Casi tan
inseparable del francés promedio como el pan baguette, el libro de bolsillo, livre
de poche, es desde hace algo más de medio siglo, un fenómeno cultural con
rango virtual de institución, además de blasón consagratorio para cualquier
escritor publicado en Francia en el susodicho formato. Como su nombre lo
indica, el libro de bolsillo (11cm X 16
cm) es un libro concebido para ser llevado en un bolsillo de la chaqueta o en
un bolso de mano, en todo caso, para que no ocupe mucho espacio. Un elemento
esencial del livre de poche es su
precio, menos de la mitad del precio oficial del libro publicado en el formato standard de la primera edición,
aparecida, en general, unos seis meses antes. Otro elemento que caracteriza al livre de poche es que su encuadernación
es simplemente pegada y no cosida, como los otros formatos.
Si bien el
concepto de libro de bolsillo es de raigambre anglosajona (remember los Penguin Books, aparecidos en los dominios de Su Majestad
Británica allá por mil novecientos treintaitantos, o los Pocket Books en los
predios del Tío Sam por la misma época, es en Francia donde acaso adquieren un
estatuto de respetabilidad literaria debido a que en los catálogos de las
distintas colecciones era y es usual ver tanto los nombres de los clásicos de
la literatura mundial «de todos los tiempos» como el del más simplón y efímero
de los bestseller.
Si bien hay antecedentes en el siglo XIX, el livre de poche se impone en Francia luego de la Segunda Guerra Mundial. El primer momento de importancia del
libro de bolsillo francés fue la aparición
de la colección de novelas policiales «Série Noire», creada por Marcel
Duhamel para la editorial Gallimard y cuyo éxito de ventas fue inmediato tanto
por la divulgación de autores norteamericanos de la estirpe de Raymond Chandler
o Dashiell Hammet y de sus epígonos
franceses, como por el diseño de su acartonada cubierta: negra con borde
amarillo, sobria y sugestiva.
La
favorable acogida de la « Série Noire » fue lo que acaso alentó a
Henri Filipachi para que, en nombre de la editorial Librairie Générale
Française diera a luz a la colección llamada nada menos ni nada más que «Le
Livre de Poche» (literalmente: “libro de bolsillo”) en claro guiño a los Pocket
Books estadounidenses. Inicialmente a razón de dos títulos al mes, en poco
tiempo la colección pasó a publicar cuatro títulos mensuales. Un elemento clave
de su éxito fue sin duda el diseño de la carátula, del tipo similar al de un
afiche cinematográfico o de publicidad. A la fecha, «Le Livre de Poche» tiene
en su catálogo más de tres mil quinientos títulos y ostenta la friolera de
veinte millones de ejemplares vendidos. Es la colección de libros de bolsillo más importante de Francia.
El éxito de «Le
Livre de Poche» motivó a la editorial Flammarion a lanzar la colección «J’ai
lu» que, además de literatura, publica
títulos de cocina, vida práctica, derecho, etc. En 1962 la
editorial 10/18 pone en el mercado su
colección del mismo nombre, inicialmente dedicada a títulos de carácter
filósofico, que se extendieron luego a los de Ciencias Humanas. A fines de los años 60 el
desaparecido Christian Bourgois, una de las referencias de la edición en
Francia, ingresa a 10/18 y extiende el catálogo al campo de novela extranjera,
opción que ha contribuido a que 10/18 ocupe aún hoy un lugar de preferencia
entre el público lector. En
esa misma dinámica de libros de bolsillo, la editorial Seuil crea en 1970 la
colección «Points» dedicada sobre todo a temas de sociología, economía e
histoira de las ideas. En 1972 la editoria Gallimard lanza la
colección «Folio», que de inmediato se gana, de manera abrumadora, las
preferencias del público lector dada la amplitud de su catálogo, consecuencia
del prestigio y de la pluralidad temática abordadas por las publicaciones de
Gallimard, la mayor y más prestigiosa editorial francesa. Junto a las citadas colecciones de
bolsillo hay otras como «Babel» o «Pocket», entre las más conocidas.
La
aparición de esas colecciones hace hoy parecer inaudita la polémica que en
torno al libro de bolsillo surgió en 1964: el historiador de arte Hubert Damish
publicó en la revista Mercure de France un
artículo en el que, en resumen, decía que el formato y el precio del libro del
bolsillo hacían del libro una simple mercancía y medraban su nobleza de vector
cultural. La respuesta no se hizo esperar: la revista dirigida por Jean-Paul
Sartre, Les temps modernes sirvió de
tribuna para los defensores del livre de
poche cuyo argumento esencial fue la democratización de la lectura.
Precio
barato, formato fácil de llevar, carátula llamativa son los tres elementos del
éxito del libro de bolsillo francés pero que no habrían sido suficientes de no
haber habido al mismo tiempo una nueva generación de lectores, consecuencia de dos
factores d’après guerre: el aumento
importante de la natalidad y el inicio de la escolarización masiva. Está de más
decir que el livre de poche hace
inútil cualquier tentativa de piratería; en el Perú, la colección Populibros,
creada por Manuel Scorza a comienzos de los años 1950 se inspiró de este
formato francés. Por el momento, parece no inmutarse ante las arremetidas de
las nuevas tecnologías y su retoño el e-Book…
Cualquiera sea el devenir del livre de
poche en esta era de mutación hacia lo virtual, las pantallas de cristal
líquido y lo inmaterial, el libro de bolsillo habrá cumplido una noble labor y
habrá por ello que estarle agradecido.
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