desde la Ceja o desde Pampahasi, pero como me siento parte interesada, pues poco valor tiene lo que diga y, además, eso es superficial porque no hay ciudad que, para quien la padezca, no sea dura.

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De LETRASIETE (Página Siete/La Paz), 30/10/2016 

La Paz, ciudad fragmentaria (Extractos, seleccionados casi al azar, de Chuquiagomarka, de Miguel Sánchez-Ostiz)

MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

MIRAR Y ESCUCHAR, cierto, pero para hacerlo hay que patear las ciudades sin rumbo fijo, patiperreando, a la deriva, un paso detrás de otro. Es preciso dejarse tentar por esquinas, portales, comercios, callejones como boca de lobo, seguir el rastro del aroma de un plato al paso, ir hacia esos detalles que las luces cambiantes descubren y que de ordinario resultan invisibles, aceptar la invitación de una voz de postillón de vagoneta de viajeros que abre su puerta a la voz de "¡Obrajes!”, "¡Garita!”; o también hay que quedarse quieto en una esquina, inmóvil, a la espera, o sentado a la mesa de un café e intentar desde ese observatorio el agotamiento de un rincón, de un lugar. Solo que eso en La Paz se revela una tarea literaria colosal, imposible, brava, nada parisina, así te sientes en el cafetín de la Alianza Francesa, arquitectura en absoluto indígena, sobria y audaz, de Juan Carlos Calderón, arquitecto y amigo entrañable. No me sentaría en ese cafetín para ver pasar la ciudad y la vida, ni tampoco en ninguno de los cafés de la Abaroa, ni en el altillo del Café Ciudad desde donde se escribieron bastantes de estas páginas, en su borrador primero al menos, ni tampoco me quedaría quieto en una mesa corrida del mercado Uruguay porque tampoco así la atraparía entera... Dependiendo de dónde te sientes ves pasar ciudades distintas. La Paz, ciudad fragmentaria.

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EN LA PAZ NO CAÍ directamente en la plaza de San Francisco, pero sí a dos pasos, en una calle de griterío inacallable, el del anuncio de los viajes de las micretas, el vocerío más familiar de La Paz, antes de los teleféricos y los autobuses urbanos, el muy civilizado Pumakatari. Nada más dejar mi equipaje me eché a la calle y me metí asombrado en esa plaza que entonces era un abigarrado lugar de cruce, de busca y estadía contemplativa, de reunión de conocidos y desconocidos, de tratos comerciales y profesionales, de comercio bravo y al paso, de matuteo y trampa, de pulule sin rumbo aparente, de parloteo público y privado, escenario de espectáculos más o menos improvisados, de reivindicaciones políticas y sociales a menudo violentas, de idas y venidas, centro de un mundo, mestizo y abigarrado, más incluso que de una sociedad urbana, pero sobre todo escenario de un Gran Teatro urbano como no había visto en ningún lado. Ahora, más de diez años después, ese bullebulle está muy apaciguado, apagado incluso en su espontaneidad, gracias a la reurbanización de la plaza, pero en aquel momento resultaba asombroso, excitante.

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CASI DE INMEDIATO, La Paz se hizo para mí una ciudad literaria. En cuanto compré American visa, una novela de Juan de Recacoechea, el Reca. La vi, junto a otra titulada Altiplano express, en el escaparate de una minúscula librería que había en la plaza del Estudiante. Me llamó la atención el apellido. La librería estaba cerrada, pero pude comprarla enseguida, en cuanto pasé por Los Amigos del Libro de la calle Ballivián. La compré porque al ojearla vi que hablaba de escenarios de La Paz que acababa de descubrir aquellos días de junio en que mi viaje pudo haber terminado, como en parte termina el del protagonista de la novela, mal, y la obsesión de la visa americana me recordó el entusiasta discurso del tipo en cuya compañía había almorzado días atrás en la plaza Alonso de Mendoza, el de las zamarras de cuero.

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Pienso en esa La Paz o en esa Bolivia que gira alrededor del Círculo de la Unión, de la calle Agustín Aspiazu, o en esa otra del Café La Paz, por donde seguía la sombra de Álvaro de Castro, el secretario de Klaus Barbie, o en Pablo Mendieta, músico y poeta, y en nuestras conversaciones en la plaza Abaroa, pienso en la galería de arte Nota, del barrio de San Miguel, donde vi una magna exposición de Juan Conitzer Bedregal o en el elegante Flanigan’s Cave Gourmet de la Montenegro, en Calacoto, frente a la estatua de Escrivá de Balaguer cubierta de cagadas de paloma; pienso en el pintor lingüista y matemático Iván Guzmán de Rojas en su casa de Sopocachi por la que pasó Fujita, hablando de la pintura y la vida y milagros de su padre... ¿Otra La Paz? No, la misma, todo forma parte de un extenso fresco que no acabas de recorrer y componer jamás. Hagas lo que hagas, tienes que admitir que te van a quedar zonas vírgenes, sin dibujo alguno.   

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Las chiflerías, los yatiris, los amautas, las kawuayos, verdaderas o falsas, están no un poco por todas partes, sino situados en zonas bien definidas. Una de ellas es la que llaman de manera turística "La calle de las brujas”; otras están en varios lugares de El Alto, en los alrededores del puente Abaroa, en Pampahasi, en los recovecos del mercado Uruguay... Frente a este, en la calle Max Paredes, están los tabucos de las famosas hermanas Sáenz, Ana María y Polonia, que a un lado y otro de la calle solventan su competencia y poderes a base de lanzarse conjuros, el de la boca abierta uno de ellos, que no sé en qué consiste, sólo que sirve para revelar los propios secretos, los más profundos, las ocultas intenciones... amén. Alrededor del primero de agosto, mes de la Pachamama, se forman colas enormes de gente que acude a comprar mesas (a la Ana María) para luego ir con el envoltorio de papel blanco lleno de misterios, esas figuras de azúcar en forma de llamas, calaveras, casas, dinero, flores frescas o secas, frutos y azúcares a que la Polonia las bendiga para más tarde, en su casas, quemarlas en familia en la ceremonia nocturna de la kh’oa challando con alcohol Guabirá o vino de indios o singani... Las mesas son un negocio fabuloso.

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De LETRASIETE, 30/10/2016


Friday, October 28, 2016

Glosario plurinacional para iniciados (segunda parte)

JOSÉ CRESPO ARTEAGA

...sigue a la primera parte
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Estado Plurinacional.- Nombre oficial del fabuloso reino gobernado alegremente por Evaristo, dueño y señor de los 36 suyos o naciones reunidas bajo su cetro, a imitación del incaico Tahuantinsuyo que se quedó en apenas cuatro regiones administrativas. Se estima que en esta Babel sudamericana se hablan 36 idiomas bien originarios (falta saber qué lengua hablarán los descendientes afros), aunque sólo se conocen en la práctica el aymara, quechua, guaraní y el evónico (lenguaje utilizado únicamente por S.E.). Eso sí, para comunicarse con los mestizos que no existen (según datos del INE) se emplea a susurros el español por ser lengua colonialista, por tanto, mal vista.

Etiqueta Azul.- Brebaje ancestral producido en el altiplano, perdón, en las altas tierras de Escocia, patria del infatigable guerrero William Wallace. No se sabe si el coraje de tal luchador contra el imperialismo inglés de la época se debía a los poderes de esa bebida, pero resulta que S.E. se aficionó tanto a su añejado (y bien custodiado) sabor que por nada del mundo la cambiaría por otra, muchos menos por las baratijas como la chicha cochabambina, la cerveza paceña o el ron cruceño.

Evadas.- Antología de hermosas palabras, plenas de excelsa sabiduría que S.E. exuda por todos sus poros, en su labor de estadista y guía espiritual de todos sus gobernados. Por favor, no confundir con “huevadas”, un bolivianismo de muy mal gusto que no necesita explicación. Como ya no quedan especialistas en el código de los quipus, se está recurriendo a los métodos colonialistas de la imprenta para que estos sagrados conocimientos queden registrados para siempre, para beneficio y admiración de toda la humanidad.

EVARISTO.-  Nombre de mentiritas  (o sea, vox populi), con que S.E. es conocido en todo el territorio plurinacional. Se están efectuando profundas investigaciones sociológicas para determinar con certeza la etimología, pero todo apunta a que la inventiva popular es la autora del bautizo.  Tal vez el gran inspirador sea el vicepresidente García Linera, quien en un arrebato discursivo se refirió a S.E. como el “Cristo renacido”. Si de Bolívar, Bolivia; de Evo y Cristo, Evaristo; ¡elemental!, mi querido plumífero, me puntualiza un pajarito. Son tantas las hazañas del líder plurinacional en todos los ámbitos políticos, culturales y multideportivos, y tan tremenda su influencia regional y mundial que, según la clase de admiradores locales e internacionales, es alternativamente evocado como el Jefazo, el Insustituible, el Capitán General de las Fuerzas Armadas Antiimperialistas, el Gran Guerrero del Arcoíris, el Illapa (rayo) de Wiracocha, el Mandela Latinoamericano, el Messi de Orinoca, el Tata Evo, el Gran Timonel de los Países sin Litoral, y otros majestuosos títulos que seguirá cosechando según deje su impronta en la Historia.

Évola.- Extraño virus que ataca -por el momento hasta que mute y se torne más peligroso-, a los más cercanos colaboradores de S.E., especialmente ministros y ministras (para que sepan que el virus no discrimina) humanamente impedidos de seguir el trajín que el jefe de Estado le imprime a la conducción de la nave plurinacional, y que se traduce en agobiantes métodos de trabajo que van desde maratónicas horas dedicadas a la solución de los grandes problemas que aquejan al país, la obligatoriedad de viajar sin previo aviso acompañando al mandatario, la certeza de que recibirán telefonazos a cualquier hora de la madrugada, hasta la celebración de reuniones a las cinco de la mañana con el frio paceño de por medio que hace tiritar hasta el asfalto. Según fuentes palaciegas, este infernal ritmo laboral ha ocasionado repetidas crisis de salud entre los miembros del gabinete. La última en caer fue la ministra todoterreno de Comunicación que fue internada porque estaba “aquejada de mucha tensión, estrés, ansiedad y depresión”, entre otros perniciosos síntomas que ocasiona este malévolo virus, presumiblemente creado en los laboratorios del imperio.

Evolatría.- Conjunto de actividades protocolares de los gobernadores, alcaldes y otros cortesanos del reino plurinacional que consisten en el colocado sistemático de retratos a todo color de S. E., siempre por encima de los cuadros de los libertadores y otros héroes de la independencia, en todas las oficinas, salones y sesiones de honor en ocasión de fechas cívicas. El vasallaje se ha trasladado incluso a la exaltación de la figura del gobernante en carteles tamaño edificio, spots de propaganda en televisión, emisión de sellos de correo, materiales escolares y computadoras portátiles para maestros y alumnos, impresión de textos de cualquier temática donde la efigie de S.E. debe ir por lo menos como marca de agua. Por si fuera poco, el vicepresidente ha animado a los escolares y adultos del campo a rezar por el “tata Evo” para que este no desfallezca, los acompañe siempre y los colme de regalos. Pobre tata Belzu y pobre tata Barrientos que en un tris fueron despachados del santoral campesino.


Una pequeña muestra del culto a la personalidad

Evolivia.- Nombre alternativo mediante el cual es conocido el Estado Plurinacional puertas adentro, debido a la transformación radical del paisito usualmente conocido como Bolivia, en una suerte de republiqueta con tintes monárquicos, donde a todo momento y en todas las esquinas se evoca el nombre del amadísimo soberano. Brotan por todas partes los coliseos Evo, las escuelas Evo, los mercados Evo, los barrios Evo, los puertos Evo, las ferias Evo, las olimpiadas juveniles Evo, los campeonatos futboleros Evo, las competencias pedestres y automovilísticas Evo. En resumen, todo el país r-evo-lucionado al servicio del caudillo y de su evanescente figura.

Evonomics.- La creativa receta con que el ministerio de Economía y Finanzas cocina los datos macroeconómicos para hacer creer a la población que la economía marcha a todo vapor, que es inmune y está blindada ante los embates de las crisis internacionales. Todo, por supuesto, debido al liderazgo de S.E. que tiene un insólito poder de influir hasta en los precios del petróleo, gas y  otras materias primas cuya incesante demanda ha llenado el país de frescos dólares para comprar satélites, factorías de úrea y azúcar, y central nuclear que nos pongan en la vía de los países industrializados, para envidia de los países vecinos que ven con preocupación cómo Evolivia se está transformando paulatinamente en la Suiza latinoamericana.

“Evo Cumple”.- Título oficial para el conjunto de obras, regalos y milagros que S.E. otorga con fondos públicos y préstamos de países amigos. Centenares de canchas sintéticas y coliseos multideportivos desperdigados por toda la geografía plurinacional no logran, sin embargo, elevar a Evolivia a potencia olímpica o futbolística, para desespero de S.E. que hasta tiene que sacrificarse jugando al fútbol para dar el ejemplo. En otros ámbitos no está discutida la eficacia de este programa que incluso produce milagros embarazosos como si fuera el espíritu santo, pues en la barriga de algunas mujeres reza la inscripción “Evo cumple”, según confesó el gobernante, bastante asustado.

“¡Evo, Zapata, devuélvannos la plata!”.- Grito de guerra o consigna de protesta que es utilizada actualmente por la federación de maestros, mineros, gremialistas y otros sindicatos cuando salen a marchar cuando el régimen no atiende puntualmente sus demandas. Versión actualizada del “¡Fusil, metralla, el pueblo no se calla!” que estuvo muy en boga durante gobiernos dictatoriales y neoliberales. La frase hace alusión al affaire Zapata, por el cual una ‘cara conocida’ de S.E. se enriqueció rápidamente por asesorar a los chinos en sus prósperos negocios con el Estado Plurinacional.

Falcón Millonario.-Pequeño juguete aeronáutico (en comparación con el avión presidencial de Obama) que sólo costó al erario público unos 38 millones de verdes billetitos imperialistas. El FAB-001, que responde a la denominación Falcon 900 EX de fabricación francesa, se hizo universalmente célebre al batirse solitariamente contra los pérfidos controladores aéreos de la decadente Europa que quisieron impedir su aterrizaje, o secuestrar a S.E. según otras versiones por supuestamente recoger a un tal Edward Snowden fugitivo por espionaje, por instrucciones del malvado imperio yanqui que tiene sojuzgada a la humanidad entera. Toda esta épica lucha del líder antiimperialista está bien registrada en los anales plurinacionales, que deja en ridículo a las aventuras del capitán Han Solo y su chatarra voladora conocida como Halcón Milenario.

Fondo Indígena (FONDIOC).- La cueva de Alí Babá y sus cuarenta ladrones en versión plurinacional. Organismo financiero que fue creado con las regalías del gas para fomento de actividades productivas en el área rural, mayormente. Decíase que el campo iba a florecer como nunca, por lo menos para parecernos a los prados suizos con vacas rebosantes de leche y pastorcillas sonrientes. Pero desgraciadamente, la mayor parte de los 500 millones de dólares ingresados durante una década a la institución, fueron a parar a cuentas particulares de cientos de dirigentes, familiares y otros amigotes del gobierno. El dinero salió como torrente para supuestamente financiar miles de proyectos, que al final quedaron a medio construir o fueron directamente planes fantasmas que nunca se materializaron. Uno de los más vivillos de esos dirigentes se inventó hasta un poblado para que le desembolsaran la plata como si nada. Al día de hoy, apenas migajas se han recuperado de esos recursos. Prácticamente no se conoce que algún proyecto haya tenido éxito o por lo menos funcione sosteniblemente. Así de bien se han farreado unos buenos millones los codiciosos caciquillos en nombre de los “hermanos” indígenas, los que se vanagloriaban de ser la reserva moral del país y de toda la humanidad.

Fuerzas Armadas Antiimperialistas.- Versión actualizada de una cofradía parásita que nunca ha ganado una guerra que, merced a las prebendas ofrecidas por S.E. (de entrada, aviones y helicópteros chinos para sobrevolar los desfiles), pisotean sus principios filosóficos y la memoria de sus camaradas caídos en combate contra fuerzas invasoras. Increíblemente, gracias a unos rápidos cursillos recomendados por S. E., hoy son más valerosas y antiimperialistas, dispuestas a “garantizar la soberanía del continente y de todo el mundo”, tanto que el imperio yanqui les teme, según les aseguró su Capitán General en alguna ocasión. 

Gabriela Montaño.-Una anodina cara visible del partido gobernante que, por su fanatismo a la figura del Jefazo, ha sido premiada con la presidencia del Senado en un periodo anterior y actualmente de la Cámara de Diputados. Hizo historia al ser la segunda mujer en llegar a la luna, perdón, a la presidencia del país, por un par de días, cuando tanto S.E. como el vicepresidente se ausentaron al exterior para cumplir agendas muy apretadas. Pero en definitiva pasará a los anales de la plurinación por haber afirmado recientemente, en un congreso de mujeres cocaleras, que S.E. es insustituible y que un líder de su talla sólo nace cada ciento cincuenta años. Amén, hermanos y hermanas, a tan categóricas aseveraciones.


La Montaño, proclamando la infalibilidad del caudillo

Gabriela Zapata.-Ninfa cochabambina salida de la nada, conocida también como la Gabrielista o la Rapunzel de los Andes (por su look platinado, motivo de envidia de otras mujeres que están dispuestas a pagar cientos de dólares por uno parecido). Protagonista principal de varias telenovelas plurinacionales que llevan títulos antojadizos como “¿Qué culpa tiene Gabrielagul?”, “Las mil y una noches de un caudillo”, “Cara conocida había sido”, “La nueva Reina del Sur”, “Doña Flor (Zapata) y sus dos maridos”, entre otras que hubiese encarnado de no saberse sus extraordinarias habilidades empresariales vinculadas al Estado Plurinacional. Relampagueante la trayectoria de esta joven que, con apenas unas escasas materias vencidas de Derecho, firmaba como abogada y se las daba de relacionadora pública y gerente comercial de un gran consorcio chino que había obtenido contratos millonarios del Estado por artes de magia. No satisfecha con ello, la jovencísima ejecutiva autodenominada empresaria, se movía como pez en el agua en ministerios y otros despachos estatales para atender negocios particulares aprovechando sus contactos y amistades con altos funcionarios del gobierno. No tardó en llamar la prosperidad a su puerta, para engordar sus cuentas bancarias y presumir de un lujoso tren de vida que la llevaron a codearse con el jet set de la sociedad paceña y aparecer en portadas de revistas. Por pura coincidencia, también había sido expareja de S.E. con quien habría tenido un hijo fantasmal. Desde el gobierno negaron las conexiones con la muchacha y explicaron que su riqueza se debía a que ella había engañado a los empresarios chinos y a otros locales a quienes había sonsacado cuantiosas comisiones a cambio de prometedores negocios con el Estado. ¡Qué lista la chiquilla que embaucó al presidente, a sus cortesanos, a los empresarios y a todo el que le saliera al frente!


La Gabrielista, en un posado de revista

Gringo González.-Un exconductor de televisión que gracias a su simpatía populachera y elogio sistemático de la revolución que encabezaba el compañero Evo, saltó de las cámaras del plató a la mesa directiva del Senado, siendo coronado como el tercer hombre más importante del Estado, por el momento. Como dicen que la cabra tira para el monte, a nuestro personaje se le salió lo cómico un día que se puso pollera para supuestamente reivindicar a la chola paceña. Un ejemplo más de lo que Vargas Llosa tildó como seudodemocracia payasa que es Evolivia.

Guerreros del Arcoíris.- Florida denominación que el profeta y místico Choquehuanca se puso a sí mismo y a su tropa de colaboradores, birlándoles los derechos de autor a los indios de Norteamérica, quienes lanzaron la profecía de que los cambios revolucionarios y nuevos paradigmas iban a provenir supuestamente desde el sur, que por purita casualidad se encarnaron en Evaristo y sus bienaventurados guerreros escogidos que surcaron las aguas del Titicaca a bordo de la nave de juncos Thunupa para restaurar la armonía entre todas las criaturas y devolverle el equilibrio a la Madre Tierra.

Hermano.- Forma coloquial con la que se refieren entre sí los hijos de la revolución socialista marxista leninista guevarista comunitaria igualista y antiimperialista. Reemplaza al vetusto “camarada” de inspiración comunista que estuvo de moda entre los izquierdosos de clase media de la antigua república. Se tratan de “hermanos” y “hermanas” allí donde toque discursear o efectuar ruedas de prensa, desde el gran caudillo hasta el último cacique de un sindicato. Tanto se ha automatizado la muletilla que no faltan declaraciones donde algunos militantes se refieren a los díscolos o expulsados del partido como “el hermano traidor” o “el hermano que se ha vendido a la derecha”. Auténtica fraternidad ésta, la del socialismo del siglo 21.

Hoja sagrada.- Nombre místico-religioso para la materia prima de la industria de línea blanca, uno de los negocios más nefastos y criminales, que tiene a Evolivia como uno de sus principales exportadores mundiales y a los bolivianos como sospechosos permanentes en los aeropuertos internacionales. Porque de acullicar (mascar) con fines rituales o terapéuticos no lo hacen los principales jerarcas ni en broma.

Imperialismo.- Muro ideológico contra el que se estrellan rabiosamente S.E. y su ejército de correligionarios. Mastodóntico enemigo contra el que hay que luchar en los sueños, en los discursos, en los papeles, en las cumbres y reuniones, en los ejercicios militares. Por culpa del imperialismo las naciones libres no se desarrollan, los pueblos no son dignos ni soberanos. Los jóvenes no aman a su patria por la nefasta influencia del imperialismo. Todas las conspiraciones las promueve el imperialismo, que no descansa en su afán de querer voltear las hermosas “revoluciones democráticas” del continente. El imperialismo crea virus y otras plagas para acabar con los valientes líderes que se resisten a sus planes. Todas las féminas que se han colado hasta las alcobas de los gobernantes revolucionarios, para desnudar sus miserias, son agentes del imperialismo. En resumen, ninguna mosca no vuela sin el permiso del imperialismo. Hay que acabar con el imperialismo.

Instrumento político.- Compendio ideológico o tienda política de los conmilitones masistas, evistas y otros pluris. Aunque las malas lenguas cuchichean que se refiere al “órgano ejecutivo” del compañero presidente, incansable galán que deja amores regados por todo el territorio plurinacional.

Interculturales.- Eufemismo utilizado por los ideólogos y periodistas del régimen para referirse a los cocaleros, situándolos en una categorización étnico-cultural especial ya que aparentemente no son indígenas, ni blancos ni mestizos. Los cholos de toda la vida hoy son descritos como indiano-mestizos por algunos autores, o más pomposamente como hijos de la interculturalidad. De todo este afán descolonizador, resulta bastante curioso que a los cocaleros –muchos de ellos con rasgos fisonómicos muy parecidos a los del caudillo- se los etiquete como “interculturales” y al gobernante como presidente “indígena” en todo momento. Y luego sus propagandistas hablan de luchar contra toda forma de discriminación.

Jessicas.- Señoritas de buen porte, provenientes generalmente del mundillo del modelaje y de los concursos de belleza (reinas de la calabaza, de la piña, de la leche, de la caña, etc), que procuran amistades con gobernantes y otros personajes influyentes de la política para trepar hasta puestos importantes (consulados, concejalías, diputaciones), donde desempeñan fielmente sus labores decorativas, sacrificadamente aprendidas en Promociones Gloria y otras academias de belleza.

Juegos Plurinacionales.- Olimpiadas a la boliviana para que los jóvenes aprendan a ganar medallas, que se efectúan cada cierto tiempo en honor de S.E. El acontecimiento comienza con los campeonatos previos a nivel departamental en varias disciplinas deportivas. Posteriormente los seleccionados viajan de todo el país (incluso en aviones de transporte militar) a la sede central de los eventos donde ponen a prueba sus condiciones atléticas. Como toda olimpiada que se respete nunca faltan las inauguraciones a todo color, con mosaicos en las gradas con la efigie o mensajes de agradecimiento al caudillo, exhibición de bandas musicales, estandartes y abanderados de todo tipo, con estampas que recuerdan a las juventudes hitlerianas en versión tropical. Y cuando el caudillo toma el micrófono para inaugurar el festival aúllan las tribunas a toda garganta: ¡¡gracias, señor Presidente!!

Juventudes del MAS.- Jóvenes sin oficio ni beneficio que se plegaron al carro ganador para conseguir alguna pega (empleo) en el gigantesco aparato estatal, y por tal cometido están dispuestos a ser mano de obra gratis para las campañas, utilizados convenientemente para el pintarrajeado de paredes con propaganda política, colocación de banderines en postes de luz y para repartir volantes en plazas y avenidas. Comoquiera, algunos ilusos estarán enamorados genuinamente de la revolución que encabeza S.E., que estarían dispuestos a dar la vida por él o compartir su lecho como la entonces núbil Gabrielagul que se había enrolado a la organización juvenil y, en el ínterin, prendado del caudillo como una auténtica groupie.

Kananchiri.- Apodo de guerra del vicepresidente en sus tiempos de terrorista, allá por los años noventa, cuando junto a su banda jugaba a asaltar remesas mineras y universitarias. Entretanto, para matar el tiempo en su guarida, se cuenta que teorizaba y se llenaba de ideas luminosas para construir su utopía indigenista de raíz aymara, de tal manera que sus compinches lo bautizaron como Kananchiri, alias el Iluminado. Y bien que sigue dando la luz a sus ciegos correligionarios y otros fans mentecatos de la actualidad.

Kingtana.- Mote cariñoso que las redes sociales impusieron a Juan Ramón Quintana, ministro de la Presidencia y consejero muy cercano (prácticamente de almohada) del ‘hermano’ presidente. A raíz del destape del escándalo Zapata, cuyas conexiones salpicaban al despacho del ministro Quintana, salieron a la luz unos tórridos chats telefónicos donde éste cortejaba a la ninfa Gabrielagul Zapata mentando a Borgues (sic) para impresionarla, pero la pícara mozuela, disimuladamente le daba largas despidiéndose con un “duerma bien, mi rey”. Por supuesto que el ‘hermano’ ministro negó que conociese a la tal Zapata, la exnovia de S.E., por casualidad.

La Derecha.- Enemigo interno que el régimen evista invoca como si fuera la encarnación del apocalipsis. Por culpa de la derecha el país esta tan atrasado y tan empobrecido. La derecha se inventa historias, mentiras y otras patrañas para desprestigiar a S.E. y a sus impolutos colaboradores. La derecha ha armado el  ‘escándalo Zapata’ para hacer fracasar el referendo e impedir la reelección de S.E. La derecha empuja a los funcionarios del régimen a mancharse las manos con la corrupción. La derecha seduce a los burócratas para que estos armen fiestitas y farras en oficinas públicas. Por conjuros de la derecha directores, concejales y otros subalternos estrellan coches oficiales, de borrachos. Por poco, la derecha no abre la bragueta de asambleístas violadores. Y aun más, algún jerarca ha advertido a las multitudes que la derecha no tiene que volver nunca más (al poder) porque nos quitarán el agua, la luz, el gas, los bonos y otros beneficios que tanto sacrificio ha costado conseguir. Cuidado que no obedezcas mi niño, que si no vendrá la derecha; digo, el coco.

“Le meto nomás”.-Una de las evadas que ha marcado época, tanto que se ha convertido en parte del habla cotidiana. Resume el modus operandi del caudillo y de sus innumerables émulos que proceden a conseguir lo que se proponen sin observar los conductos regulares, los plazos y normas, que para ellos son simples estorbos. Por extensión, dícese de cualquier conducta reñida con la ética y la moral.

Librepensante.- Dirigente o jerarca masista que ha abandonado el partido por desavenencias internas o ha sido expulsado por no demostrar suficiente sumisión al caudillo, y ya apartado del redil descubre de pronto que vivía en el verticalismo más absoluto (centralismo democrático, según el vicepresidente), para declararse a continuación como persona con las ideas independientes y muy dignas.

‘Licenciado’ García Linera.- El p’ajpaku (charlatán) mayor del régimen que, merced a sus tertulias envolventes en televisión en el pasado, consiguió llegar a la fama para labrarse una carrera política y pegarse a S.E. como una lapa. Ostenta el récord de hombre más leído del mundo pues ningún mortal podría lograr en esta vida quemarse las pestañas para devorarse más de veinte mil libros en apenas medio siglo de existencia. De sus largas lecturas marxistas, leninistas y marcianas, perdón, gramscianas; ha conseguido parir un compendio de panfletos de “socialismo comunitario” como aporte boliviano (más bien suyo) a la hermandad socialista planetaria y que, milagrosamente, hoy figura entre los doscientos incunables de la Biblioteca del Bicentenario, una iniciativa académica con el auspicio de su despacho. Multifacético, multiletrado y multititulado (aunque seguramente el imperialismo se ha infiltrado en los archivos de una universidad mexicana para robar sus licenciaturas), el matemático trucho de la UNAM ha efectuado sus cálculos para vaticinar que, en el 2030 a más tardar, la economía boliviana superará a la chilena, anuncio tan resonante que habrá provocado tsunamis –de risa- en los vecinos mapochos. Aprovechando la coyuntura de vicepresidente del Estado Plurinacional ha efectuado unos cuantos tours por aulas universitarias de Europa y EE.UU. donde ha brindado sendas charlas magistrales dejando con la boca abierta a todos los imberbes que pululaban por ahí. Cuéntase que en una de las sillas vacías de cierta universidad de Praga, el alma de Kafka seguía sus disertaciones sobre la kafkiana revolución que encabezaba S.E. Así pues, hermanos y hermanas, en todas partes escuchan al iluminado García Linera, pasando por la Sorbona, la Complutense y la Texas University, donde aseguró que estudiaban su pensamiento, aunque se le olvidó precisar si era en la facultad de Psicología y ramas anexas.

El Vice, vaticinando la oscuridad sin Evo

Continuará...

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De EL PERRO ROJO (BLOG DEL AUTOR), 27/10/2016 

Thursday, October 27, 2016

Semana del Libro de Culto: Locus Solus, de Raymond Roussel

CARLOS ANDIA

Idioma original: francés
Título original: Locus Solus
Traducción: Marcelo Cohen
Año de publicación: 1914
Valoración: Imprescindible (aunque no para todos los gustos)


Olvídense, señores, de las convenciones que tengan interiorizadas a la hora de leer un texto que pueda ser calificado como novela: personajes, desarrollo, lenguaje, argumento. Aquí encontrarán una prosa clásica, meramente descriptiva y casi científica, y ninguno de los demás elementos habituales, al menos, de forma comparable a lo que se acostumbra. Pero vayamos al principio.

Raymond Roussel es un tipo rico que en los primeros años del siglo XX se dedica por entero, entre otras actividades dispersas, a la creación artística. Rabiosamente individualista, trabaja en varias áreas buscando siempre un cauce original para dirigir su creatividad. Como era de esperar, su obra tiene poca o ninguna repercusión fuera de ciertos círculos literarios, como no fuese algún que otro tumulto con ocasión del estreno de algunas de sus obras teatralizadas. Tan sólo los surrealistas saludaron con entusiasmo los desvaríos de Roussel (Bréton comparó su influencia con la de Lautréamont, otro ilustre a quien algo me hace sospechar que pronto tendremos en ULAD), y algunos artistas plásticos reclamaron su herencia creativa. 

Y poco más, durante bastantes años. Hasta que en las últimas décadas del siglo pasado empezaron a aparecer algunos estudios sobre este buen hombre, que tímidamente hicieron reverdecer el interés sobre lo singular de su obra. Pero con todo, siendo sincero, no creo que ese interés vaya a exceder un ámbito muy reducido, ni siquiera en base a la curiosidad o el esnobismo, que de todo hay.

O sea, que seguirá siendo un ‘autor de culto’, lo que quiera que eso sea. 

‘Locus Solus’ es una de las pocas obras de Roussel en prosa. Pero, como decía al principio, poco tiene que ver con una novela, porque aquí no se cuenta ninguna historia. Se trata en realidad de una sucesión de imágenes que tal vez encajarían mejor en la pintura o la escultura, y otras artes visuales, no sé, la fotografía o algún tipo de performance. La cosa es en principio tan simple como esto: Martial Canterel –figura desde luego muy cercana al propio Roussel- es una especie de inventor que, sin limitación alguna de tiempo o dinero, se dedica a algo parecido a la creación pura. Mediante complicadas técnicas y con el apoyo de todo un equipo de colaboradores ha conseguido generar efectos físicos inauditos en objetos y personas, y finalmente ha reunido en los inmensos jardines de su finca una muestra de esas asombrosas experiencias, que muestra a un grupo de espectadores (amigos o científicos, da igual).

En una calculada exposición, empezamos por admirar una escultura de barro de un niño, procedente de Mauritania, que será algo equívocamente sencillo. Porque a continuación vemos por ejemplo una máquina flotante que elabora un mosaico con dientes humanos; una suerte de gigantesco diamante lleno de un fluido donde una ondina genera música gracias al movimiento de su cabellera, junto a una cabeza parlante de Danton; una urna gigante refrigerada en cuyo interior varios personajes representan escenas enigmáticas; o unos insectos modificados quirúrgicamente que emiten luz desde el interior de unos naipes. Entre otras varias cosas, y para no desvelarlo todo.

Cada conjunto –artefacto o instalación, que diríamos hoy día- es descrito con detalle milimétrico por alguno de los atónitos espectadores (a veces pueden ser diez o doce páginas explicando cada mecanismo, cada pequeño objeto o movimiento, así que no nos impacientemos), y a continuación Canterel ofrece una explicación completa de los fenómenos observados, su origen y el desarrollo de sus investigaciones. Todo ello se ve coronado por –o mezclado con- antiguas historias que contribuyeron a definir cada composición, y ahí encontramos leyendas que a veces parecen emparentadas con ‘Las mil y una noches’, episodios históricos con elementos reales o ficticios, o narraciones de tintes policiacos. Son siempre relatos sinuosos, y con frecuencia imbricados unos dentro de otros, que dotan a las fantásticas instalaciones de Canterel de un componente intelectual que las aleja de la mera ocurrencia de un inventor genial.

Pero quede claro que en todo el grandioso repertorio que los visitantes exploran en Locus Solus no hay un solo átomo de magia, misterio o fenómenos inexplicables. Eso es quizá lo más chocante de todo ese mundo extraordinario: todo, por delirante que parezca, tiene una explicación científica y es producto de una escrupulosa racionalidad y de las interminables investigaciones de un genio. Vamos, que le cuadraría a la perfección el concepto de ‘ciencia-ficción’, si éste no fuese atribuido, casi inconscientemente, a los ámbitos que todos damos por supuesto. Y al mismo tiempo explica bien por qué Roussel siempre rechazó verse incluido en el bando de sus admiradores surrealistas.

Roussel escribió también un librito póstumo llamado ‘Cómo he escrito algunos de mis libros’. En él se expone el complejo sistema con el que iba construyendo sus libros, un método basado en juegos de palabras a partir de homofonías, que guarda algún parentesco con la escritura automática y cosas parecidas. Los expertos discuten sobre si ‘Locus Solus’ fue concebido o no a partir de ese ‘procedé’, pero la verdad es que tampoco nos interesa mucho el debate. Lo realmente importante es disfrutar de la colección de ¿disparates? ¿genialidades? que tenemos a la vista, de las variadas historias que acompañan a cada elemento, de ese complicado juego entre lo racional y lo inverosímil.

Es más, incluso diría que debemos disfrutar también de la gran distancia que separa lo que tenemos entre manos de un relato convencional, y para eso sólo es necesario olvidar nuestros prejuicios como lectores y aceptar el código que propone Roussel. No pretendamos entender demasiado ni buscar la lógica. Pocas veces encontraremos algo más sorprendente.

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De UN LIBRO AL DÍA, 24710/2016

yo me consagro

MARIANO GARCÍA

Mario Bellatin (2012). El libro uruguayo de los muertos. Pequeña muestra del vicio en el que caigo todos los días. Barcelona: Sexto Piso.

Por sus dimensiones, bastante más ambiciosas que la longitud de nouvelle que suele publicar, uno entiende que se encuentra frente a una suerte de summa, el inevitable boîte-en-valise en el que hoy en día parece que es de rigor para un autor de obra personal y vanguardista recalar. Sin embargo, y pese al indiscutible atractivo, por no decir hechizo, del discurso bellatiniano, creo que el libro se resiente por su longitud y que por momentos se nota la necesidad (artificial, de motivaciones externas a la obra) algo laboriosa de rellenar páginas. Así, hay repeticiones que se vuelven fatigosas, como la recurrencia a los muñecos maléficos en la rambla de La Habana o la historia del niño y los toreros enanos, que para la intensidad a que suele acostumbrarnos MB resulta fallida, incluso algo amanerada. Como muchos otros títulos de MB, aquí nos movemos en territorios indefinidos: hay cierta voluntad por contar historias pero se impone un cierto formato de diario, con el condimento de que es a su vez una carta (o diario con destinatario en todo caso) dirigida a un amigo con el que parece haber tenido un acercamiento amoroso. La parte puramente diarística es la más interesante para quien conozca y quiera conocer más a MB: hay comentarios de autores y lecturas que uno no sospecha (Faulkner, Iris Murdoch, Felisberto Hernández, José Donoso) y mucho sobre rutinas de escritura y sobre todo de la convergencia de la escritura y la fotografía, su interés mayor por esta última, en suma, una mina de oro para estudiar la relación entre palabra e imagen en su obra, si bien esto que es tan valioso en sí mismo aparece lastrado (pese a su incuestionable sinceridad) por la machacona repetición de que lo van a traducir en X o en Y, y en el seguimiento de la recepción de su obra. En ese sentido no nos ahorra lo que se conoce como la vanidad y el egocentrismo de los artistas, y tal vez haya sido adrede. Asimismo es importante señalar la estructura temporal extraña, espiralada, pero en un espiral que parece retroceder (o ir hacia abajo) en lugar de avanzar.

La edición vino acompañada por un “libro fantasma” del original, del que hubo una tirada inicial agotada y que pude conseguir en pdf. El libro fantasma trae muchas de las fotos que en la edición original solo aparecen comentadas.

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De MICROLECTURAS, 11/10/2014

Wednesday, October 26, 2016

Las apachetas de Tarapacá: tal como las vio un gran geógrafo norteamericano en las dos primeras décadas del pasado siglo (1907-1920)

Dr. HORACIO LARRAÍN BARROS

Fig.1.  Isaiah Bowman  hacia  1915. Sobre este  notable geógrafo norteamericano,  uno de los más grandes que haya estudiado los Andes meridionales (incluyendo nuestro territorio de Tarapacá), desde un punto de vista geográfico, biogeográfico y   antropológico,  hemos escrito  el 23 de mayo del año 2008 un capítulo, presentando allí  al hombre, su historial científico  y su obra en nuestras regiones. Es decir, en el sur del Perú y en el Norte de Chile.

Entonces titulamos el capítulo como: " Isaiah Bowman: un enamorado del desierto" y demostramos su habilidad para  captar la esencia del desierto y su habitabilidad por  el hombre que  fue capaz de cruzarlo y  utilizarlo desde tiempos muy  remotos. Bowman  en su obra: Desert Trails of Atacama (publicado por The American Geographical Society, New York, 1924), recorría y estudiaba ya nuestro desierto hace algo más de cien años atrás. Sus primeros viajes en la región datan de los años  1907-1908.  Su certera visión tanto del paisaje como de los grupos humanos, lo han convertido, de facto, en una de las mentes más privilegiadas que lo han examinado. Estimamos que ningún otro investigador se  le acerca en estatura  intelectual y científica. El más próximo, tal vez, es el ingeniero Alejandro Bertrand  en nuestro medio, en su notable obra: Memoria sobre la exploración a las Cordilleras del Desierto de Atacama, 1884. Pero Bowman tiene la ventaja insustituible de ser geógrafo, formado en una de las más prestigiosas universidades de Norteamérica  (Harvard University), discípulo del geólogo y geógrafo William Morris Davis. Por añadidura, nos aporta en su obra, como elementos de prueba,  valiosas fotografías de la época. Imágenes que le ahorran muchas palabras  y hoy nos pueden enseñar mucho sobre ese pasado ya ido.

Visión  y significado de las apachetas para  Bowman.

Hoy nos proponemos presentar su visión de experto  sobre  el tema de las "apachetas", tema al que hemos dedicado un capítulo muy reciente de nuestro Blog. con el rótulo de: "Apachetas en caminos antiguos:  ¿simple señalética de la huella o lugar de práctica de ritos religiosos?",  (20 de febrero del 2015).

Bowman recorrió a lomo de mula  muchísimos kilómetros de antiguas rutas tanto en las cordilleras del Perú como en el Norte de Chile y Bolivia. Siempre estuvo acompañado de guías indígenas, a los que preguntaba sobre lo que iba viendo a su alrededor. El tema de la presencia de estas extrañas estructuras  (las Apachetas),  ciertamente le sedujo. No se explica de otra manera el que  se refiera a ellas en varias ocasiones, que  analizaremos  en detalle, dedicándoles  varias fotografías. ¿Qué vio Bowman en estas estructuras  a la orilla de los caminos?. ¿Cuál es el sentido y significación que les asigna?. Ante la disyuntiva: de si se trata  de meros marcadores de ruta, en primera instancia, o,  más bien, de sitios de ritualidad religiosa, ¿cuál prefiere nuestro  autor?  ¿Qué piensa al respecto? Su perspectiva  y visión nos interesan particularmente, pues se trata de un extranjero experto en geografía humana, sin prejuicios, que ante la duda, pregunta por el significado de las cosas, tal como fue siempre su costumbre.

Conocía los Andes desde hacía años.

Cuando recorre las cordilleras de Tarapacá. trae ya consigo su amplia experiencia en los Andes del Perú. Recordemos que tomó parte, en calidad de geógrafo,  en la famosa expedición de Hiram Bingham, cuando éste descubrió las ruinas de Machu Picchu. Por tanto, el idioma español le era ya familiar. Conocía bastante bien el desierto de Atacama al menos desde el año 1907-1908, cuando publica sus primeros trabajos sobre las poblaciones aimaras y atacameñas, aún antes de participar en la increíble odisea del descubrimiento de Machu Picchu en la sierra peruana.

La primera mención de las "apachetas".(en traducción nuestra).

Dice Bowman en su obra citada más arriba:

 "A medida que crece la altitud (hasta los 14.000 pies), el trayecto por el sendero ascendente se pone más y más arduo, y es solo gracias a un penetrante sentido de observación [appreciation] que uno es capaz de ver el "signo del camino" (sic! en español) o pila de piedras que marcan la cima. Cada viajero agrega una piedra para la buena suerte, y así, en el curso de generaciones, la pila ha crecido hasta las dimensiones que muestra la Figura 6. El rasgo se encuentra  en muchos lugares en diferentes formas. A veces, es una cruz, a veces una pretenciosa estructura que sirve de templete  [shrine]".
(1924: 23; énfasis nuestro).

Página dedicada a las "apachetas" del camino.

Fig. 2. Reproducción de la página  23, del texto de Bowman. A nuestro juicio, Bowman mezcla aquí en esta página,   tres cosas diferentes;  a) las apachetas  (Fig. 6 de Bowman), con la senda o huella que pasa   a su lado),  b) la cruz cristiana (Fig. 7, lugar donde nunca se agrega piedras por parte de los caminantes)  y  un templete o pequeña ermita, provista de un nicho receptor de ofrendas indígenas. Solo su figura  Nº  6 reproduce las verdaderas y auténticas apachetas. Al costado izquierdo de la apacheta, parecen verse otras construcciones, tal vez algún tambillo de época incaica

Por esta cita, podría pensarse que Bowman sólo ve en estas estructuras  meros  "signos en el camino", o especie de amuletos "para la buena suerte".. Pero no es así, como probaremos a continuación.

Otros textos alusivos.

En la página 103 de su texto, especifica Bowman mucho más el sentido exacto de estas pilas de piedras. Dice, en efecto, refiriéndose  a unas estructuras halladas a lo largo del Camino del Inca entre Tilomonte y Copiapó  en el Norte de Chile [Inca road]. Allí señala :

"A ambos lados y en ciertas porciones del camino hay unas antiguas pircas (sic! en español) o muros de piedras, probablemente restos de tamberías (sic! en español) o cabañas de descanso. En los pasos [passes] que atraviesa la ruta hay pilas de piedra, apachetas (ref. a su pg. 23, foto) acumuladas al modo de una ofrenda de los indios al guardián de la ruta, de una manera muy semejante a lo que hacen los árabes cuando agregan una piedra "para la buena suerte", a las apilamientos [piles]  que se encuentran cerca de los oasis". (1924: 103; énfasis nuestro).

Aquí ya asoma claramente una explicación mucho más profunda. No solo se trataría de meros "signos en el camino", término bastante  confuso en sí.  Bowman especifica que los indios  hacen  en dicha estructura (apacheta) una "ofrenda al guardián de la ruta".

En la leyenda del Plano de la Puna de Atacama que el autor trae en la página 259.se refiere a la apacheta de Sillilica, la única que grafica en la foto  de la página 23.  Dice al efecto: "Ap.= apacheta o marcador de la huella [trail marker].

Apachetas  una especie de ermita religiosa.

En la referencia a estas estructuras que trae en la página 282 de su texto, es aún más enfático  y mucho más explícito. Del sentido religioso  de su interpretación,  ya no nos puede caber duda alguna.

"Al costado de la huella [beside the trail] hay otras marcas [marks] de especial interés. Hay una apacheta  con una cámara  delineada [lined], en la que se ha colocado ofrendas de mascadas de coca, palos cortados  y velas por parte de los caminantes  indios, y  se hace oraciones [prayers] para la seguridad  del cruce [de la montaña]. Yo he visto apachetas de otro tipo  en muchos lugares en la línea divisoria de Bolivia, norte de Chile y Perú, donde, en especial en los pasos  elevados, se han apilado  montones de piedras  toscas  para marcar la cima. Cada viajero agrega una piedra  para la buena suerte y  así, algunas de ellas en las sendas más antiguas han crecido hasta [alcanzar] un enorme tamaño. Por ejemplo, en la cordillera Sillilica, al este de Iquique,  hay una  que se alza  al menos a diez pies de altura   [= 3,05 m.] , poseyendo una  amplia circunferencia. Aquellas de la puna de Atacama han sido hechas con mayor cuidado, y  su uso  era algo  más serio. En síntesis, estas son una especie de templete y no meramente una marca  de la huella" [their use was more serious; they are a kind of shrine and not merely a mark of the trail ]."  (1924: 282; traducción  y  énfasis  nuestro).

Este texto nos habla ya claramente de ofrendas, oraciones y nos explica en detalle cómo se realiza  el rito de ofrecer una piedra a la pila ya preexistente, La frase final es lapidaria:  no es una mera estructura marcadora de  ruta (es decir, señalética, como diríamos hoy) sino una ermita o pequeño templo. "Más claro, agua". Este es el sentido profundo de lo que él ha visto "en muchos lugares", como dice.

Por fin en las  páginas .305-306 de su obra trae Bowman  un excelente complemento a sus referencias anteriores, ofreciéndonos su percepción final sobre el tema:

"La curiosa mezcla de ritos católicos y creencias paganas, de lo que he hablado en el caso de Tarapacá (p. 72) también queda ilustrado aquí, como en efecto en cientos de lugares,  por toda partes en los Andes Centrales. Preguntado acerca de una apacheta, un indígena respondió  que estaba dedicada  tanto a los Santos [católicos] como a la deidad Inca Pachamama. Los santos principales son aquellos  que son considerados patrones de los animales [....]. La influencia cristiana se observa en las cruces, [las que] algunas veces [son] revestidas con lanas rojas y sobrepuestas  en una apacheta. Un cuidado especial es otorgado a la lana  usada de esta suerte. Una traducción de la fórmula quechua de saludo a una apacheta sonaría así: "Padre apacheta recibe esto, mi ofrenda de lana  coloreada y estas hojas de coca.
Dígnate ayudarme en mis trabajos!".[ "Father Apacheta, receive this my offering of coloured wool, these leaves of coca. Deign to help me  in all my labors"].  (Bowman, 1924: 305-306; traducción y  énfasis nuestro).

Hay aquí evidencia de una  confiada conversación con la deidad dueña de la apacheta. La fórmula sagrada usada, arriba transcrita, es parte esencial del rito, la que debe ser acompañada del gesto correspondiente: la ofrenda de lanas de color rojo y hojas de coca.

Bowman nos aporta, en esas mismas páginas  (305-307) varias otras evidencias  de gran interés relativas a   las creencias de los lugareños andinos en las huacas o lugares sagrados y a  leyendas que rigen y controlan su comportamiento. El tema religioso evidentemente  interesa especialmente a Bowman,  por lo que se refiere a él cuantas veces tiene oportunidad.

Comentario final nuestro.

1. De acuerdo a estos antecedentes de indiscutible valor, para Bowman las apachetas no son, pues,  meras marcas  camineras, hitos visibles; son mucho más que eso son lugares de rito y de culto, al estilo de las ermitas donde se reza y se implora;
2. Pachamama sería la deidad  allí reverenciada a la que se  da ofrenda hojas de coca y lanas de colores, entre otras cosas;
3.  La petición que se le hace, dice relación  con  obtención de apoyo y ayuda  en los  trabajos  propios del viajero. Apoyo en los objetivos del viaje emprendido.
4. Se dan todos los elementos propios de un culto:  a) está presente la persona a quien se dirige el ruego, es decir, Pachamama;  b) se expresa  lo que se le pide:  ayuda y apoyo en la expedición ;  c) se pronuuncia   la fórmula  u oración  que se expresa verbalmente (no tan solo con la mente); d) se realiza en  el lugar apropiado y dispuesto previamente para la recepción de las ofrendas  (no se verifica en cualquier parte),  y por fin, e) el implorante espera la realización o cumplimiento  del ruego.
5. Por tanto, habría que descartar  la afirmación, corriente hoy entre los arqueólogos, de que  estas estructuras serían "marcadores de ruta". Tal denominación desvirtúa la esencia del acto ejecutado allí, y desvía la atención de lo principal y fundante en su erección y funcionamiento. Minimiza  y oculta su verdadera y prístima  función.  Son, en efecto, "marcas"  en el paisaje (esto es estructuras visibles), claro que sí, pero solo "marcan" el sitio exacto donde efectuar la ofrenda y el rito, y  no son, por tanto, "marcas del camino", tal como lo señaló claramente Bowman cuando señaló tan acertadamente: "en síntesis, estas son una especie de templete y no meramente una marca  de la huella" (1924: 282).
6. Los caminos incaicos poseían otras "marcas"; éstas  son los hitos, los mojones, los alineamientos de piedras a  sus costados, y aún las sayhuas situados a la vera de la ruta para indicar su curso y su trayecto  y ayudar al viajero en su correcta orientación. Las "apachetas" tienen claramente otra finalidad específica: una finalidad religiosa. De esto ya no nos cabe duda alguna, tras oír y analizar a los testigos tanto cronistas como  exploradores  tempranos.

¿Hasta qué punto esta antigua costumbre ritual andina representa un cierto precedente de lo que se sigue realizando hoy en algunos Santuarios populares católicos, en nuestros países andinos, o mejor aún, en algunas  ermitas, como es el caso de ciertas "Animitas", "muy milagrosas" al decir de la gente, ubicadas  a orilla de carreteras, donde  se hacen preces y súplicas? 

Una comparación esclarecedora.


Y, a este propósito, ¿a alguien se le ocurriría pensar que las "animitas" erigidas por la piedad de los deudos del difunto, a la orilla de nuestras carreteras actuales, constituyen  "marcadores de rutas" o "signos camineros"?. ¿Verdad que no? Pues bien, nuestro caso es algo semejante. Su finalidad es obviamente muy  distinta  a las  marcas, señas  o "signos del camino" y, tal como apunta Bowman, " algo mucho más serio".  

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De ECO-ANTROPOLOGÍA, 10/03/2015

Tuesday, October 25, 2016

Los Chinchillas

MIGUEL SÁNCHEZ-OSTIZ

Creo  que las explicaciones de la estampa, vista desde el presente, son en el fondo más complejas de lo que parece.  Goya dibujó y anotó que "El que no oye nada, ni sabe nada, pertenece a la numerosa familia de los Chinchillas, que nunca ha servido para nada", aunque otras explicaciones hacen referencia a quienes, nobles eso sí, cierran con candados su entendimiento y se dejan alimentar a golpes de cucharón por la ignorancia. Todos queremos ser Goya, el pintor, no los Chinchillas, no los nobles obtusos, no quienes se mueven por dogmas y fanatismos, tampoco el de las orejas de asno que les mete por la boca el cucharón de la bazofia. Nosotros, ilustrados, de siempre además, por encima de las miserias ajenas, llevamos la razón de mano: anda, corta, que reparto.

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De VIVIRDEBUENAGANA (blog del autor), 25/10/2016

Monday, October 24, 2016

The ‘Failure’ of Communism: a ‘Fall’ narrative

ROLAND BOER

Communism has ‘failed’, or so the common observation goes. More often, one hears the opinion that the Soviet Union ‘failed’, or that the communist countries of Eastern Europe did so as well. But what does ‘failure’ mean here? Usually it simply means that they came to an end, even that they were not eternal. Dig deeper and the ‘failure’ is marked by a host of items: dictatorship and totalitarianism rather than ‘democracy’ and ‘freedom’; the sad reality that was far from the perfect dream; the fragmentation that arose instead of the voluntary union of working people from many ethnic and religious backgrounds; state capitalism instead of communism; and simple betrayal of revolutionary Marxism. My answer in the face of this persistent propaganda is that they did not fail, and that communisms – plural – as such have not failed. To be sure, they had and continue to have many problems, for they are not perfect by any means, but this is not failure. In order to deal with the various caricatures of failure, let us travel to various parts of the world, both ‘post-communist’ and still communist.

Romanian ‘Dictatorship’
‘Post-communist’ is what the locals call Romania. Neither communist nor capitalist in any conventional sense, it is in a period never experienced before and thereby unique. One feature of this period is the coming to terms with Nicolae Ceaușescu, the second communist leader of Romania, from 1967-1989. On one side, Ceaușescu is held up as the example of all that is bad about communist dictatorship. Propagator of the ‘mini-cultural revolution’ after his ‘July Theses’ in 1968, he fostered a North Korean style personality cult, gave himself many honours, attempted to build ‘socialism in one family’ by appointing family members to high posts, and destroyed the country economically in the 1980s by attempting to repay onerous debts incurred from Western European countries. In short, he was the most ‘Stalinist’ of all the eastern bloc leaders, ruling by decree and through his feared secret police, the Securitate. The lynching of him and his wife in 1989 is regarded as unfortunate but necessary.

Yet, in a widely publicised opinion poll in July 2010 by IRES (Romanian Institute for Evaluation and Strategy), 41% of the respondents said they would have voted for Ceaușescu if he had been alive and run for the position of president. Further, 63% said their lives were better during communism, while only 23% stated that their lives were worse. And 68% stated that communism was a good idea, but had been poorly applied. The facetious response to such a result is that it merely reflects a tainted nostalgia for communism. But Romanians are smarter than that. Let me put this in perspective: the respondents were reflecting on the worst period under the communist government in the 1980s. Earlier, Ceaușescu had fallen into the trap of taking up heavy loans from Western Europe for the sake of economic expansion.

However, by 1982, the debt had become an onerous burden, so he decided to repay it through exporting much of Romanian agricultural and industrial production. This resulted in shortages of food, fuel, energy, and medicines. Yet, it was precisely this period that the respondents said was better than what they have now. Since 1989, the situation has become decidedly worse. The economic devastation of the 1990s, the de-industrialisation of Romania as Western European countries bought up the factories and promptly closed them, and then the swathe cut through the country after the rolling economic crisis of 2008 – all these have made the 1980s look like a relatively benign period. I cannot help thinking of Lukács adage: ‘bad communism is better than good capitalism’.

Bulgarian ‘Perfection’
Ask an older Bulgarian today what they remember most from 1989 and it is highly likely she will say, ‘It was a glorious feeling to know that when you made a phone call, you didn’t have the feeling that someone else was listening’.

But ask, ‘Is it better now?’

And the answer will be, ‘We prefer not to answer that’.

The answer is soon obvious. Travel on any road and you find it potholed beyond belief. Walk any street and you run a serious risk of being knocked on the head by a falling brick or crumbling façade. Ask anyone what they do for a living and the answer will be evasive, since less than 25% of the population is in formal employment. Or if you inquire after someone’s family, chances are the children have moved internationally to find a new life and job. Indeed, in a few years after 1989, two million people left Bulgaria, reducing its population from nine to seven million.

What about communism? Was it perfect? Did it meet its own high aspirations? Denigrators are of course keen to point out its failings, stressing the gaps between the grand aims of the Bulgarian Communist Party, which was the government from 1944 to 1989, and its failings. But communism is by no means perfect. As Lenin and Mao pointed out repeatedly, winning a revolution is the easy part; constructing socialism is far, far more difficult.

So, let us see what the Bulgarian communist government did achieve, keeping in mind the difficulties and a modest sense of what was indeed achievable. The communist government had three leaders, the revolutionary hero, Georgi Dimitrov (1946-49) who died too young, Vulko Chervenkov (1949-54) and the long-lived Todor Zhivkov (1954-89). Zhivkov may have had his limits, like any leader, but his time was marked by political stability and a steady increase in living standards. The reason: communist central economic planning.

Already in the late 1950s, real wages increased by 75 per cent, returning people to pre-war levels, while collective farm workers were the beneficiaries of the first agricultural welfare and pension scheme in Europe. By the 1960s, agricultural incomes rose by 6.7 per cent per year and industrial incomes rose by 4.9 per cent annually. Consumption of healthy foods – fruit, vegetables and even meats – increased significantly, while doctors and medical facilities became commonly available. As a result, fewer children died and people lived longer. While 138.9 in 1,000 children under the age of one died in 1939, by 1990 it was 14 in 1000. And those who survived could expect to live longer: life expectancy rose to over 68 years for men and over 74 years for women. Indeed, a reasonable number could expect to make a century: in the late 1980s, 52 people were found over one hundred years of age per one million.

Meanwhile, Zhivkov exercised his ‘tyrannical’ rule. People often made jokes about his dialect and proletarian manners. But did Zhivkov have the perpetrators arrested and punished by the secret police? No, he collected them for a good laugh now and then. He was usually known as ‘bai Tosho’ (old uncle Tosho) or ‘Tato’, a dialectical term for ‘poppa’.

Yugoslavian ‘Disunity’
Balkanisation is perhaps the term that captures best the image of Yugoslavia – or, rather, the ‘former’ Yugoslavia. Tito may have kept the disparate peoples of that part of the world together for a while, due to his personal charm and iron fist, but it was only a matter of time before it would all fall apart. Deep-seated ethnic hatreds and religious animosity – between Islam, Orthodoxy and Roman Catholicism – would resurface eventually, and of course they did with the Balkan War of the 1990s. Or so the official narrative went from the members of the EU and the NATO alliance, which deliberately sought to destabilise and break up yet another socialist country. The NATO attacks on Yugoslavia ensured that they would succeed.

However, the real situation was quite different. Yugoslavia is one of the best examples of what has been called ‘affirmative action’ in relation to ethnicities, cultures and religions. Given the range of peoples and regions in Yugoslavia, the constitution was explicitly designed as an affirmative action constitution. The Socialist Federal republic of Yugoslavia comprised six republics and two autonomous provinces that were part of the socialist republic of Serbia. Given the great ethnic diversity of Yugoslavia, the constitution and the framework of the laws sought to ensure that smaller groups were not discriminated against by larger ones. The measures included very strong anti-discrimination laws, with heavy penalties for vilification in terms of ethnicity, language, and religion. Further, in provinces and regions, local people were encouraged to take up government positions, and local languages, cultures, social formations and education were fostered. At a federal level, all republics and autonomous regions, no matter what the size, had equal representation in the federal government. This entailed toning down the dominance of the larger parts, so they didn’t lord it over the others.

Needless to say, this was a constant work in progress, but the model for this approach was the first affirmative action state in human history – the USSR. It may come as a surprise to some, but the chief theoretician of what was called the ‘national question’ was Stalin. Coming from Georgia – a part of the world with some of the most complex intersections of multiple ethnicities – Stalin developed an increasingly complex approach to the question of ethnic diversity. This approach may have been primarily theoretical before the Russian Revolution, but it grew significantly in the practical experience that followed the revolution. Through the civil war and then the immense task of constructing a very different state (since the former state had largely collapsed and threatened to leave nothing but anarchy in the vacuum), Stalin built his arguments.

The principle was that each ethnic area and group should have the right to self-determination and autonomy, especially in light of centuries of tsarist repression by the ‘great Russian’ majority. Only on this basis would a new, voluntary union arise: ‘Thus, from the breakdown of the old imperialist unity, through independent Soviet republics, the peoples of Russia are coming to a new, voluntary and fraternal unity’.[1] In practice, of course, this was easier said than done. After the revolution, the old ruling elites in the various border regions immediately claimed the right to secession and autonomy. Stalin was astute enough to see through the game and the policy became one of recognising autonomy only when a workers and peasants soviet formed the government in each area. Further, such autonomy involved a delicate play of central policies and regional initiatives. Thus, the central government sought to foster local languages, culture, literature, education, government and even religion to some extent. In some cases, especially in the southern and eastern border regions, this required a program of educating and training local leaders and institutions, even to the point of creating written languages in oral cultures. At the same time, local initiatives fed into the policies of the central government, which then changed its policies in light of such input.

Already in 1918, Stalin made a crucial breakthrough. Due to the sheer size and diversity of what was to become the USSR, Stalin saw that his position on the national question also applied to anti-colonial movements throughout the world. So he wrote that the October Revolution ‘has widened the scope of the national question and converted it from the particular question of combating national oppression in Europe into the general question of emancipating the oppressed peoples, colonies and semi-colonies from imperialism’.[2] If one supports the emancipation of ethnic minorities within the USSR, then the same should apply to any colonised place on the globe. Over the following years, this insight was developed into an international policy of supporting anti-colonial struggles around the world.

The result was the 1924 constitution of the USSR, which was the first affirmative action constitution in the world. The crucial paragraph of the declaration reads:

The will of the peoples of the Soviet republics, who recently assembled at their Congresses of Soviets and unanimously resolved to form a “Union of Soviet Socialist Republics,” is a reliable guarantee that this Union is a voluntary association of peoples enjoying equal rights, that each republic is guaranteed the right of freely seceding from the Union, that admission to the Union is open to all Socialist Soviet Republics, whether now existing or hereafter to arise, that the new union state will prove to be a worthy crown to the foundation for the peaceful co-existence and fraternal co-operation of the peoples that was laid in October 1917, and that it will serve as a sure bulwark against world capitalism and as a new and decisive step towards the union of the working people of all countries into a World Socialist Soviet Republic.[3]

A major feature of the constitution was the detailing of equal roles for both a Federal Soviet and a Soviet of Nationalities. Stalin’s observations on the initial treaty and then constitution indicate a range of economic, political and international factors, but he made it clear that the initiative actually came from the border regions, especially Azerbaijan, Armenia and Georgia, which were later joined by Ukraine and Belarus. Needless to say, the constitution did not solve all of the problems immediately, for it remained a work in progress. Determining the status of each republic and region was complex and at times did not reflect that actual nature of the local situation. So these matters were constantly debated and reformulated, leading to two revisions of the constitution in 1936 (under Stalin’s initiative and with emphasis on the theme of the ‘brotherhood of the nations’) and the constitution of 1977 (under Brezhnev), but the essence remained the same. Thus, the 1936 constitution included the clause: ‘Any direct or indirect restriction of the rights of, or, conversely, any establishment of direct or indirect privileges for, citizens on account of their race or nationality, as well as any advocacy of racial or national exclusiveness or hatred and contempt, is punishable by law’.[4] Article 36 of the 1977 constitution contains the most complete statement of this position:

Citizens of the USSR of different races and nationalities have equal rights.
Exercise of these rights is ensured by a policy of all-round development and drawing together of all the nations and nationalities of the USSR, by educating citizens in the spirit of Soviet patriotism and socialist internationalism, and by the possibility to use their native language and the languages of other peoples in the USSR.
Any direct or indirect limitation of the rights of citizens or establishment of direct or indirect privileges on grounds of race or nationality, and any advocacy of racial or national exclusiveness, hostility, or contempt, are punishable by law.[5]

This socialist model of state organisation carries through today in China, where the ethnic minorities – more than 55 of them – are fostered in similar terms, while efforts are made to keep in check Han dominance.

Chinese ‘Capitalism’
‘China is more capitalist than any other country’– or so one hears on a reasonably regular basis, even from socialists who perhaps should know better. Old Maoists like Alain Badiou hold that China veered that way under Deng Xiaoping, ‘he who follows the capitalist path’. Ephemeral socialists like Slavoj Žižek opine that Chinese capitalism is unbridled in a way unlike that of the bourgeois democracies of Europe. ‘State capitalism’ it is often called, even more than the Soviet Union (the term ‘state capitalism’ was first used by Karl Liebknecht to describe the German economy in the 1890s).

Various strands are responsible for such a characterisation – anarchist criticisms, Trotskyite assessments, radical laissez faire assessments, and time-bound Maoists – although all of them turn on an idealised, if not romanticised, view of what communism should be. Such a view is idealist, since it holds communism to be a rational idea that is yet to be realised, and believes that communism is singular rather than plural. Needless to say, such a communism always remains in the utopian future.

So let us attempt an analysis that takes into account the realities of the situation in China today, rather than idealist projections of a communism yet to come. In the tradition of Marx and Engels, I suggest three variations on the socialist dialectic: the use of capitalism to build socialism; the need to foster the full development of capitalism under socialist guidance so that communism may emerge; the need for economic and political strength in a global situation that remains hostile to Chinese socialism.

The first may be drawn from Lenin’s justification of the New Economic Program: using capitalism to build socialism.[6] For Lenin and the soviet government it meant permitting certain levels of market exchange with the countryside, granting concessions to some international mining companies and industries, and employing specialists at higher rates of pay to rebuild an economy and indeed country destroyed by a series of wars and revolutions.

In China and under Deng Xiaoping’s urging, the process began to go much further, for Deng argued that there was no necessary contradiction between socialism and some capitalist economic forms, assuming that the latter would be directed by the former. Indeed, Deng Xiaoping understood the mandate that Marxism is practice in the sense that it would make use of what would unleash productive forces. The employment of some capitalist methods was to be undertaken as a way of ‘accelerating the growth of the productive forces’.[7] Deng always understood this approach as part of the strengthening of socialism, not merely in terms of economic strength, but also in terms of political and social strength. I would add that today this process continues, almost to the point of paradox (to an outside observer). Thus, the 2014 meetings of the Political Bureau of the Chinese Communist Party agreed to continue the process of reforming the economy, while at the same time President Xi Jinping sought to strengthen Marxism by blocking any push for bourgeois democracy, and by drawing heavily on Mao Zedong concerning the ‘mass line’ campaign in its push for closer integration and sensitivity between government and people.[8]

The second variation on the dialectic is to argue that the full development of capitalism needs to be fostered under the direction of a communist government that has already won power in a revolution. China is in a unique situation, for it missed its chance to develop into a capitalist economy and thereby develop the classic pattern for socialist revolution in the context of a ‘mature’ capitalism. Instead, the socialist revolution happened before the full development of capitalism. Thus, in order to develop its forces of production to a point where they are superior to capitalist ones, China has found it necessary to foster the economic potential of capitalist forces of production so they may provide the basis of socialist forces of production.

That is, China has returned to a capitalist economy so as to develop forces of production for socialism. This approach relies on an insight from Marx: ‘A social formation never comes to an end before all the forces of production which it can accommodate are developed, and new, higher relations of production never come into place before the material conditions of their existence have gestated in the womb of the old society’.[9] Socialism in an orthodox sense is not socialism unless it develops from capitalism. Yet the Chinese approach gives this Marxist orthodoxy an extraordinary and apparently paradoxical twist, for China is already politically a socialist country. So it has developed an approach in which the forces of capitalist production are harnessed for the sake of creating a situation for the full realisation of socialism. In this light we may read Mao Zedong’s observation, ‘Thus this revolution actually serves the purpose of clearing a still wider path for the development of socialism’.[10] This dialectic means that one is, in economic terms, in favour of capitalism for the sake of the development of forces of production, but that one is, in political terms, against capitalism for the sake of the development of relations of production.

The third form of the dialectic is the most direct: the drive for economic strength in whatever way is absolutely necessary, since socialism needs to be powerful, economically and militarily, in order to flourish. In China, this approach has borne obvious fruit. China has become the second largest economy in the world and is disrupting the global status quo, even without as yet realizing its full potential.[11] BRICS and the Shanghai Cooperation Zone are already challenging the hegemony of the International Monetary Fund and the World Bank. The increasing obsession with Chinese economic power in the United States and Western Europe is but a reflection of their own stumbles and declining position. Already in some respects, China is more technologically advanced than any other place on the globe. And with economic power comes military strength, which remains a necessity in the Realpolitik of persistent hostility to socialism.

The ‘Betrayal’ of the Russian Revolution
The longest-lived effort to construct socialism was the USSR, but in this case we find the deployment of one or both biblical narratives – a ‘betrayal’ or a ‘Fall’ narrative – to account for its ‘failure’. For many, Stalin embodies the manifestation of that betrayal. Was he not, after all, a paranoid and omniscient dictator, ruling by a bloodthirsty and capricious will? Caricatures aside,[12] once one opts for a narrative of the ‘Fall’, one is playing a theological game. By ‘Fall’ narrative I mean a narrative that is structured in terms of a fall from grace, analogous to the story in Genesis 2–3, in which Eve and then Adam eat of the fruit of the forbidden tree (of the knowledge of good and evil) and are thereby banished by God from paradise.

Since Stalin has been written off most as the quintessence of the betrayal of Marxism – especially after the concerted efforts of Khrushchev’s politically motivated ‘Secret Report’ and Hannah Arendt’s wayward work, The Origins of Totalitarianism[13] – attention has turned to Lenin. Did he too betray Marxism and the revolution, thereby setting up the completion of that betrayal by Stalin? Did he begin the process of running the revolution into the mud of authoritarianism, repression, and dictatorship?

Most feel that Lenin did at some point betray the revolution, thereby setting the ‘Fall’ narrative on its way. The least generous suggest that it happened even before the revolution, especially through Lenin’s supposedly devious machinations and his refusal to cooperate with other socialist groups such as the Mensheviks and SRs, both Left and Right wings.[14] Indeed, for such critics, communism by its very nature leads to such betrayal. For others, the moment of the ‘Fall’ is the October Revolution itself, or soon afterwards. The formulations vary, but the point is the same: the party and even the working class disintegrate; the Bolsheviks do everything possible to distort in most horrendous ways their own principles; Lenin’s thought loses it coherence; bureaucracy becomes pervasive; a transformation takes place from a flexible, democratic, and open party to one of the most centralized and ‘authoritarian’ political organisations in modern history; the dictatorship of the proletariat becomes the dictatorship of the secretariat; the revolution shifts from being a revolution from below to one from above; the democratic soviets crumble before a centralized and dictatorial party.[15]

Unfortunately, such ‘Fall’ narratives bear an inescapably theological dimension, in which a fall from grace obscures the complex messiness of history. They also neglect Lenin’s repeated point that the revolution itself is easy; far more complex is the construction of communism, when many mistakes are made. Yet others lament the lost opportunities, suggesting that a broad, cross-party socialist government, such as the one established in the February Revolution, was the ideal.[16] Others entertain the possibility that the brief time after the revolution was valid, but that the ‘civil’ war corroded all the gains, for it was a period of centralized control, tough measures, the Cheka, and ‘war communism’, all of which betrayed the revolution.[17] A solution for some is to side with Trotsky, arguing that if he had won out over Stalin, the situation would have been far different. Apart from the obvious fallacy of such a position, it succumbs to the dreams of alternative histories.

All of them belong to the genre of revolutionary ‘Fall’ narratives, accounts of betrayal of the communist revolution. In response, I rely upon the insight of Cockshott and Cottrell. Refusing the facile dismissals by many on the Left in order to distance themselves from Stalin, they argue that the full implementation of a communist economic system happened under Stalin. Through the Five-Year plans beginning in the late 1920s, the capitalist mode of extracting surplus value was replaced by a planned economy, in which surplus was controlled and allocated by the planning mechanism.

Under Soviet planning, the division between the necessary and surplus portions of the social product was the result of political decisions. For the most part, goods and labour were physically allocated to enterprises by the planning authorities, who would always ensure that the enterprises had enough money to ‘pay for’ the real goods allocated to them. If an enterprise made monetary ‘losses’, and therefore had to have its money balances topped up with ‘subsidies’, that was no matter. On the other hand, possession of money as such was no guarantee of being able to get hold of real goods. By the same token, the resources going into production of consumer goods were centrally allocated. Suppose the workers won higher ruble wages: by itself this would achieve nothing, since the flow of production of consumer goods was not responsive to the monetary amount of consumer spending. Higher wages would simply mean higher prices or shortages in the shops. The rate of production of a surplus was fixed when the planners allocated resources to investment in heavy industry and to the production of consumer goods respectively.[18]

They do not shy away from the conclusion that this outcome was largely what Marx anticipated, with one caveat: it took place under a form of authoritarian communism. I would add that such a phase is necessary for any effort to construct communism. Genuine revolutionary fervour characterized much of the effort, but for those less inclined to engage, forced labour, exile, and ‘terror’ were deployed. Stalin embodied the sheer grit of the revolutionary ‘miracle’ required to adopt such a radically new economic system.

Conclusion
As Domenico Losurdo has pointed out, the demonization of communism has continued unabated since the nineteenth century, so much so that it has become a comprehensive black legend.[19] He also argues that it has become a twisted caricature that has little to do with actual history. The same may be said of the motif of communism’s ‘failure’ – in terms of dictatorship, perfection, dissent, the turn to capitalism and betrayal or ‘Fall’ narratives. But when pressed, a critic will fall back on the simple point that communism in many places came to an end. The toppling of the Berlin Wall is the symbol and the rolling back of communism in Eastern Europe and even in parts of Asia (such as Mongolia) is the reality – or so it is argued. The reply is equally simple: let us leave aside the continuing socialist countries in Asia, let alone the South American versions of socialism, and ask: why is longevity, or indeed eternity, a criterion for success? The fact that communism has actually appeared over more than a century is ample proof of the success and continuing appeal of communism. It may be for shorter or longer periods of time, it may even establish itself relatively permanently, but it has appeared. I propose a more modest criterion of success. If a socialist revolution is able to see off the counter-revolution – in the form of internal opposition and international hostility – then it is a success. The reason is that after crushing the counter-revolution, the opportunity arises for the peaceful construction of socialism in all its multiple forms. And if it comes to an end sooner than one hopes, the old adage applies: try and try again.


End notes:
[1] J. V. Stalin, ‘The Government’s Policy on the National Question,’Works, volume 4 (Moscow: Progress Publishers, 1953 [1919]), p. 237.
[2] J. V. Stalin, ‘The October Revolution and the National Question,’Works, volume 4 (Moscow: Foreign Languages Press, 1953 [1917]), pp. 169-70.
[3] ‘Appendix 1: Declaration of the Formation of the Union of Soviet Socialist Republics.’ In J. V. Stalin, Works, volume 5 (Moscow: Foreign Languages Press, 1953), p. 404.
[4] Seehttp://www.departments.bucknell.edu/russian/const/36cons04.html#chap10. It also included the crucial article 124: ‘In order to ensure to citizens freedom of conscience, the church in the U.S.S.R. is separated from the state, and the school from the church. Freedom of religious worship and freedom of antireligious propaganda is recognized for all citizens.’ This eventually led to the rapprochement between the Orthodox Church and the Soviet government, especially during and after the Second World War.
[6] Among many references, see V.I. Lenin, “Achievements and Difficulties of the Soviet Government,” in Collected Works, vol. 29, 55-88 (Moscow: Progress Publishers, 1919 [1965]), pp. 68-74; V.I. Lenin, “From the Destruction of the Old Social System to the Creation of the New,” in Collected Works, vol. 30, 515-18 (Moscow: Progress Publishers, 1920 [1965]); V.I. Lenin, “The Tax in Kind (The Significance of the New Policy and Its Conditions),” in Collected Works, vol. 32, 329-65 (Moscow: Progress Publishers, 1921 [1965]), p. 334-53; V.I. Lenin, “New Times and Old Mistakes in a New Guise,” in Collected Works, vol. 33, 21-9 (Moscow: Progress Publishers, 1921 [1966]).
[7] Deng, “There Is No Fundamental Contradiction Between Socialism and a Market Economy,” in Selected Works of Deng Xiaoping, vol. 3, 99-101 (Beijing: Foreign Languages Press, 1985 [1993]), p. 100.
[8] Yi Yang, “China’s Leadership Takes ‘Big Exam’,” Xinhua News, 23 March 2014. http://news.xinhuanet.com/english/indepth/2014-03/23/c_133208015_5.htm.
[9] Marx, “Preface to A Contribution to the Critique of Political Economy,” in Marx: Later Political Writings, ed. Terrell Carver (Cambridge: Cambridge University Press, 1996), p. 160.

[10] Mao, “On New Democracy (January 15),” in Mao’s Road to Power: Revolutionary Writings 1912-1949, ed. Stuart R. Schram, vol. 7, 330-69 (Armonk: M. E. Sharpe, 1940 [2005]), p. 335n.
[11] For instance, the “pivot to Asia” and effort to “contain” China by the USA and its smaller allies are already in tatters as China develops close ties with Russia, India, Africa and South America.
[12] See Domenico Losurdo, Stalin: Storia e critica di una leggenda near (Rome: Carocci editore, 2008).
[13] Hannah Arendt, The Origins of Totalitarianism (New York: Harcourt, Brace, Jovanovich, 1973 [1951]). In this case, the Left has been deeply complicit in the Western agenda of the Cold War.
[14] Bruce Lincoln’s Passage through Armageddon: The Russians in War and Revolution 1914-1918 (New York: Simon and Schuster, 1986);Red Victory: A History of the Russian Civil War (New York: Simon and Schuster, 1989).
[15] Theodore H. von Laue, Why Lenin? Why Stalin? A Reappraisal of the Russian Revolution, 1900-1930 (London: Weidenfeld and Nicolson, 1964); Oskar Anweiler, The Soviets: The Russian Worker, Peasants, and Soldiers Councils1905-1921 (New York: Pantheon, 1974 [1958]), 195-253; Marcel Liebman, Leninism Under Lenin (London: Merlin, 1975 [1973]), 213-356; Tony Cliff, The Revolution Besieged: Lenin 1917-1923(London: Bookmarks, 1987); Samuel Farber, Before Stalinism: The Rise and Fall of Soviet Democracy (London: Verso, 1990); Moira Donald,Marxism and Revolution: Karl Kautsky and the Russian Marxists, 1900-1924 (New Haven: Yale University Press, 1993), 221-46; Sheila Fitzpatrick, The Russian Revolution (Oxford: Oxford University Press, 1994), 156-72; Daniel Bensaïd, “Leap! Leaps! Leaps!,” in Lenin Reloaded: Towards a Politics of Truth, ed. Sebastian Budgen, Stathis Kouvelakis, and Slavoj Žižek, 148-63 (Durham: Duke University Press, 2007), 156; Neil Harding, Lenin’s Political Thought (Chicago: Haymarket, 2009), vol. 2, 283-328.
[16] Alexander Rabinowitch, The Bolsheviks in Power: The First Year of Soviet Rule in Petrograd (Bloomington: Indiana University Press, 2007).
[17] Cliff, The Revolution Besieged: Lenin 1917-1923.
[18] W. Paul Cockshott and Allin Cottrell, Towards a New Socialism(Nottingham: Spokesman, 1993), 4-5.
[19] Domenico Losurdo, Stalin: Storia e critica di una leggenda near.

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The writer is a left-winger from Australia, based in the industrial city of Newcastle. His main interest concerns the intersections of Marxism and religion, having written a five-volume series called The Criticism of Heaven and Earth (Haymarket, 2009-13). He has recently completed a long study on Lenin and religion. He frequently visits Asia and teaches at Renmin University of China (Beijing). He blogs atStalinsmoustache.org
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De PHILOSOPHERS FOR CHANGE, 28/10/2014